Un país y una Constitución: 25 años después

Opina - Política

2016-07-05

Un país y una Constitución: 25 años después

El 4 de julio de 1991, hace 25 años, ocurrió el hito histórico más significativo de nuestra historia política reciente. Los dos grandes partidos tradicionales, Conservadores y Liberales, sellaron el pacto político más significativo hasta entonces, con un tercero que se instaló en la mesa, en otrora detractor, e incluso verdugo: la Alianza Democrática M-19, la cual nace de la firma de paz que se hizo con el M-19, a pesar de los embates de antaño, la inolvidable toma de la Embajada de República Dominicana en 1980, la imborrable toma del Palacio de Justicia en 1985, así como el asesinato del máximo líder del movimiento guerrillero en 1990, Carlos Pizarro.

Así mismo, uno de los hechos más dicientes de esa representación tripartita de la Presidencia de la Asamblea Nacional Constituyente, fue sentar en una misma mesa a víctima y victimario, secuestrado y secuestrador (Álvaro Gómez – M-19), con la gran tarea de deponer odios y hablar de paz, de construir por encima de los propios egos.

El país, que agonizaba al son de los fusiles de los innumerables grupos guerrilleros que saltaron a la escena desde los años sesenta, y proliferaron en masa en la década de los ochenta; las bombas del narcotráfico, los grupos paramilitares que se alzaban contra los desmanes guerrilleros; y la incapacidad de un Estado paquidérmico para hacer frente a la deslegitimación institucional; terminó sellando una época oscura con un documento de 380 artículos que consignaron las bases y principios de un país que debía recomponer el rumbo, y que necesitaba un cambio a todas luces.

Los acuerdos maltrechos del Frente Nacional, el fenómeno del narcotráfico que irrumpió con gran estruendo, los niveles alarmantes de corrupción y los fusiles de grupos al margen de la Ley, terminaron por asfixiar la poca gobernabilidad que le quedaba al país, dejando en evidencia que, a esas alturas, ni las instituciones, ni los personajes de la vida pública eran intocables.

Hace 25 años se firmó la Carta Magna con la que el país creyó que iba a cambiar el mundo. No lo arregló del todo, pero cambiaron muchas cosas. Desde entonces los Estados de Excepción dejaron de ser la constante política del país para convertirse en lo que siempre debieron ser: una excepción. Desde entonces, Colombia se proclamó como un Estado Social y de Derecho, con cabida para esos sectores invisibilizados hasta entonces, y la tan anhelada libertad de cultos.

Sin embargo, una de las grandes paradojas que arrastró el texto constitucional al momento de su firma, fue el pulso que ganó el narcotráfico en su momento, al conseguir que la Constitución accediera a la no extradición de colombianos, dando al traste con la consigna de un gran líder que el país vio caer, muerte que se convirtió en el gran motor del movimiento estudiantil que hizo posible la constituyente: el asesinato de Luis Carlos Galán.

Imagen cortesía de: lasnoticiascartagena.com

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Tuvo errores, como todo proceso imperfecto donde intervienen distintos intereses y convergen innumerables actores. Fracasó en su anhelo de detener la sangre y la infamia de la guerra porque no se involucraron todos los actores que se necesitaban para silenciar los fusiles y atajar la tragedia del desplazamiento y las desapariciones. Es cierto, el balance de estos 25 años nos reprocha la incapacidad de resolver los problemas de fondo que hoy enfrentamos aún.

Sin embargo, a pesar de los aciertos y desaciertos, sin los muchachos de la séptima papeleta, sin la Constituyente, sin los Constituyentes, sin la Carta Política de 1991, no estaríamos hablando hoy día, entre otras cosas, de una Corte Constitucional que ha salvado la patria más de una vez, de un mecanismo de protección de derechos fundamentales como la tutela, de una Jurisdicción Especial Indígena, del reconocimiento de un país diverso, que aunque algunas veces funciona a medias, plasma las bases para seguir construyendo el país que soñamos.

¿Que faltan muchas cosas aún?, ¡montones!, pero avanzamos, algo avanzamos, y esta Carta Política ha sido la única que se ha construido con diversos frentes políticos y ciudadanos en el país, producto del deseo de paz de una Colombia que se desmoronaba a pedazos en la década de los ochenta.

Hoy, 25 años después, el país se encuentra de cara a un proceso de paz que tiene millones de problemas y retos, como todos los procesos de paz. Hoy, nuestras circunstancias nos reclaman estar a la altura de esos retos. Que sirva esta experiencia como base para saber lo que tenemos que hacer, construir sobre lo construido, abrazando los anhelos de cambios y de paz. Si la generación de la séptima papeleta supo estar a la altura de sus circunstancias, la nuestra no puede ser inferior a los desafíos que hoy enfrentamos.

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Maria Jimena Padilla
Guajira, soñadora incorregible, aventurera innata, errante, despelucada, melómana... "Nací en Riohacha frente al mar caribe de donde muy pequeña me llevaron, allá en Planeta me bautizaron y en todo mi Caribe me hice libre"... Dizque economista, dizque abogada. Amante de la escritura.