Resistencia civil a la guerra

Opina - Conflicto

2016-06-26

Resistencia civil a la guerra

Capítulo 1

Los colombianos nos jugamos el partido más importante de nuestra historia; se juega por la vida, por la paz y la reconciliación nacional. El futuro del país que todos queremos, el de nuestros hijos, nietos y sus descendientes está en nuestras manos ahora más que nunca. Para lograrlo debemos unirnos en un SÍ categórico en favor de la paz y aportar nuestro granito de arena para la consecución de la misma. La paz no es de Santos, ni de Uribe, “es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”, como lo establece el artículo 22 de la Constitución Política de Colombia de 1991; es una construcción colectiva, es un trabajo de equipo donde debe primar la unidad y la solidaridad, dejando a un lado los odios y aceptando las diferencias.

Entre todos y todas podemos construir un nuevo país con más y mejores oportunidades. El primer paso para terminar la guerra de más de 50 años, que nos ha costado tantas vidas, fue el diálogo y la concertación entre las partes involucradas, hasta lograr el acuerdo de cese al fuego bilateral y dejación de armas.

Es pertinente remontarse al nacimiento del conflicto armado colombiano. El país sufrió durante muchos años la disputa entre conservadores y liberales por el dominio político, económico y territorial, este escenario propició el surgimiento de los movimientos de autodefensa campesina. Después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, nació el Movimiento de Resistencia Campesina, que se autoproclamó independiente, liderado por Manuel Marulanda Vélez -Tirofijo-.

En 1964, el gobierno de Guillermo León Valencia bombardea en Marquetalia el campamento del mencionado movimiento campesino, en donde se encontraban hombres, mujeres y niños. A partir de este suceso el Movimiento de Resistencia Campesina se convierte en la primera guerrilla comunista de nuestro país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo -FARC-EP.

Igualmente, el Ejército de Liberación Nacional -ELN-, inspirado en la revolución cubana de 1959, nace como un movimiento revolucionario con una fuerte representación estudiantil, promulgando la defensa de la soberanía nacional. El país se encontraba sumergido en la violencia política y social durante la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla y la instauración del Frente Nacional. Varios estudiantes, después de asistir a entrenamientos en Cuba en 1962, fundan en 1964 la guerrilla liderada por Fabio Vásquez Castaño. Al movimiento se unieron posteriormente varios sacerdotes inspirados en la teoría de la Liberación Nacional, entre los cuales se destacan Camilo Torres y el cura español Manuel Pérez.

En 1967 nace el Ejército Popular de Liberación -EPL-, cuando el pleno del Partido Comunista Marxista-Leninista ordenó el traslado de sus cuadros directivos al campo, logrando fortalecer el movimiento campesino principalmente en las regiones de Urabá y Córdoba. En febrero de 1991 se desmovilizó el grueso del grupo guerrillero como resultado de los diálogos de paz iniciados en mayo de 1990. Actualmente las acciones del EPL, se concentran en zonas de Caldas, Antioquia, Norte de Santander y La Guajira.

El 19 de abril de 1970 se enfrentan en las elecciones presidenciales Misael Pastrana, en representación del Frente Nacional, y el General Gustavo Rojas Pinilla. Una coalición de izquierda unida al movimiento político Alianza Nacional Popular -ANAPO- y a disidentes de diferentes partidos políticos, apoyaron la aspiración presidencial de Rojas Pinilla. Las elecciones, que dieron ganador a Pastrana, fueron un robo descarado y vergonzoso en la historia del país.

Como respuesta ciudadana, nace el Movimiento Diecinueve de Abril -M-19- en 1974, como una organización político-militar, patriótica, antioligárquica y antiimperialista. El 9 de marzo de 1990 se firma el exitoso acuerdo de paz entre el gobierno de Virgilio Barco y el M-19, el cual condujo a la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, que derivó en la actual Constitución Política de Colombia y en la ejemplar reinserción a la vida civil de Antonio Navarro Wolf, Gustavo Petro Urrego y muchos otros.

Adicionalmente, el Movimiento Armado Quintín Lame fue creado en 1974, buscando defender los territorios y las comunidades indígenas de terratenientes, militares, funcionarios oficiales y otros movimientos armados. El Quintín Lame negoció con el Gobierno de César Gaviria desde agosto de 1990 hasta mayo de 1991, lo que llevó a su desmovilización y a su participación en la Asamblea Nacional Constituyente que promulgó la Constitución Política de 1991. Su participación en la Asamblea contribuyó a que las problemáticas indígenas fueran discutidas y varios derechos étnicos fueran reconocidos en la Carta Magna.

Es importante tener en cuenta el informe del grupo de investigadores del Centro Nacional de Memoria Histórica ¡Basta Ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad, sobre los cinco ejes fundamentales para entender el conflicto armado colombiano. (Ver video)

  1. Disputa por la tierra y el conflicto agrario. ¿Por qué es tan importante una reforma rural  integral y la restitución de tierras a sus verdaderos propietarios?. (Ver video)
  1. Ausencia de garantías para la participación política.
  1. El narcotráfico, causa y origen del proyecto y la expansión paramilitar.
  1. Contexto mundial y presión internacional.
  1. Presencia fragmentada del Estado en el territorio nacional.

Es entonces necesario tener en cuenta que la firma de un acuerdo de paz entre el gobierno de turno -en representación del Estado colombiano- y las guerrillas, es un avance fundamental en la consecución de la paz, donde es primordial el cese de hostilidades y la dejación de armas. De ahí, en adelante, el balón queda en las manos del Estado colombiano, quien debe garantizar el cumplimiento de los acuerdos pactados.

Es aquí, donde es importante la participación de cada uno de nosotros, de los movimientos sociales, indígenas, campesinos y populares, los sindicatos y las agremiaciones, para así lograr el cumplimiento de los acuerdos pactados y afianzar una paz justa y duradera, con menos desigualdad social, con derecho a una educación gratuita y de buena calidad para todos, a una buena salud pública y preventiva, a un trabajo y una vivienda dignas. Un país donde se garantice el derecho a la sindicalización, a la agremiación y a la protesta social pacífica.

Finalmente, el camino hacia la paz es ahora, no permitamos que ese porcentaje mínimo de colombianos que mantiene vigencia política con la guerra, que enfrenta a los hijos de los pobres y que se enriquece con ella, nos arrebate el derecho de vivir en paz. Juguemos el partido más importante de nuestra historia, con una férrea defensa que se resista a seguir viviendo indefinidamente en guerra. Ganemos el partido por la vida y la reconciliación nacional y dejémosle a nuestros descendientes un mejor país, diciéndole SÍ a la paz.  

 

Nota: El capítulo 2 de ‘Resistencia civil a la guerra’, que se publicará próximamente, contiene: Los infructuosos procesos de paz colombianos, reseña del actual proceso de paz, lo acordado entre el gobierno en representación del Estado colombiano y las FARC-EP en los diálogos de paz de la Habana; la importancia y la necesidad de abrir, a la mayor brevedad posible, los diálogos de paz con el ELN; y las conclusiones finales.

Publicada el: 26 Jun de 2016

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Santiago Carrascal
Coordinador de Bienestar Universitario, presidente del Sindicato de Trabajadores y Empleados de la Universidad Francisco de Paula Santander-Ocaña, entre 1982 y 1989. Estudió Contaduría General, es comerciante y vive en Bogotá desde julio de 1989. Interesado en temas nacionales e internacionales. -En un mundo de mentiras decir la verdad es un acto revolucionario-. George Orwell.