Óscar Figueroa, las lagrimas del campeón

Opina - Deporte

2016-08-10

Óscar Figueroa, las lagrimas del campeón

«Nunca tengas miedo de tus lágrimas. Ningún cobarde llora. Sólo los hombres lloran. Además, hijo, las lágrimas siempre caen de rodillas».   

 Emilio Abreu Gómez  (Escritor mexicano)

 

Nuestra generación podrá decir que fuimos testigos del resurgir del deporte colombiano, pero hay algo que sobrepasa cualquier título o reconocimiento, podremos decir que vimos como la humildad de nuestra raza con hombres y mujeres llenos de talento y de hambre de triunfos se impuso sobre la opulencia de los grandes competidores a nivel mundial que venían acostumbrados a ganarlo todo.

Primero fue el regreso de nuestra selección a un mundial de fútbol con jugadores que hicieron palpitar nuestros corazones, muchachos salidos de las callecitas de barrios maltrechos y que hoy son referentes en todas partes del planeta, que hacen que nuestro himno nacional retumbe como ningún otro en los estadios del mundo; al mismo tiempo, nuestros escarabajos con Nairo Quintana a la cabeza comandaban el pelotón de jinetes que libraban batallas en la órbita ciclística cabalgando en sus caballitos de acero y todo a punta de agua de panela, de papa y de cultivos en las heladas montañas de donde surgieron esos campeones y Mariana Pajón y María Luisa Calle que no se quedan atrás y representan la tenacidad de la mujer colombiana, y qué decir de Catherine Ibargüen que con sus zancadas rompiendo el viento nos acostumbró a verla en el podio, ese podio que también tiene como huésped habitual a nuestro gimnasta Jossimar Calvo, y más recientemente los dos torneos más importantes entre clubes de fútbol que obtuvieron Santa Fe y Nacional que nos dejan nada más y nada menos que como los campeones continentales de este deporte. Seguro se me escapan muchos más, pero no me alcanza la memoria, pues por fortuna han sido muchos logros los vividos por nuestra generación.

Pero todos esos deportistas o su gran mayoría tienen algo en común, y como lo dijo el ciclista Winner Anacona: “se hicieron solos”, sufrieron, entrenaron con hambre en sus estómagos y no recibieron en su momento el apoyo necesario de las instituciones que hoy se ufanan de sus logros.

Quizá por esa razón, cuando los nuestros lloran lo hacen con la emoción incontrolable del guerrero que entrega todo en la batalla, así como brotaban las lágrimas de desconsuelo de James en el mundial de Brasil por no llegar un escaloncito más arriba, como al llegar a la meta en Europa salían esas mismas lágrimas de los ojos de Nairo y Henao, y como hoy volvemos a ver derramar lágrimas como a un niño que es feliz al recibir su regalo favorito a nuestro primer medallista de oro olímpico en varones Óscar Figueroa.

Imagen cortesía de: colombia.as.com

Imagen cortesía de: colombia.as.com

A mí, como a muchos compatriotas este logro nos toma por sorpresa en medio de la jornada laboral y observó en la pantalla para mi fortuna al igual que millones a aquel hombre en su tercer envión sacando la fuerza, esa rabia escondida en cada fibra de su cuerpo, esa humildad que se vuelve la coraza del guerrero, la rebeldía del que sale a demostrar que ha superado mil obstáculos aún sabiéndose ganador, y este no será la excepción. Ahí estaba Óscar, concentrado, imperturbable, y llegó el momento, lo consiguió, sus brazos levantaron hasta lo más alto aquellos discos pesadísimos y casi imposibles de mover por la fuerza de cualquier mortal.

Acto seguido y habiendo conseguido su mayor logro, aparecieron de nuevo, ahí estaban… Brotaron sus lágrimas, esas que fueron testigo de sus angustias personales, esa tristeza que le acompañó cuando al sufrir una grave lesión en las vértebras de su columna debió dejar su deporte amado para irse al ejercito nacional, el amado deporte que le permitiera comprarle la casita a Ermelinda, su madre, y por la que se había prometido alcanzarlo todo.

Esas lágrimas de Óscar que quizá le removían el alma al recordar cada sacrificio, al evocar el triste recuerdo del desplazamiento forzado que junto a su familia sufrió en su pueblito, esas lágrimas que explican lo que sus palabras no podrán explicar aun en medio del sin fin de entrevistas que vendrán.

Lloraba como un niño, besaba la medalla, lo hacía con humildad, cantaba el himno de nuestro país que una vez más volvió a retumbar en tierras lejanas. Quizá las mismas lágrimas de solidaridad al alcanzar la medalla que unos días atrás no pudiera obtener Sergio Luis Henao al caer de su bicicleta en aquella curva nefasta que evitó un triunfo casi seguro. Solo esas lágrimas pueden describir la fortaleza de un hombre que se hizo en medio de la violencia, de la escasez, como todos los muchachos que comienzan un deporte sin buena alimentación, bajos de peso y que se van a entrenar con un café engañando al hambre, quizá eso dicen sus lágrimas, y reflejan la respiración de millones de colombianos que se detuvo unos segundos para mandarle nuestro aliento a Óscar y así impulsar su cuerpo como si millones levantáramos en conjunto aquellas pesas  y soñando con esta recompensa que hoy nos brinda nuestro medallista convertido en héroe.

Esas lágrimas son las que merecen nuestros deportistas, las del logro conseguido, por las que vale la pena el sacrificio, las lágrimas de agradecimiento con la vida y que se vuelven el ejemplo a seguir en el imaginario de nuestros niños.

Gracias guerrero, sigue derramando lágrimas de felicidad pues ya has derramado muchas de tristeza y te ha llegado el momento de celebrar, por tu gesta y por las medallas que seguramente seguiremos obteniendo en estos juegos olímpicos.

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Nelson Villarreal
Administrador Financiero. Lector apasionado. Escritor aficionado. Trabajador social por convicción y soñador por vocación.