Y seguimos preguntando: ¿Dónde esta la franja amarilla?

 Hay una pregunta que nos está haciendo la historia: ahora que el rojo y el azul han dejado de ser un camino, ¿Dónde está la franja amarilla?

Opina - Conflicto

2020-07-20

Y seguimos preguntando: ¿Dónde esta la franja amarilla?

Columnista:

Fabián A. Fonseca Castillo

 

A propósito de otro año más de conmemoración nacional del famoso e histórico «Grito de independencia» del 20 de julio de 1810, el año pasado justamente para este tiempo, elaboré para La Oreja Roja un artículo titulado Y todavía algunos colombianos nos seguimos preguntando: ¿Dónde está la franja amarilla?. El artículo tenía como propósito principal generar al lector una reflexión sobre aquél país que tenemos y el que les esperamos dejar a las futuras generaciones.

Esto con base en aquella icónica y reminiscente obra del escritor colombiano William Ospina, titulada ¿Dónde está la franja amarilla? (1997), texto de obligatoria lectura para entender, comprender y discernir sobre esa realidad colombiana, que hoy por hoy sigue siendo más cruda y tormentosa que cuando el mismo Ospina la escribió, y aún más si la vemos desde esta coyuntura o crisis derivada de la pandemia que está atravesando el mundo, y por ende este desbarrancadero llamado Colombia.

Hoy con esta trágica, inédita y sorpresiva pandemia del Covid-19 y las decisiones y acciones de la sociedad y sus gobernantes en Colombia para con esta, sigue teniendo alma y sentido aquella frase de Ospina: Hemos hecho del más privilegiado territorio del continente una desoladora pesadilla.

Qué más se puede decir y poner de relieve al seguir observando en primera persona como Colombia sigue desfilando por las peligrosas sendas y el borde del abismo, ese que está en la vía de seguir perpetuando las vergüenzas e ignominias que al parecer se volvieron costumbre y normal para esta mala patria.

Costumbre de seguir robando el erario público; costumbre de ser un pueblo inconsciente; costumbre de seguir protegiendo y beneficiando los interés de unos pocos sobre los del pueblo; costumbre de seguir atizando la desigualdad en el país del trapo rojo y la injusticia; costumbre de no seguir vislumbrando la decencia y el buen ejemplo; costumbre de seguir lidiando con la ley 100; costumbre de ver en la crisis una oportunidad para la trampa y el oportunismo político; costumbre de seguir perpetuando el país del sálvese quien pueda; costumbre para seguir permitiendo que todo siga igual; costumbre de seguir cada vez peor que cuando comenzamos esta triste historia.

El 20 de julio no se debería ‘‘celebrar’’ ya que aquí al parecer lo único que se puede celebrar como fiesta patria, es que sigamos teniendo que soportar —como decía Gabriel García Márquez— ‘‘Cien años de soledad’,’ esa historia que a los ojos de este humilde y pesimista servidor estaremos condenados por mucho tiempo a menos que usted trate (a como dé lugar) de ser aquel colombiano que encuentre por fin esa franja amarilla, esa que ha sido despojada y hasta robada una y mil veces de las manos de todos aquellos que han tratado de transformar esta dura realidad, pero que por ‘‘suerte’’ del destino han sido condenados al silencio, al exilio y hasta la muerte.

Deseo fielmente que ese miedo, incertidumbre y desolación que se acentúa y penetra por estos tiempos, se conviertan en la oportunidad para entender y desnudar totalmente la realidad de país que tenemos, y así hallar conjuntamente aquellas alternativas dignas que nos liberen como pueblo de eso que nos convirtió en el país informal; el país de la trampa; el país amnésico; el país masoquista y el país en donde cada año nos seguimos preguntando: ¿Dónde está la franja amarilla?

Hay una pregunta que nos está haciendo la historia: ahora que el rojo y el azul han dejado de ser un camino, ¿Dónde está la franja amarilla?

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Fabián Andrés Fonseca Castillo
Soy orgullosamente docente, amante de la justicia e instigador al cambio. Deseo un país educado, lector y pensante. Si amar y escribir son diferentes, para mí son exactamente lo mismo.