Poemas para una semana non sacta

Llora la tierra a sus hijos que germinan como árboles endémicos, llora por causa del hombre blanco, llora porque su lengua muere con el silencio de sus ancestros.

Narra - Literatura

2019-04-16

Poemas para una semana non sacta

Aquí hubo una guerra

Es verdad señora, aquí hubo una guerra que acabó con la vida de los niños
La luna se teñía de sangre, el sol bajaba su amarilla cabeza
Las flores marchitaron y el pasto se secó

Es verdad señor, aquí hubo un conflicto entre seres humanos ciegos de ira
La sonrisa de los ancianos desapareció, como el rastro del jaguar
La bondad se evaporó de la faz de los adultos

Es cierto señores dirigentes, países emergentes y desarrollados
Aquí se vivió la barbarie, se contaban las cabezas y los dedos
Los ríos se tornaron rojos y el cielo negro

Es correcto señoras, sus hijas han parido muertos con armas de largo alcance
La mezquindad se ha tomado los montes y los bosques
Aquí la guerra continua y nadie quiere aceptarlo.

 

Miénteme

Dame vinagre y belladona
Llévame a los campos del absurdo
Cántame la canción del fin de los tiempos
Suelta la espada de Damocles en mi roja cabeza
Enséñame el veneno que acecha entre tus piernas
Léeme con tus labios de coral el secreto de la vida eterna
Átame al tronco de sésamo y ponme a merced del orco
Hazme creer que el mundo es un lugar posible
La manzana de tu sexo impacta mi pequeña existencia
Ora un pasaje de la biblia de vuestra abuela
Vulnérame las entrañas como un buitre hambriento
Vierte en mi lacerada espalda el dulce almizcle
Miénteme con tus ojos descaradamente dichosos

 

Dime la verdad

Muéstrame tus manos hambrientas
Dame tus dudas como tumores
Haz un inventario de mis poros
Extráeme las niñas de los ojos
Llévame en tu cálido seno para siempre
Pues entre el crepúsculo y el ocaso…
Extraeré las niñas de tus ojos
Haré un inventario de tu dermis
Te mostraré mis manos hambrientas
Te daré la muerte como lazos blancos
Me darás la confianza de morir a tu lado.

 

Fenestra

Tu ausencia es el introito a mi tártaro destino
el ajenjo es el néctar que fluye en mis arterias
manos invisibles recorren mis plantíos.

Tu risa me condena al vértigo infranqueable
Busco en cada vientre los pasos de Sodoma
El petricor de la noche se hace cómplice

En una ventana quedaron mis viriles espectros
En la comisura de tus labios mis entrañas bermejas
Ahora solo queda una canica y un gato tuerto.

 

Epilogo

Llora la tierra a sus hijos
Que germinan como árboles endémicos
Llora por causa del hombre blanco
Llora porque su lengua muere
Con el silencio de sus ancestros.

Resguarda la tierra a sus hijos desnudos
Acoge en su seno la osamenta del humilde
Resguarda los dioses que descienden al valle
Bendicen al maíz y al pájaro mutilado
Los niños de barro sueñan en colores.

Arde la tierra de coraje
Las llamas del sol advierten la intifada
Arden las bucólicas fronteras del absurdo
Arde el zenit ante la ceguera del mamífero erguido
¡Pedante gobierna el señor de las sombras!

 

Foto cortesía de: RCN Radio

 

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Jorge Diego Mejía
Coordinador de la Tertulia Literaria Universidad de Antioquia. Normalista Superior, Normal Superior de Envigado. Politólogo Universidad de Antioquia. Columnista de Al-poniente (2017-2018) Colaborador de la Agencia de Comunicación de los Pueblos Colombia-Informa (2018)