Que les piquen caña

Pese al aislamiento, los indígenas del Cauca y el Proceso de Liberación de la Madre Tierra están en medio de las balas. ¿Ataques coordinados entre el Ejército y el sector empresarial contra las comunidades?

Opina - Conflicto

2020-04-27

Que les piquen caña

Columnista:

Brayan Montoya 

 

Hace tiempo que no escribía. Dejé de hacerlo por diferentes razones que no vale la pena explicar, sin embargo, me motivé a hacerlo de nuevo por la misma razón que la primera vez. Indignación, que ya indigesta después de tanto tiempo de guardada, busca salir sea como fuere. Pero no pretendo vanagloriarme de mi personal regreso (estoy seguro de que ni han notado mi ausencia). Entonces prefiero compartirles algunos dramas y luchas de nuestros hermanos y hermanas del Cauca en tiempos de pandemia.

Ahora bien, antes de entrar en materia creo que debemos echar un pequeño vistazo al Paro Indígena del año pasado, deslegitimado por el Gobierno que parecía decirles socarronamente y, en palabras de nuestra versada ministra del Interior, que dejaran de “chillar”.

Los medios también lo hicieron. Por ejemplo, en el programa radial del reconocido primer cuñado de la nación, Néstor Morales, se abría un debate distorsionado sobre el supuesto hecho de que todos los indígenas nacían ya con una hectárea de tierra debajo del brazo, en lugar del pedacito de pan con el que (según las tías) nacemos casi todos. En resumidas cuentas, que pocos colombianos tenían ese privilegio y que (según mi entender y tomándome algunas licencias interpretativas) “si quieren más que les piquen caña”.

Pero, según la Oxfam en su informe Radiografía de la Desigualdad (2017), Colombia es el país latinoamericano con mayor concentración en la tenencia de la tierra: “El 1 % de las fincas de mayor tamaño tienen en su poder el 81 % de la tierra colombiana” y no se refiere precisamente a los resguardos, que no son siquiera comparables con las propiedades de los privados. Primero, por su carácter colectivo e innegociable y por la calidad de la tierra disponible; segundo, por fallas en el censo de la población indígena hecho por el DANE en 2005 (por no mencionar las sombras que arroja sobre los datos el tema sin resolver de los baldíos); y tercero, porque el papel puede con todo y hay comunidades que no gozan efectivamente de la tenencia de la tierra, pese a aparecer como dueñas. Eso por dar unas cuantas puntadas sobre el tema, sin embargo, existen muchas razones más que enredarían la pita considerablemente, como el conflicto armado, por decir cualquier cosa.

Ya sé que parezco publicidad engañosa de página pirata para ver películas que promete agrandar el pene, detener la calvicie o bajar de peso de forma milagrosa y que jamás llevan a nada realmente. Pero estoy a punto de llegar a lo que prometí contarles en el primer párrafo. Simplemente, me pareció importante este preámbulo para no descomplejizar un tema tan jodido.

Poco o nada hemos escuchado en los noticieros sobre el fuego cruzado entre el Ejército y las guerrillas en el que han quedado entrampadas las comunidades del norte del Cauca. Obviamente es más importante informar que James sigue entrenando en su casa, pero no es un asunto de raiting, sino de inconveniencia empresarial que conllevaría profundizar el tema de la violencia sistémica.

¿Por qué? Porque tendrían que mencionar a un colectivo conocido como Liberadores de la Madre Tierra, una plataforma de las comunidades indígenas del Cauca que se enfrentan a los grandes poderes agroindustriales y al mercado global. Machete en mano, tumbando cañas, quitando alambradas y, sobre todo, sembrando comida.

Un proceso que “oficialmente” solo tiene cinco años, pero que hunde sus raíces en las luchas de hace más de tres décadas, marcadas por la dignidad en medio de la muerte. Para la muestra, la despreciablemente famosa masacre de Caloto, perpetrada contra el Pueblo Nasa por miembros de la Policía Nacional y civiles armados (para no hablar de paramilitares).

Una lucha ‘robinhoodezca’ (para aquellos que solo entienden referentes occidentales) que reabre el eterno debate entre lo legal y lo legítimo. Algo nada conveniente para los nobles y cortesanos de esta moderna monarquía feudal.

Lo que sí han hecho los “dueños” de este platanal en los medios de comunicación, es tratar de victimizarse. El 3 de abril Asocaña se pronunció sobre los “daños a sus cultivos” y pidió a las autoridades “competentes” tomar cartas en el asunto. Lo que no dijeron era que ya se había convenido con la Fuerza Pública militarizar las zonas liberadas desde mediados de marzo (a tal grado que el 12 de abril el Ejército habría abierto fuego contra los liberadores y liberadoras en la Finca El Chimán).

Tampoco mencionaron que, a la fecha de las declaraciones, ya andaba rondando una supuesta recompensa por cada persona perteneciente a este proceso que fuera asesinada; ni las provocaciones constantes del ESMAD, ni “los falsos positivos judiciales” que estas comunidades denuncian desde enero.

Una preocupante realidad que viene escalando con bombardeos y enfrentamientos en las zonas liberadas, cada vez más frecuentes en el último mes (hasta 2 veces por semana, según las comunidades). ¿Coincidencia o ataques coordinados?

Sin embargo, los esfuerzos por construir un mundo más solidario en medio de la pandemia no cesan. El 24 de abril el proceso de Liberación de la Madre Tierra llegó a Cali, con su Marcha de la Comida, para repartir yuca, plátano, maíz y otros alimentos sembrados en las zonas liberadas, pese a las fumigaciones y esfuerzos de múltiples actores para destruir los cultivos.

“Para desalambrar la tierra hay que desalambrar el corazón. Entre las y los de abajo compartimos alimento liberado con el corazón que ya palpita un mundo donde la solidaridad y la dignidad son principios básicos de vida”, anuncian los liberadores con alegría en sus redes sociales, a pesar de que un día después de este gesto, ya reportaban 12 vacas envenenadas.

Paradójicamente, la pantalla y las menciones de heroísmo, se las llevan los títeres del poder, con sus chaqueticas grandes y sus discursos vacíos.

Terminaré simplemente preguntado ¿hasta cuándo permitiremos la tiranía y la incompetencia de este Gobierno? Ya lleva casi dos años de aprendizaje; “si quiere más que le piquen caña”.

 

( 1 ) Comentario

  1. Que bueno poder ver la realidad del país… Me siento muy contento de poder leer sus columnas

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Brayan Montoya
Comunicador Social- Periodista. Especialista en Epistemologías del Sur. Ha sido investigador sobre problemáticas socioambientales y formador en comunicación popular. Un convencido de la transformación social y los valores comunitarios a través de la creatividad y el trabajo colaborativo. Ha hecho parte de procesos como la 2da Asamblea Nacional por la Paz (2015), La Red Interuniversitaria por la Paz (2015-2017) y el Movimiento Social por la Vida y la Defensa del Territorio -Movete-(desde 2016).