Treinta años de censura a los “Versos Satánicos”

Quienes conocen el poder de los medios de difusión y de propaganda saben bien y temen a aquellos que desnudan la verdad y la bajeza del poder.

Opina - Literatura

2018-09-27

Treinta años de censura a los “Versos Satánicos”

“Salahuddin estaba en la ventana de su niñez, contemplando el mar de Arabia. La luna era casi llena; su reflejo, que se extendía desde las rocas de Scandal Point hasta el horizonte, creaba la ilusión de un camino plateado, como una división en el pelo brillante del agua, como una senda hacia tierras milagrosas. Él sacudió la cabeza; ya no podía creer en cuentos de hadas. La niñez había terminado, y la vista desde esta ventana no era más que un viejo eco sentimental” (The Satanic Verse, pág. 302)

 

En septiembre de 1988 el escritor indo-británico Salman Rushdie publicó su famoso libro Los Versos Satánicos, cuyo “realismo mágico” (que mezcla historias ficticias con pasajes del Corán), provocaron la ira del Ayatolá Khomeini, líder de la naciente revolución iraní, quien puso precio a su cabeza por medio de una fatwa u orden legal de la justicia persa, al considerarlo profano y contrario a la doctrina del islam. y, aunque nunca sufrió directamente un atentado, su traductor al japonés, Hitoshi Igarashi, fue asesinado en 1991.

30 años después las cosas no han cambiado mucho para los contradictores de la ideología del islam, todo aquel que ose escribir, producir, (bien sea cine o televisión) o parodiar alguna forma del ritual o la cultura predominante en el oriente medio y el sudeste asiático, puede ser declarado objetivo militar por alguna de las múltiples corrientes de los seguidores de Alá. Son muchos los casos de ataques a productores y realizadores audiovisuales, desde Marina Abramovic y Shirin Neshat, hasta los caricaturistas del semanario francés Charlie Hebdo.

Ese número de la revista Hebdo en particular, la edición 1178, traía además de las habituales caricaturas, una mención a la nueva novela de Michel Houellebecq llamada “sumisión”, que narra una Francia cooptada por un gobierno autoritarito de corte musulmán y a quien define el mismo autor como una novela islamófoba. “¡Escándalo! ¡Alá ha creado a Houellebecq a su propia imagen!” ironizaban en el semanario sobre el autor que en 2010 ganó el premio literario Goncourt con dicha obra.

Algunos afirman que ni las caricaturas de Hebdo, ni las letras de Rushdie eran inocentes exclamaciones, pero la censura no puede hacer parte de la difusión mediática, y, recurrir a la violencia no es la respuesta a un medio de comunicación, mucho menos a su emisor, y en ese sentido, los grupos armados de ultraderecha de nuestra amada patria no distan mucho de los extremistas islámicos.

Dos casos emblemáticos, Garzón y Matador. Símbolos de la intolerancia y la barbarie. Con la suerte y gracia de que al menos el segundo sigue vivo a pesar de las amenazas reiteradas contra su vida.  

Queda claro pues, que la censura no es asunto exclusivo del islam y, mucho menos, cosa del pasado. La iglesia católica en su emisión del Index librorum prohibitorum, hizo su aporte histórico al veto literario y, por supuesto, monseñor Ordóñez, hoy embajador en la OEA, no dudó en quemar aquellos textos que no eran de su agrado.

Quienes conocen el poder de los medios de difusión y de propaganda saben bien y temen a aquellos que desnudan la verdad y la bajeza del poder.

A pesar del tiempo transcurrido, la novela sigue siendo prohibida en al menos diez países (incluyendo la India) y el gobierno iraní mantiene la recompensa de USD 2, 8 millones de dólares sobre el pellejo de Rushdie y, a pesar de que su movilidad por el oriente próximo y lejano es reducida, su pluma nunca se ha detenido.

En noviembre de 2017 publica un libro tanto más polémico: «La decadencia de Nerón Golden». que muestra al presidente Donald Trump como un villano de una serie animada muy similar al guasón de Batman, una forma bastante original de trivializar la política norteamericana que ya de por si es rocambolesca. Esperemos que la censura esta vez no llegue de parte del nuevo imperio romano de occidente.

 

Ilustración cortesía de La Nuez.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Jorge Diego Mejía
Coordinador de la Tertulia Literaria Universidad de Antioquia. Normalista Superior, Normal Superior de Envigado. Politólogo Universidad de Antioquia. Columnista de Al-poniente (2017-2018) Colaborador de la Agencia de Comunicación de los Pueblos Colombia-Informa (2018)