Relaciones Internacionales para Humanos

Opina - Internacionales

2016-07-27

Relaciones Internacionales para Humanos

En estos últimos meses he tenido el placer de volver a estudiar temas de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Debo decir que me he sentido como niña en dulcería, especialmente al recordar conceptos como “anarquía”, “construcción social” o “hegemonía”. Pero hoy no vengo a hablarles de teoría, sino de un ejercicio interesante que he estado implementando: la aplicación de algunas ideas de Relaciones Internacionales o Derecho Internacional en la vida cotidiana o en las relaciones interpersonales. Sé que suena extraño, pero es un ejercicio que recomiendo a todos aquellos que -como a mí- no sabemos qué es eso de “inteligencia emocional” o nos cuesta “leer” a los demás.

Entonces, les presento tres ideas que he aprendido en estos meses y que son aplicables a su día a día. No creo que sean las únicas, pero se las iré compartiendo a medida que las detecte.

  • Si no hay protesta, es aceptación.

¿Se han preguntado por qué Argentina continúa poniendo el tema de las Malvinas en diferentes foros multilaterales? ¿O por qué Palestina continúa alegando por las fronteras que tenía antes de 1967? Sencillo: porque el día en que dejen de hacerlo, estarán aceptando la situación que de facto imponen Reino Unido e Israel. Además, las protestas de los países sirven como carga probatoria en el momento de acudir ante un tribunal internacional.

Esta lección, aplicada a la vida cotidiana, es aún más sencilla: No hay que quedarse callado ante las cosas que nos disgustan. Si usted, amigo lector, tiene un familiar, amigo, pareja o compañero de trabajo que hace algo que le desagrada o que lo afecta, debe decirlo (constructivamente, claro). La otra persona no tiene una bola de cristal para adivinar lo que nos gusta o no, y va a asumir que su comportamiento es el adecuado, a no ser que alguien le diga lo contrario. Ahora, esto no significa que esa persona cambie automáticamente su actuación, pero nosotros sí sentamos un precedente de que algo no está bien, y sobre eso, se puede “reclamar” más adelante.

Finalmente, si usted es como yo, y le cuesta decir lo que le molesta o le desagrada de los demás, recuerde que puede estar dando pie a que lo maltraten con cada concesión que haga. No se resigne a perder las Malvinas o la Frontera de 1967: no tiene porqué ser así.

  • Compromiso

Este concepto se refiere a uno de los tres instrumentos de la política exterior, en el que los Estados hacen una transacción en aras de obtener la máxima satisfacción posible de sus intereses. También hace referencia a una estrategia de negociación intermedia entre ceder e imponer o entre evitar y colaborar. En palabras más sencillas, el compromiso es el acuerdo al que se intenta llegar con la contraparte al no ser posible persuadirla o forzarla a aceptar ciertas ideas o términos.

Para la vida cotidiana, la lección es simple: son raras las veces en las que obtenemos exactamente lo que deseamos de los otros. Para todo lo demás, debemos estar dispuestos a negociar y a ceder un poco en nuestras pretensiones. Hay ocasiones en las que damos con personajes realmente inflexibles, que no se mueven un milímetro de su zona de confort o de sus intereses. Con ese tipo de personas aún no he descubierto cual puede ser la estrategia más efectiva (diferente a ceder), pero definitivamente les sugiero abandonar la idea de la negociación bilateral: es preferible intentar con la presión de grupo o con el no acuerdo.

El mejor ejemplo de esto a nivel internacional fue el fracaso en la negociación del ALCA en 2005: si usted tiene una contraparte muy fuerte, y no puede negociar términos favorables (ni siquiera en grupo), es mejor no acordar nada.

Lo anterior me lleva a otro punto importante: no llegar a un acuerdo con los demás también es posible, e incluso, válido. Como diría el viejo adagio “uno no es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo”, y hay personas con las que definitivamente uno no pasaría ni un minuto más del necesario. Esto ha sido un gran descubrimiento para mí, no por toparme con gente que no me agrade, sino porque podría ser yo quien desagrade a otras personas. Sin embargo, como bien dice otro adagio “el que lo quiere a uno, lo quiere a uno como es”; por ello, hay que aceptar cuando una relación o amistad simplemente no puede funcionar y dejarla ir. Quizá en otro momento si sea posible.

  • No es lo mismo una guerra preventiva, que una guerra pre-emptiva
Imagen cortesía de: international.anahuacmayab.mx

Imagen cortesía de: international.anahuacmayab.mx

Estos dos conceptos suelen confundirse, especialmente cuando se habla de la intervención de Estados Unidos en Irak en 2003. Por ello, es pertinente hacer la distinción: una guerra preventiva es aquella que se lleva a cabo a partir de una sospecha, sin tener la certeza absoluta sobre la amenaza que se busca contrarrestar; mientras que una guerra pre-emptiva es aquella en la que se desarrollan acciones contra hechos reales y probados que constituyen una amenaza. La guerra en Irak de 2003 -bajo esta distinción- fue preventiva, porque se basó en la sospecha de que Hussein tenía armas de destrucción masiva, sin pruebas reales de su existencia.

En la vida cotidiana, esto se traduce un consejo simple: procure no actuar bajo supuestos, ni se deje llevar por rumores o chismes. Hay que aceptar el hecho de que nunca poseemos toda la información que quisiéramos, y que no podemos controlar todos los resultados de nuestras acciones, ni mucho menos las de otras personas. Por ende, lo mejor es ser honesto y directo con los demás. Si quiere saber algo y actuar sobre seguro, abandone el rumor y diríjase a la fuente. He escuchado muchas historias de relaciones felices, donde todo empezó con la pregunta de “Bueno ¿y usted y yo qué?”. Admiro esa capacidad social, y me reconozco incapaz de preguntar algo así. No obstante, si ustedes también tienen ciertos miedos e inseguridades en esta materia, les tengo una buena noticia: la confianza en uno mismo y la sinceridad son las mejores herramientas para ello, y se pueden adquirir. Quizá hoy sigan peleando guerras preventivas, pero mañana es posible avanzar hacia las guerras pre-emptivas, en las que esas preguntas directas dan buenos resultados.

Espero que algo de esto les sirva para ser más asertivos con las otras personas, o al menos, para no frustrarse por el estado actual de sus relaciones con los demás. Todos aprendemos de esto sobre la marcha.

Adenda: Es muy bueno estar de regreso en Con La Oreja Roja: escribir aquí me hacía mucha falta. Procuraré no ausentarme así nuevamente.

 

Publicada el: 27 Jul de 2016

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Dora Carreño
Entre otras cosas, Politóloga de la Universidad de los Andes. Pd: Aquí solo expreso mis opiniones personales.