Todo pasa y nada pasa

Vivimos bajo la estela de un gobierno históricamente corrupto. Y no es un asunto de diez o veinte años. Este hecho viene de décadas atrás; desde la propia época de la «conquista española». Hemos padecido interminables penumbras. Fuimos liberados por unos, para ser explotados por otros. A ciencia cierta nunca hemos tenido libertad.

Opina - Poder

2021-08-24

Todo pasa y nada pasa

Columnista:

Juan Macías Pabón 

 

Si los muertos hablaran, los vivos temblaran.

En nuestro país, la Colombia diversa, exóticamente hermosa, llena de magia, climas para todos los gustos, calidez y amabilidad en sus habitantes, existen demonios que la vuelven gris. Dos o tres nos roban la posibilidad de trascender como pueblo y de abrigar a nuestros pobladores con las oportunidades de la grandeza y majestuosidad que esta tierra nos otorga.

Siempre nos entregaron migajas. Nos mantuvieron sometidos a una línea imaginaria en la que nos hacían creer que nos entregaban todo. Que nos brindaban todas las condiciones para que pudiéramos surgir, y que las limitaciones que existían, solo eran necesarias para mantener un orden y un armónico ambiente con las leyes existentes.

Nos llenaron de patrañas, y aquellos que descubrían la verdad eran borrados de la sociedad. Los mataban. Sus huellas eran borradas del suelo. Nunca permitieron que el pueblo viera más allá de lo que ellos nos debían mostrar. Aquí, todo pasa y nada pasa.

Pasa que vivimos bajo la estela de un gobierno históricamente corrupto. Y no es un asunto de diez o veinte años. Este hecho viene de muchísimas décadas atrás. Desde la propia época de «conquista española», a la cual yo llamaría ¡El miserable sometimiento, asesinato y robo del que fuimos víctimas! Hemos padecido todas esas penumbras. Fuimos liberados por unos, para ser explotados por otros. A ciencia cierta nunca hemos tenido libertad.

Silenciaron a Garzón, a Galán, a Gaitán y a muchos otros que entendieron y quisieron transmitirle al pueblo la realidad de lo que sucedía. Descubrieron el sometimiento, intentaron quitarnos la venda de los ojos, y terminaron a ellos arrebatándoles la vida. Esa siempre ha sido la escena principal en nuestro país. Pasó antes y pasa ahora. Con personajes de la vida política y pública, o con aquellos que hacen control desde las pequeñas comunidades: los líderes sociales.

Al momento de esos hechos, el pueblo sufrido intentó reaccionar, pero una vez más, esa fuerza que por siempre nos sometió, volvió a ganar. Hicieron que el pueblo pasara la página. Nos llenaron de más mentiras y jugaron con nuestros miedos. Nuevamente, todo pasó y nada pasó.

Nos llevaron al escenario de gobiernos guerreristas que pretenden acabar la guerra con más guerra. Como si el fuego se apagara con más fuego. La guerra solo les ha servido como cortina de humo para tapar todas sus mentiras y acciones corruptas.

Hoy por hoy, tenemos grupos guerrilleros como el ELN, o las disidencias de las Farc. Grupos paramilitares como las desmanteladas AUC que operan bajo muchos otros nombres: Águilas Negras, Cartel del Golfo, Autodefensas Gaitanistas, Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada, Los Urabeños, entre otros. La guerra nunca ha parado, aunque nos vendieran escenarios como la «Seguridad democrática».

Aquí todo pasa y nada pasa. Pasa que llevamos décadas fumigando los cultivos ilícitos para acabar su producción y tener controlados a sus productores y distribuidores. Pero contrario a ello, solo se ha conseguido aumentar el precio de los kilos de la cocaína, acrecentar la guerra por las disputas de territorios, aumentar el desplazamiento y asesinato de los colombianos en el campo, y no contentos con lo anterior, hemos visto como los propios narcotraficantes financian campañas políticas, son amigos íntimos del poder y hasta son ellos mismos los políticos de turno. Están haciendo a los narcotraficantes más ricos y relevantes en la sociedad, mientras el pueblo cada día vive con más miedo, más expuesto y con menos oportunidades para vivir.

La huella de un doloroso pasado, nos sigue tocando la espalda esperando una reacción definitiva y constante por parte de nosotros. Una huella que quiere recobrar su luz. Los nombres y los sueños de todos los que cayeron, esperan que su lucha no haya sido en vano.

 

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Juan Macías Pabón
Salaminero.