¿Viajo o no viajo?

Opina - Sociedad

2017-09-21

¿Viajo o no viajo?

La ciudadana Juliana Hernández, esposa del político Alfredo Ramos Maya, cuyo padre fue investigado por parapolítica, usó las redes sociales para rechazar la presunta presencia de “un guerrillero de las Farc”, en el mismo vuelo en el que ella viajaría. Véase la historia en este enlace de la Revista Semana

Lo sucedido tiene dos ámbitos desde los cuales se puede hacer algún tipo de análisis crítico: el primer ámbito posible es el de la posverdad[1], estado en el que al parecer se mueve la ciudadana indignada, dado que reacciona, de manera violenta, ante una información no confirmada. Al final, quedó claro que el señor Fabio Vinasco es un ciudadano que jamás militó en las antiguas Farc y mucho menos, por lo menos por ahora no se ha demostrado que haga parte de las nuevas Farc.

El segundo ámbito tiene que ver con un error mayúsculo en el que incurre la señora del senador Alfredo Ramos, al momento de señalar que “hay un guerrillero de las Farc en un avión”. A la ciudadana en cuestión hay que recordarle que hay unas nuevas Farc (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común), lo que le impide a ella y al resto de nacionales advertir sobre la “presencia de guerrilleros” en espacios públicos o privados, por cuanto hoy solo hay ex combatientes, ex guerrilleros, desmovilizados, reinsertados o reincorporados. Allí tiene varias nomenclaturas que puede usar la señora Hernández para exclamar, rezongar, gritar, vociferar o gruñir sobre la presencia de un miembro del partido político, Farc[2].

La violenta reacción, fruto de la intolerancia, el odio y la animadversión que siente y expresa la señora Hernández hacia los miembros de las Farc (antiguo grupo armado  ilegal), al parecer le sirve para esconder esa realidad política que tanto molesta a los círculos sociales  simpatizantes  con la raída bandera de la guerra y la seguridad democrática, que se agitan con inusitada fuerza desde la micro empresa electoral, conocida como  Centro Democrático; círculos al que muy seguramente ella hace parte.

Lo sucedido deja entrever lo difícil que resulta para sectores de poder social y político aceptar que un Gobierno, elegido democráticamente, en representación del Estado y con la bandera de la Seguridad Democrática, y muy seguramente con los votos de miembros de ese círculo social afecto al Centro Democrático y a las ideas de su propietario,  negoció el fin del conflicto armado con la guerrilla de las Farc.

Y como los miembros de dicho sector de la opinión y de la sociedad suelen declararse Patriotas[3] (o mas bien son Patrioteros), huelga recordarles que al hacerlo, están defendiendo el orden social establecido, el régimen político y el conjunto de instituciones que conforman el Estado. Así que, mal hacen al rechazar una negociación política que se hizo en nombre del Estado y peor daño harán si logran “hacer trizas ese maldito papel que llaman el Acuerdo Final”, que es el objetivo político-electoral del Centro Democrático.

Por ello, deben entender que con esas posturas están desconociendo la autoridad y la legitimidad del Estado[4] colombiano para implementar lo que se acordó en su nombre en La Habana y garantizar la paz, elevada constitucionalmente al carácter de derecho.

Por ese camino y contradictoriamente, estarían haciendo el mismo trabajo político que las antiguas Farc hicieron durante más de 50 años: desconocer al Estado y atacar sus instituciones.

En este caso en particular, por atacar al Gobierno de Santos, terminan por desconocer la legitimidad de los poderes públicos comprometidos en la firma del Acuerdo Final.

La reacción de la ciudadana en mención resulta de una especie de simbiosis entre una lectura de clase y de una suerte de “incontrolable animadversión simbólica”; de la primera, se desprende el poder que cree tener la señora Hernández, por su condición de esposa de un reconocido político, para advertir a la tripulación de un vuelo, de la presencia un ciudadano que no es digno de compartir ese mismo espacio, de allí que advierta, grite y “amanece” con no entrar y compartir ese vuelo; de la segunda, se desprende un odio visceral contra un símbolo político que, situado en una gorra y convertido en un simple  “suvenir o souvenir”, le recuerda que fue Cuba uno de los países garantes de la negociación entre el Gobierno de Santos y la cúpula de las Farc.

Mal ejemplo el que terminó dando la señora Hernández. Si le parece terrible e inaceptable compartir un vuelo con un reincorporado de las Farc (de las antiguas), está en su derecho de no hacerlo; pero armar una escena, con repercusiones mediáticas, solo deja entrever un estado de alteración soportado en un odio visceral que le impide asumir las responsabilidades políticas que como ciudadana y sujeto histórico tiene, para entender las razones y las circunstancias en las que se dio el levantamiento armado de las guerrillas en los años 60.

Si no es capaz de entender y comprender ese momento histórico y menos aún es capaz de valorar, desde una ética ciudadana, las dimensiones y el enorme significado que tiene haber puesto fin a un degradado conflicto armado interno, entonces la señora Hernández desconoce su propia condición de ciudadana. Y le recuerdo que el Estado es responsable de lo sucedido en 53 años de guerra interna, por acción u omisión. El mismo Estado que al parecer, la ciudadana Hernández está dispuesta a desconocer.

Ojalá los problemas del país y de todos los colombianos en estos momentos se pudieran reducir a la disquisición en la que cayó la señora Hernández: ¿viajo o no viajo?

Me pregunto ¿cuál sería la reacción de la señora Hernández de Ramos si en otro vuelo y por la misma vía de la posverdad, le llegara información que le indicara de la presencia de un Paramilitar (ahora mismo, serían ex Paras)? ¿Haría lo mismo en las redes sociales? Se abstendría de viajar y compartir el vuelo con el miembro – ex miembro- del grupo armado ilegal que perpetró, en mayor número y en peores condiciones de sevicia y maldad las más sangrientas masacres? Y para terminar, le recomiendo que lea el informe ¡Basta Ya!

 

 

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[1] Véase: http://conlaorejaroja.com/los-lideres-de-la-posverdad/

[2] Véase: http://conlaorejaroja.com/las-nuevas-farc/

[3] Véase: http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2016/03/fe-ciega.html?m=1

[4] Véanse: http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2012/04/quien-le-conviene-la-debilidad-del.html y http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2012/04/quien-la-conviene-la-debilidad-del.html

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Germán Ayala Osorio
Docente Universitario. Comunicador Social y Politólogo. Doctor en Regiones Sostenibles de la Universidad Autónoma de Occidente.