Columnista:
Elizabeth Castillo
Me enteré de la medida de “Pico y género” hace unas horas que recibí la llamada de un medio de comunicación, que preguntaba qué opinaba. Como acababa de ver el decreto, manifesté que me parecía la mejor de las dos medidas que veía posibles en este tema y en estas circunstancias. De manera insistente me pidieron que aclarara por qué me parecía lo más adecuado, y traté de explicar por qué me parece una medida acertada. Les comparto lo que pienso al respecto.
En primer lugar, es necesario aclarar que hay dos opciones para abordar este tema: por un lado, de acuerdo al número de la cédula, con los problemas que paso a señalar. Y, por otro, de acuerdo al género, es decir, a la apariencia externa de una persona y a cómo quiere ser identificada, o sea, el “pico y género” que ahora comentamos.
Vamos por partes. En Colombia durante años se estableció que las personas tendríamos el número de la cédula de acuerdo al sexo y a la ciudad en la que es expedida. Así las cosas, todas o la mayoría de mujeres que sacaron su cédula en Manizales en 1988, tendrán una cédula que empieza por el número 30, treinta millones algo.
Así es posible saber qué sexo tiene una persona (o cuál le fue asignado al nacer, así ya no lo use) solo por el número de su cédula. La numeración mil millones, se usa desde hace unos 10 años, poco más. Y hay un importante número de personas trans que no han cambiado sus documentos, ni consideran necesario hacerlo, como es su derecho.
Entonces, definir el criterio por el número de la cédula tiene problemas serios, como que una persona trans, que no haya hecho cambio de sus documentos de identidad, no podría salir a la calle, en el día que le correspondería de acuerdo a su identidad de género, femenina por ejemplo, pues el número de su cédula, correspondería al de un hombre.
Y hay un factor adicional, nada menor: verificar el número de la cédula implicará mayores posibilidades de contacto físico y, por tanto, de contagio, en un momento en el que la consigna es aislamiento y separación. Por eso acudir a la apariencia, aunque es rudimentario y no nos satisface, implica un menor riesgo de vulneración que la definición por número.
Ahora quisiera detenerme un momento en el tema que nos convoca, que es el asunto que está resolviendo el Gobierno Distrital con este decreto. El tema que se está resolviendo es cómo lograr que haya el menor número de personas circulando en la calle y cómo hacer para optimizar los tiempos de salida, porque —no está de más señalarlo— estamos afrontando una pandemia que nos afecta como especie, más allá de cualquier categoría identitaria.
Se están tomando medidas excepcionales para resolver problemas excepcionales que nadie había afrontado antes. Ni la gente con grandes competencias, ni los incompetentes a cargo, que para desgracia o fortuna suya (ya lo veremos) han tenido que capotear este temporal. Sobre esta medida, puedo decirles una cosa, no me consultaron, pero si hubiera sido consultada, habría aconsejado esta solución, el “pico y género”. No me satisface plenamente, sin embargo, es la que identifico como menos riesgosa y compleja de ejecutar en las actuales circunstancias.
En otras circunstancias valdrían discusiones distintas, pero es que estamos en una situación atípica, que justamente viene a retar la idea de que somos distintos. Lo que nos está haciendo iguales frente al coronavirus, es que respiramos. Y que somos de esta especie. Nada más y nada menos que eso. No hay sexo, género y, tampoco identidad de género, que nos excluya del riesgo de adquirir la COVID-19 y convertirnos en la estadística fatal de un día con muchos o pocos muertos.
Sé que hay factores económicos y sociales estructurales que hacen que no tengamos el mismo riesgo de morir. Aunque esta pandemia nos ha demostrado que no distingue clases; o si tu país es del primer, del segundo o del tercer mundo; si eres primer ministro, si tienes fama o no, de qué linaje seas, ni qué edad tienes, nada.
En cambio, la COVID-19 viene a mostrarnos que compartimos vulnerabilidades y al respecto no quiero dejar de referirme a la violencia policial. Todas las argumentaciones que se oponen a esta medida excepcional del “pico y género”, señalan el enorme riesgo de violencia policial contra la gente trans en general, especialmente, contra las mujeres trans. Y tienen razón en el llamado de alerta, lo comparto.
Creo que la violencia y el abuso policial son un problema que deberíamos abordar de forma más estructural. La Policía en tiempos de crisis adquiere una trascendencia enorme y los reiterados testimonios registrando distintas formas de abuso policial (el tiroteo de un policía hacia una vivienda, para hacer respetar la cuarentena, es un ejemplo que me dejó aterrada) resulta un problema estructural acerca del cual deberíamos estar más preocupados, más organizados y mucho más conscientes de que es un problema para todo el mundo en este momento, más allá de cualquier identidad. Es terrible para cualquier democracia, en unas circunstancias como las que vivimos, que una autoridad como la Policía, no transmita seguridad, sino rabia.
No sobra decir tampoco, que la manera en la que se comporta la Policía ahora, la cual ha quedado registrada en múltiples videos, es la misma forma vulgar e irrespetuosa, en la que se ha comportado con la gente LGBT por décadas y contra las mujeres trans todos los días. Y no dejaré de mencionar el peso enorme que tienen la masculinidad tóxica y la ausencia total o generalizada de atención y prevención en salud mental, para los integrantes de la Fuerza Pública.
Así que creo que es momento de ampliar el espectro y mirar la afectación estructural que plantea la violencia policial y convocar a gente que nunca se pensó ser igual de vulnerable que nosotros, porque se sentían protegidos por su sexo o por su identidad, a que se oponga a los desmanes y al abuso policial. Somos más iguales de lo que imaginamos frente a la COVID-19, y también frente a las autoridades que atropellan.
Por otra parte, yo, siempre tan dada a ver el vaso medio lleno, no puedo dejar de decir que esta situación ha puesto sobre la mesa, como un tema central, la mentira de que el sexo es igual al género. Esa mentira de los grupos antiderechos, se ha vuelto insostenible y el debate que plantea el “pico y género”, viene a dejarle en claro a mucha gente, por qué hemos defendido tanto que el género y el sexo son asuntos distintos y, que si no reconocemos ambos, sin mezclarlos, una parte de la población siempre se quedará por fuera del espectro.
Ilustración: cortesía de Freepik.
Elizabeth, excelente artículo. Destaco lo más importante que dices, respecto a que el Problema del covid-19 nos cobija a todos más allá de cualquier categoría Identitaria. Probemos a ver que va pasar. No obstante, más allá de lo cultural, he escuchado que esta medida permite que existan más posibilidades (estadísticamente) de salir a la calle que con la medida de pico y cédula, asunto que es contraproducente en estos instantes, con las estadísticas que tenemos en Bogotá. La cédula debe mostrarse para entrar a los establecimientos bancarios y los supermercados, momento en el cual, por lo menos en la televisión, no he visto que los celadores tomen en la mano la cédula, simplemente el portador la muestra y ya. Con pico y cédula tengo entendido que sale la gente dos veces a la semana y con pico y género cuatro veces.
Gracias por leer y comentar Martha.
Ninguna de las dos soluciones me satisface.
Ambas son complicadas y ambas implican el riesgo del abuso policial. Por eso es que insisto en que el enfoque debería ser más amplio.
Estamos afrontando una crisis global, nadie había tenido que decidir algo como ésto antes.
En estas circunstancias, me parece la medida menos lesiva para la gente trans y menos complicada de implementar en medio de una pandemia.
siempre en un disfrute leerte. la forma como nos haces ver desde diferentes enfoques la problematica, y posibles salidas a la misma. la lucha por los derechos no debe estar dormida aun en medio de esta crisis. gracias por estar alerta a las situaciones actuales donde debemos saber diferenciar la crisis y nuestros derechos sin faltar a las medidas de seguridad.