Volver a empezar: Los excombatientes de Ituango llegan a Mutatá en medio del desarraigo

Esta crónica relata el viaje de casi 24 horas de los reincorporados de la FARC que habitaban el ETRC Román Ruíz, en la vereda Santa Lucía de Ituango, hacia Mutatá. Tuvieron que desplazarse por la violencia y la falta de oportunidades, pero siguen insistiendo en sembrar semillas de paz.

Narra - Conflicto

2020-07-20

Volver a empezar: Los excombatientes de Ituango llegan a Mutatá en medio del desarraigo

Cronista:

Brayan Montoya

 

En un trasteo siempre se quedan muchas cosas. Éstas porque no se quieren cargar más, aquellas, porque ya no sirven, las de más allá porque no caben. Pero los excombatientes del ETCR de Santa Lucía, en medio de un desplazamiento forzado, dejan mucho más que eso. Dejan recuerdos, sueños y proyectos inacabados.

En la madrugada del 15 de julio comienzan a montar los enseres en los camiones que los llevarán desde las frías y altas montañas ituanguinas, a las planicies calurosas y húmedas de Mutatá con la serranía selvática de fondo.

Mientras cargan se escuchan comentarios, entre la broma y la preocupación, sobre lo que podría pasar por el camino. Contemplan mil posibilidades, desde una avería que retrase el  larguísimo trayecto, hasta terminar con todas sus cosas al lado de la carretera en a la mitad de alguna parte sin saber qué hacer por el incumplimiento del Gobierno.

Los carros se llenan, casi de forma simultánea, en diferentes tramos del estrecho camino que serpentea junto a la quebrada. Lo último en montarse son los animales. Los burros, las gallinas y, por supuesto, los perros, casi todos pastores alemanes como le gustaban a Román Ruíz, según se cuenta.

También se cuenta que si Román no hubiera sido asesinado en plenas negociaciones y cese unilateral del fuego en mayo de 2015, seguramente no se habrían formado los grupos de las disidencias de la zona y serían más personas las que se hubieran acogido a los acuerdos con el Gobierno. Pero son los que son, y esos están comprometidos con esta nueva causa. 

Muchos se llevan entre sus cosas las fotografías del “Comandante Román” que solían exhibir en las paredes de sus casas y que seguramente volverán a pegar cuando tengan su propia vivienda. “Camaradas, Román Ruíz y Feliener Ramirez” dice una inscripción en algunas de esas imágenes.

Aquí continúa la lucha por una nueva Colombia, más justa y equitativa. Por ustedes vamos hasta el final. No son recuerdos; Son presente y futuro de esta lucha. NUESTRA ÚNICA ARMA SERÁ LA PALABRA. Una promesa a tono con las pancartas que se amarran a un costado de las chivas, en las que se lee “Firmes por la paz”.

Ya va siendo mediodía y por fin arrancan los buses escalera con la gente hacia el casco urbano de Ituango. Hay un ambiente de silencio, manos alzadas que se sacuden a modo de despedida y unas pocas lágrimas de los los que se van y los que se quedan. 

A eso de las 3 de la tarde llegan al municipio y pese a la insistencia de  los líderes de la FARC, para que les prestara el coliseo —bien fuera para pasar la noche o al menos para comer algo y seguir— representantes de la Policía, el Ejército y la Gobernación de Antioquia, prefieren dejarlos en un parqueadero al aire libre en medio de la lluvia.

Aquí se reparten refrigerios a la gente y  a la vez se realizan entrevistas a los medios. Sufrimos el desarraigo, ya que el 90 por ciento de los firmantes de la paz que se encontraban en este ETCR son nativos del municipio de Ituango, declara Elmer Arrieta, «El Flaco», padre de «Manduco» (uno de los excombatientes asesinados) y miembro de la Dirección Nacional y Departamental del Partido FARC.

Miren el lugar donde nos recibieron (…) es un sitio donde realmente las condiciones de higiene no son las mejores. (…) Es una cuestión infrahumana.

Tanto las discusiones como la lluvia, se detienen. La decisión es continuar.  A las 5:30 de la tarde se forma una caravana entre buses, camionetas blindadas, carros y motos de la fuerza pública, y una ambulancia que acompaña el traslado. Detrás viene otro convoy con los 16 camiones que transportan las cosas de la comunidad.

El viaje transcurre sin muchas novedades. A excepción de una pequeña disputa entre los líderes de la FARC y el Mayor Pinzón de la Policía por una parada no programada en Uramita a las 5 de la mañana. Solo se habían detenido en Santa Rosa de Osos para cenar la noche anterior y los reincorporados creen que es necesario un descanso para continuar.

Después de otra parada en Dabeiba para desayunar llegarán a la tierra prometida.

A las 11 y media de la mañana del 16 de julio, después de dejar atrás los buses y tomar camionetas para llegar a la Nueva Área de Reincorporación San José de León, los reincorporados pisan algo más que una parcela.

Los recién llegados ponen los pies sobre una nueva esperanza que construirán junto a otros firmantes del acuerdo que ya se encuentran en la zona y que también tuvieron que desplazarse desde Tierra Alta, Córdoba en octubre de 2017. 

A 10 minutos de aquí en carro, los desarraigados de Santa Lucía empezaran de nuevo. Otra vez. Alrededor suyo están sus compañeros reincorporados y la comunidad de Mutatá. La alcaldesa, los comerciantes y hasta la Mesa de género insisten en que apoyarán a los recién llegados en lo que haga falta,  posicionando al municipio como un lugar de acogida para los guerrilleros que quieren trabajar por la paz.

Camaradas, si bien ustedes son víctimas de un desplazamiento forzado, ya no se sientan desplazados. Siéntanse en su casa, dice durante la bienvenida en el salón comunal Rubén Cano, Consejero Político departamental del Partido FARC. Así como nosotros fuimos capaz (sic) de levantar este, ustedes también lo van a hacer, y más rápido porque cuentan con el apoyo de nosotros. Vamos a trabajar, ayudar y construir paz, agrega el consejero.

A la intervención de Rubén le sigue unas palabras del Comité de Mujeres. Ustedes son familia de nosotros porque son del mismo partido. Siéntanse bien. Vamos a compartir todo lo que podemos compartir,  comenta Adriana.

Entre tanto, Pastor Alape, Delegado de la FARC en el Consejo de Reincorporación que llegó para acompañar a los desplazados, manifiesta algunas preocupaciones a futuro: Que el Gobierno sí cumpla con la compra del predio de 137 hectáreas que ha sido alquilado por nueve meses, que la asistencia médica y el plan de construcción de vivienda no sean tan deficientes como en Santa Lucía, y que la reinstalación de los proyectos productivos se haga de forma exitosa.

Por ahora,  los reincorporados respiran un ambiente festivo. Almuerzan un fiambre con pescado, criado por las personas de San José de León y luego se instalan en las casas de diferentes familias. 

Ya a eso de los dos de la tarde llegan casi todos los camiones. Uno sufrió una avería en Santa Rosa y tardará en llegar un día más. A pesar del cansancio, los reincorporados descargan las cosas. Una parte en San José y otra en una caballeriza, cerca del lote en el que se instalarán definitivamente, que hará las veces de bodega mientras el Batallón de Ingenieros N°17 abre la trocha para la construcción las nuevas viviendas. 

Al final de la tarde,en este trasteo, como en todos, se quedaron muchas cosas. Algunas, como el miedo, porque no se quieren cargar más. Otras, como la angustia, porque ya no sirven. Las de más allá, como el odio, porque ya no caben.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Brayan Montoya
Comunicador Social- Periodista. Especialista en Epistemologías del Sur. Ha sido investigador sobre problemáticas socioambientales y formador en comunicación popular. Un convencido de la transformación social y los valores comunitarios a través de la creatividad y el trabajo colaborativo. Ha hecho parte de procesos como la 2da Asamblea Nacional por la Paz (2015), La Red Interuniversitaria por la Paz (2015-2017) y el Movimiento Social por la Vida y la Defensa del Territorio -Movete-(desde 2016).