¿Por qué marcharon las FARC hacia la nada?

Opina - Conflicto

2017-02-06

¿Por qué marcharon las FARC hacia la nada?

El Gobierno incumplió con la infraestructura para las zonas veredales. No cumplió en diciembre y tampoco lo hizo en enero. Y nos mintió de forma descarada. Cinco días antes de la fecha límite para acondicionarlas (enero 31), Carlos Córdoba, gerente encargado de estas zonas –donde las FARC dejarán las armas y harán tránsito a la vida política, económica, social y cultural–, en rueda de prensa afirmaba que “el Gobierno Nacional garantiza en cada uno de estos campamentos los servicios para la vida digna: el agua, el alcantarillado, la luz eléctrica”.

Pero al llegar la fecha límite, el escenario fue otro. Fotos y videos reportados por la guerrilla mostraron las condiciones inhumanas que ahora deben afrontar  en la mayoría de los 26 sitios dispuestos para su estancia, los cuales fueron denominados en el Acuerdo de Paz como Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN).

Lo que llama la atención, más allá del incumplimiento del Gobierno, es que las FARC tenían conocimiento del estado de las zonas veredales. Sabían que no estaban listas y no tendrían condiciones dignas paras ocuparlas durante los seis meses que permanecerán en ellas. Tal es el caso de la Zona Veredal de La Elvira (Cauca), donde los guerrilleros comandados por Jorge Torres Victoria (Pablo Catatumbo) marcharon hacia la nada, encontrándose con un terreno sin construcción alguna, sin agua ni electricidad.

Sin embargo, esta marcha de la guerrilla hacia la incertidumbre, o hacia la nada, resultaba necesaria. En una sociedad dominada por la propaganda de las ruedas de prensa de la Presidencia, no bastaban los trinos de Rodrigo Londoño (Timochenko), máximo líder de las FARC, afirmando que el Gobierno mentía. El espejismo de las ruedas de prensa debía ser derribado con los guerrilleros dando testimonio de su situación en el terreno. Porque en una Colombia donde la opinión pública fue moldeada para dar validez a solo una de las partes en guerra, el Estado, poco importa lo que diga la guerrilla.

El descalificar a una de las partes, en este caso a la guerrilla, son efectos del conflicto; en tanto que borrar la dimensión humana de los contrincantes es una de las estrategias de la guerra.

En este terreno el Estado derrotó a las FARC en las ciudades. Empleando los medios de comunicación que reproducen la versión del Gobierno, guerrilleras y guerrilleros fueron despojados de toda humanidad, y en su lugar aparecieron monstruos con fusil.

Imagen cortesía de: El Espectador

Aunque lo anterior no puede verse como un resultado general. En el contexto rural, en la Colombia profunda, el efecto no fue el mismo. Para las comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes, las FARC no fueron despojadas de su humanidad: la relación inevitable con los guerrilleros que históricamente han habitado sus territorios, y el vivir directamente la guerra que en las ciudades solo se ve por televisión, impidieron que esto sucediera.

Una prueba de esta relación histórica la contemplamos durante la marcha de las FARC hacia las zonas veredales. Comunidades del campo despidiéndoles y saludándoles durante el camino, y a la espera de su llegada, dejaron testimonio de una humanidad que negaron los medios, pero que ahora empieza a reestablecerse.

Y si no se reconoce esa humanidad, la paz simplemente será un adorno jurídico que aplazará por algunas décadas, o años, el regreso de la guerra. Porque el incumplimiento del Gobierno con las zonas veredales representa no solo el retraso para implementar los acuerdos de paz; su actitud, ante todo, es reflejo de la política que, conforme avanza la corrupción y crímenes contra la oposición, condena a sectores de la sociedad a vivir en condiciones indignas, una actitud que hace más de cincuenta años desató una guerra que estamos tratando de remediar.

 

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Alexander Escobar
Hijo de la prensa alternativa.