¿Y si hacemos de Colombia una democracia aleatoria?

Una democracia aleatoria en Colombia mejoraría la igualdad de oportunidades, la tornaría menos clientelista, menos oligárquica, introduciría más independencia y pluralidad, disminuiría costos, multiplicaría los puntos de vista.

Opina - Poder

2021-09-07

¿Y si hacemos de Colombia una democracia aleatoria?

Columnista:

Campo Ricardo Burgos López

 

En el debate académico contemporáneo en el área de la política gana cada vez más presencia la idea de la democracia aleatoria (o democracia por sorteo, demarquía o estococracia). ¿Qué es? Es una democracia en donde una parte de los representantes del pueblo y de los cargos políticos, se elige por sorteo, no por elecciones. Describamos un poco de qué se trata y luego consideremos si para el caso colombiano ese sistema podría ser útil.

Según Ramón Feenstra, los partidos políticos tradicionales y ciertas instituciones estatales, se caracterizan por su verticalidad y sus tendencias oligárquicas, es decir, su exagerada desigualdad entre unos miembros y otros, y su propensión a que las decisiones de poder se concentren en unos cuantos y no en la mayoría. Buscando mecanismos que ayuden a superar esos rasgos, cada vez más autores en el mundo ahondan en las posibilidades de que una parte de las corporaciones públicas sea elegida y otra sorteada (entre otros están Fishkin, Manin, Rancière, Sintomer, Van Reybrouck, etc.).

¿Qué ventajas tiene que una parte de ciertas corporaciones públicas sea sorteada y no elegida? Citemos algunas:

 

—Permite que gente común ( y no miembros de camarillas) entre en la dirección de estas entidades.

—Las personas que resultan sorteadas para un cargo son independientes, no deben favores a nadie. Así se les dificulta a los clanes políticos acceder al poder.

—Se alcanza mayor pluralidad en la composición de los distintos órganos, asimismo, se propicia que más puntos de  vista heterogéneos accedan al poder.- Se reducen costos pues ya no hay que organizar tantas elecciones.

— Se amplía el número de quienes toman decisiones relevantes en asuntos públicos.

—Le quita peso a las oligarquías diversas y fomenta la horizontalidad en la integración de partidos y corporaciones.

La democracia por sorteo ya ha sucedido varias veces en la historia y ya ocurre en la actualidad. En la Atenas clásica, los delegados al poder se sorteaban, también se hizo así en la Florencia de los siglos XV y XVI, y en algunos municipios españoles en el siglo XV. Feenstra menciona que en la época actual ya se ha empleado para conformar comisiones que tratan asuntos de interés público en la Columbia Británica y en Ontario (Canadá), o en Irlanda. Solo por curiosidad me di una vuelta en internet para ver otros lugares donde ha sido empleada y se mencionan sectores de países como Australia, Dinamarca, Suiza, Estados Unidos, etc.

La verdad es que hoy en día, para un caso como el colombiano, lo que tenemos aquí es una suerte de «democracia de élites», el ciudadano (muy constreñido por maquinarias políticas y clientelismos) medio elige a unos grupos de sujetos, para que ellos tomen decisiones por él. Supuestamente con este sistema se consigue rotar a los líderes (cosa que poco se ve en Colombia donde unas pocas castas tienen secuestrado el poder) y se escoge una clase política intelectual y moralmente superior a los gobernados (el contraejemplo perfecto de esta aseveración es Iván Duque ¿alguien puede creer que este mediocre es intelectual y moralmente superior a alguien?).

El sorteo ayudaría a evitar parcialmente la «aristocracia electiva» que tenemos en Colombia. Dice Feenstra que escoger por azar algunos miembros de organismos permite que los sujetos sorteados no sean parecidos en su composición socioeconómica a las élites y que por ende sean más similares a los gobernados. El sorteo permite que de verdad todo el mundo pueda ser gobernado y gobernante (afirmación esta, que hoy en día solo es carreta). El sorteo ayuda a democratizar parcialmente al sistema político y la composición de los partidos políticos. Asimismo, le resta poder a las redes clientelares y las agrupaciones conspirativas al interior de partidos y del gobierno.

Por supuesto, para poder designar a la gente del común por sorteo, habría que establecer unas ciertas reglas y establecer unas condiciones mínimas. De todos modos, pienso que en una seudodemocracia tan restringida como la colombiana, si se supiera que en verdad casi cualquiera podría ser escogido por azar para integrar corporaciones públicas, habría un cambio de actitud en la población. Si sabes que tú puedes terminar en uno de esos cargos, abandonas la pasividad que hoy caracteriza a la mayoría de tus conciudadanos y te vuelves más activo, te informas más del acontecer político y público, te implicas más, te comprometes más.

Una democracia aleatoria en Colombia mejoraría la igualdad de oportunidades, la tornaría menos clientelista, menos oligárquica, introduciría más independencia y pluralidad, disminuiría costos, multiplicaría los puntos de vista, más gente participaría en más decisiones relevantes, se rotarían más cargos, llevaría a que el colombiano promedio se interese más en política y a que esté mejor informado.

Broma Final

Una vez que hablaba de este tema con un amigo, él me dijo que en Colombia ya existía de facto una pequeña demarquía en tanto Duque se ganó la presidencia en un paquete de papas y por pura lotería. Solo podría argüir que eso no es tan cierto, pues Duque es el antiejemplo de la democracia aleatoria. Él está allí por ser el cargaladrillos de un sujeto que pertenece a una élite y que lo eligió a dedo. Por otra parte, Duque lo ha hecho tan mal, que más bien tengo la impresión de que cualquier otro que se hubiera ganado la presidencia por sorteo en lugar de él, lo habría hecho infinitamente mejor.

 

Fuente:

Feenstra, R. (2017). Democracia y elección por sorteo en las nuevas formaciones políticas: teorías políticas clásicas y contemporáneas. En Daimon. Revista Internacional de Filosofía, 72, 205-219. 

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Campo Ricardo Burgos López
Psicólogo, escritor y magíster en literatura.