Los nombres de la guerra

Opina - Sociedad

2016-07-06

Los nombres de la guerra

Estamos haciendo historia, como país y como humanidad estamos haciéndola. Claro, algunos recalcarán en lo que falta, en lo mucho que falta para construir ese nueva Colombia con la que, estoy seguro, todos y todas soñamos. Por lo menos la mayoría, porque también estoy seguro de que existen verdaderos enemigos de este proceso de paz o de cualquier otro. Para muchos la guerra ha sido un negocio redondo en materia política y económica.

¿No están cansados de insultar, de no sonreír? ¿No están cansados de andar por la calle y ver enemigos en todos lados? ¿De mirar con prevención a la persona que te detiene para preguntarte la hora? ¿No están cansados de las malas noticias?

Pero bueno, dejemos de hablar de ellos y empecemos a hablar de las personas que le apostamos a la paz y a la reconciliación. Hablemos de la alegría que nos embarga el sólo pensar que tenemos la oportunidad de proyectar un nuevo país. Hablemos de lo que soñamos y de las transformaciones que estamos dispuestos a hacer como sociedad e individualmente.

El cambio del lenguaje es una de esas transformaciones que son vitales, pero no sólo de dientes para afuera, sino como un verdadero proceso mental y cultural. Empecemos a nombrar a las cosas de otra forma, no para olvidar porque sí, sino para cambiar y evolucionar en el debate.

La guerra también ha matado a las palabras y a las ideas. Durante más de cincuenta años nuestro país se acostumbró al lenguaje bélico.

Nos acostumbramos al insulto si algo que nos rodea es diferente a lo que se supone es nuestra verdad. Nos acostumbramos decir “izquierda” como sinónimo de “terrorista”. Nos acostumbramos a decir “derecha” como sinónimo de “paramilitar”. Nos acostumbramos a decir que la política es sinónimo de «ladrones». Nos acostumbramos a usar alias como forma de militancia porque nombrarnos, hacerle frente al mundo como queremos ser, a veces suele ser hostil. Hostil para ellos y hostil para nosotros.

Imagen cortesía de: lachachara.org

Imagen cortesía de: lachachara.org

A lo que nunca nos hemos acostumbrado es a la desnudez de nuestras ideas. Siempre estamos buscando cómo disfrazarlas para que pasen desapercibidadas o no sean entendidas por aquellos que las ven como una amenaza, en vez de una oportunidad para el debate.

De ahora en adelante debemos empeñarnos en construir lenguajes comunes, lenguajes críticos, lenguajes diversos. Dejar atrás los alias del miedo.

Propongo, por ejemplo, dejar de llamarlo Timochenko. Digámosle Rodrigo. Cambiemos Iván por Luciano. Llamémoslos por los nombres que tenían antes de la guerra. Por los nombres con los que seguramente cuando eran niños, como cualquiera de nosotros, tenían sueños de ser médicos o profesores y no portar un fusil.

Asimismo, enseñémosles a nuestros niños y niñas un nuevo lenguaje. Nuevas palabras que les serán útiles para el país que estamos proponiéndonos. Permitamos que las generaciones venideras vean el diccionario de la guerra como un desuso más de la humanidad.

Cambiemos los nombres de la guerra por las palabras de la paz.

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Brian Alvarado Pino
Politólogo y comunicador. Disidente de todo lo que es "correcto". Militante y crítico de lo que creo y autocrítico de lo que pienso.