Sueño de Paz

Opina - Sociedad

2016-06-26

Sueño de Paz

Cuando era un niño, varias veces tuve unos sueños bastante angustiantes. Soñaba que la guerrilla se tomaba Tuluá y entraban a masacrar a mi Familia, quedando yo como único sobreviviente.

En esos días era común ver en el periódico local, El Tabloide, las imágenes sangrientas de cualquier tragedia violenta que fuera digna de sus últimas páginas: las judiciales. Era una época en que las fotos no se pixelaban, ni se distorcionaban a manera de autocensura en el periodismo colombiano.

Constantemente corregimientos como Ceilán, Naranjal, Salónica por nombrar algunos del Centro del Valle del Cauca eran hostigados, así como los del sur del departamento Pradera y Florida. Seguramente sentí miedo, al ser recurrentes los sueños decidí dormir con mi puñal de Rambo cerca, el que me habían dado para usar en los Scouts y que tenía en el interior todo un equipo de supervivencia.

Años después (2000) tuve que cubrir como periodista para el desaparecido semanario El Mercurio, la toma guerrillera y semi destrucción de Barragán, corregimiento de Tuluá en límites de la Cordillera Occidental con el Tolima. En el camino fui retenido varias horas por el comandante de la emboscada al convoy policial que dio respuesta al llamado de auxilio de la población, en el que murió un Teniente y dos Patrulleros; horas largas e inciertas, de impotencia, viendo las prendas y pistola del Teniente como trofeo. Poco eran en realidad esos momentos, comparado con la dantesca imagen de un Municipio en el que había estado unas semanas antes para exaltar la gran despensa agrícola que era, la belleza de su geografía escarpada (parecida a Boyacá y Nariño), y sobre todo la hospitalidad de sus habitantes; ahora buena parte de los sitios en los que estuve estaba destruido por los cilindros bomba, muchísimas casas cercanas a la Estación de Policía totalmente en ruinas, todavía, 20 horas después de la toma, humeantes.

Por momentos era caminar entre las ruinas de lo conocido, de donde se había conocido belleza y humanidad; hoy, guardadas las proporciones lo puedo comparar a esa imagen en la que Adrien Brody camina entre ruinas en el final de la película El Pianista del director Roman Polanski. Eso sí, sin tanta poesía ni estética cinematográfica, pasos entre locaciones y sonido ambiente de realidad. Meses después llegaron los paramilitares a hacer justicia, a ‘ordenar la casa’, con sus básicos efectos especiales de sangre que salpica: Testimonios de los paramilitares en Justicia y Paz.

Resulta que hoy veo como mi hija de siete años ha heredado cierto gusto por ver y leer noticias, lo hace a mi lado, pregunta y pregunta, incansable por aprender, también por comprender lo que pasa, lleva dentro un chip perfectamente instalado de qué, quién, cómo, dónde y por qué… Creo que por ahora no hemos llegado a imágenes e impactos como las que ví algún día siendo niño. A diferencia mía que nunca fui llorando al cuarto de mis padres por los violentos y sangrientos sueños, confío en que Ella lo haga si se llega a sentir igual.

Siento gran alivio y sobre todo esperanza de que con la firma de la paz se minimicen la posibilidades de que más niños en Colombia tengan imágenes como estas en sus cabezas, que no se sientan creciendo en el país del no futuro, del que todo vale.

Pero no soy tan ingenuo. La guerrilla no es el mayor de todos nuestros males, ni tampoco el más antiguo. Se acaba una guerra, una que era un gran telón distractor para usarse como excusa para todo, longeva, sobreviviente al capital económico y militar de los Estados Unidos; quedan muchas más para este país corrupto y mafioso, sumergido en el actual bamboleo e ignorancia mediática, arribista como pocos, por ello indolente, ajeno y distante a una verdadera cultura y raíces: nuestra identidad es lo que esté ‘de moda’.

Consecuencias más funestas que todos estos años de guerrilla son los gobiernos corruptos saqueando el Estado, dejándonos en este atraso en infraestructura, porque cualquier reparcheo de un hueco se paga tres veces o hasta más, el sistema social politizado: educación y salud, las narco política, parapolítica, farcpolítica, la politización de la justicia, la corrupción rampante en las Fuerzas Armadas.

Imagen cortesía de: infantilesdelgrancapitan.wordpress.com

Imagen cortesía de: infantilesdelgrancapitan.wordpress.com

Un pueblo sin poder hasta el día que haya un verdadero Estado, sus mecanismos de regulación y de participación ciudadana funcionen, no las mafias que pululan en todos los poderes públicos y nuestra sociedad; porque demostrado está cómo hacen cumbres para cuidarse entre si, aumentar su riqueza y poder, se cuidan entre ellas para que ‘el orden’ no se pierda.

Me encantaría que Santos pague, Uribe, Pastrana, Samper, Gaviria, Barco, Betancourt, Turbay, López, Pastrana…, y así sucesivamente hasta llegar a todo el que haya usado el poder para enriquecerse o perpetuarse él, sus grupos políticos, cómplices,  familiares y amigos; sobre todo para dejarle claro a los que están pensando en la política y el estado como negocio personal que se equivocaron de país.

Razón tenían los amigos estos de Uribe en una expresión que usaron para justificar la expansión de su aparato criminal de los campos a la política: hay que refundar el país. La cuestión es no dejar que lo hagan esos ex paramilitares, ni los ex guerrilleros, ni los mismos políticos corruptos que ya estuvieron en el poder demostrando su aventajada ineptitud. Cambio, se necesita un cambio total en la ética y moral del Estado Colombiano y de su sociedad.

La paz es caminar al lado del enemigo, del verdugo de otrora, civilizadamente aceptar y respetar, como algún día tuve que hacerlo al abordar un vuelo demasiado cerca para mi gusto con Francisco Galán, el ex comandante del ELN a quien en ese momento lo quise arrastrar por toda la pista de aterrizaje halado de su barba; pero no, tengo claro que no estoy por encima de la Ley, de lo pactado por el Gobierno que me representa, y del Estado al que pertenezco. Ojalá democráticamente Timochenko y sus secuaces paguen también cuando ejerzamos nuestro poder en las urnas, que unas aplastantes mayorías les dejen saber a estos ex guerrilleros que sus ideas, métodos y propuestas nunca nos identificaron y tampoco queremos que nos representen. Cosa que sólo sucederá si el Estado rápidamente toma posesión de todo el país, sus representantes y la sociedad en general nos dediquemos a cumplir la Constitución y las Leyes.

Mientras tanto déjenme disfrutar de este Sueño de Paz.

Publicada el: 26 Jun de 2016

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Juan Camilo Duque Cruz
Tulueño, Comunicador Social. Padre de María José y Valentina. Experiencia en RRHH y Ventas Corporativas.