Una nación políticamente incorrecta

Somos un pueblo lleno de muertos, de historias tristes, un pueblo que se traga la depresión con fútbol y cerveza, un pueblo que ama mirar la desgracia ajena.

Opina - Sociedad

2018-07-12

Una nación políticamente incorrecta

¿Cuántas veces en la banca de un parque, en la sala de una casa o en una cafetería nos hemos sentado en compañía de familiares y amigos a “arreglar el país” como dicen los abuelos? La respuesta podría ser un número infinito y es que a los colombianos se nos ha enseñado que de vez en cuando es bueno debatir con la gente aquellas situaciones políticas y sociales que nos aquejan o que son el pan diario.

Si los extranjeros nos vieran hacer eso pensarían que somos genios políticos y que nos preocupa la situación de este hermoso trozo de tierra que llamamos patria, pero la realidad es muy diferente, a duras penas somos demagogos y siempre el día de elecciones obtenemos resultados que no concuerdan con nuestros debates sociales.

Esta columna está escrita tanto para el de derecha como para el de izquierda y solo pretende ser un motor generador de inquietudes que tal vez le sirvan más a la patria que el chisme, punto y cadeneta al que ya estamos acostumbrados.

Es 3 de julio de 2018, llevo una semana viendo noticias como “Líderes sociales ajusticiados”, “Tragedia en Ituango”, “Fracking aprobado”, “JEP detenida”, “No a la consulta anticorrupción”; y me entró una espina de esa que los colombianos llamamos taco en la garganta y como que nos chuza el corazón con ese clásico sin sabor de no saber qué hacer desde la comodidad de una sala mientras otros pobres en zonas de conflicto “comen mierda” como diríamos muchos en nuestra jerga popular.

Y es que es cierto de una u otra forma a todos nos ha tocado un poquito de esa violencia, sea por familiares, por amigos, por historias, por conocidos o porque la vivimos en carne propia; muchos como yo pensamos siempre que la paz prometida llegaría después del desarme de las FARC EP, pero solo fue un espejismo en medio de este desierto que nosotros, cada uno desde nuestras acciones, hemos creado con el desprecio a los gritos de auxilio y suplica de la gente en el campo o en las selvas.

No pienso ocultar mi afinidad con la “izquierda” que realmente en este país no existe, pero ese no es el punto a discutir en esta columna, no juzgo al que vota con convicción por Uribe, los partidos tradicionales o el que sea de su preferencia, no disfruto ver a mi país polarizado porque creo que mi madre tiene razón al decir “divide y vencerás”, es que soy consciente de que el pueblo no tiene la culpa de la ignorancia en la que vivimos permanentemente sumidos y como siempre escogiendo el peor de los males.

No, yo no culpo a los 16.000.000 de votantes, yo culpo al político, al centro del mal, a ese cáncer que nosotros mantenemos en el poder a cambio de un sancocho, un arroz chino, una botella de agua, un mercado, una teja y dos pesos que no nos alcanzan para vivir el resto de los siguientes 4 años donde nos tocan las verdes y las maduras con un sistema de salud que ya no camina, una educación cada vez más cara e inalcanzable o una oferta de empleo donde el sueldo es casi de hambre.

Y con eso no digo que todos los políticos seas malos, en alguna parte no faltara el político medio bueno o por lo menos decente y que no roba tanto. A esos políticos medio chéveres saquémoslos de esta crítica fuerte, porque no lo merecen, pero metamos a esos que llegan a nuestras casas ofreciendo platica por pegar un afiche y dar un voto, a esos (con todo respeto del que se sienta ofendido) que suponen que los subsidios son la base de equidad, no señores la equidad se construye cuando tú, yo y el de al lado tenemos un empleo digno, educación y salud o ¿ustedes creen que es justo que una mujer tenga 6 y 7 hijos para cobrar $150.000 pesos por niño? Realmente lo que esa mujer necesita no es un subsidio sino una forma de subsistencia que le asegure a ella y sus hijos el bienestar adecuado. Ese es un caso muy habitual en las comunas pobres de este bello país, donde la brecha entre ricos y pobres es tan grande que los de clase media casi podemos sentirnos afortunados de trabajar de sol a sol para vivir de manera medianamente cómoda pero endeudada.

Ahora alejémonos un poco y vamos al campo, ese campo que de pronto a muchos no nos tocó, ese campo donde habita esa gente humilde pero sabia y que le ha tocado toda la mala cara de un país que no siempre apoya su trabajo y que rara vez le agradece los productos que con amor ellos ponen en nuestras mesas, ese campesino que no puede hacer otra cosa que entregar a sus hijos como carne de cañón porque no le alcanza para comprar la libreta militar y mucho menos para mandarlo a una universidad, ese mismo que muchas veces ha tenido que dejar de sembrar café para sembrar coca porque es mucho más rentable; y es que todo hay que decirlo hace mucho éramos conocidos por el delicioso café que nuestra fértil tierra producía y de eso hoy solo nos queda una sombra, una especie de realismo mágico casi sacado de la imaginación de García Márquez.

O en su defecto el tercer escenario donde mientras unos nos quebramos el lomo trabajando en proyectos de conservación ambiental otros el día menos lo convierten en área de minería irresponsable y dañina, acabando con los recursos naturales que son nuestra única fuente de vida, pero que para ellos son un simple motor de generación de riqueza porque como son empresas transnacionales a ellos que les importa si nosotros tenemos o no agua

Somos un pueblo lleno de muertos, de historias tristes, un pueblo que se traga la depresión con fútbol y cerveza, un pueblo que ama mirar la desgracia ajena, un pueblo que le tiene miedo a ver la realidad paupérrima en la que vive porque siempre será más fácil creerle las falsas promesas al político de turno.

Somos esa mujer golpeada por un marido que siempre promete cambiar, somos ese hombre sometido a un trabajo que odia pero que necesita, somos la víctima asustada que no habla porque los “paras” están ahí como lobos sedientos esperando a que baje la guardia, somos ese país políticamente incorrecto que escoge a los mismos y luego nos quejamos cuando un compatriota muere en la puerta de una IPS que no lo atiende porque no tiene convenio con su EPS.

Esa misma que jamás pregunta qué pasa con la plata de los impuestos que pagamos a pesar de que las carreteras están llenas de huecos y los puentes ultramodernos se caen a pedazos, somos esos mismos que vivimos convencidos que un lagarto con delirios de dictador que incluso se convierte en innombrable es el mismo que nos va a salvar, un hombre convertido en mesías prometido por sus seguidores mientras esos mismos al día siguiente trabajan sin derecho a horas extras, por un salario mínimo que no le alcanza ni para la ropa ni para educar a sus hijos.

Somos ese triste pedazo de tierra bella donde votamos por el que explota, por el que mata, por el que pelea, por el que calla, por el que da plomo, por el que nos jode y manipula, por ese que se come la democracia con pan caliente cada mañana mientras los niños en la calle no tienen ni una agua de panela, pero que soñamos de manera irónica con que nuestros aportes de salud se vean reflejados en un mejor servicio, con educación de calidad y accesible para nuestros hijos, con un salario que le haga justicia a nuestra extensa carga laboral y así se nos va la vida entre sueños y malas decisiones políticas que nos alejan del sueño de una patria hermosa, el sueño que defendieron nuestras libertadores y ese mismo que un día alguien más plasmo al darnos el nombre de “República de Colombia”.

 

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Imagen tomada de 1520 WBZW

 

( 2 ) Comentarios

  1. Esta reflexion es muy interesante, entre las cuales incluye expresiones o pensamientos que muchas veces pasan por mi mente, preguntas que a diario nos hacemos cuanndo tenemos que enfrentar alguna situacion de las que se nombran aca; la negaciion a la atencion en salud aunque se pague cada vez mas cara; una falta de oportunidad para optener un ingreso para la subsistencia propia y de los hijos, la impotencia al ver que nuestros hijos tampoco tengan un futuro digno. Y ver la realidad que tienen que vivir la gente campesina que cada vez son mas y mas desplazados a sitios inciertos o a las ciudades a donde se aumenta las situaciones de pobreza y violencia porque no hhay politicas sociales que garanticen disfrutar de una vida digna. A mi me me mueve las fibras esta reflexion. Pais con una democracia incorrecta.

  2. Es muy triste aceptarlo pero es la realidad que estamos viviendo, ya alas personas no les importan el dolor ajeno, el odio invade sus entrañas y son permisivos con la corrupción en nuestras instituciones ahora tenemos que aguantamos 4 años de muertes, corrupción, violencia, Narcotráfico, asesinatos selectivos, desapariciones forzadas, se siente un sin sabor de impotencia de patria pero ya no hay nada que hacer si 10 millones votaron para tener un gobierno de decadencia y de MUERTE

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Catalina Estrada Cardona