Las Madres de Soacha, una oda a la memoria

Las Madres de Soacha son mujeres que reivindican y ponen en su justo lugar la importancia de la remembranza, la historia, la memoria y la lucidez de Colombia.

Opina - Sociedad

2019-11-20

Las Madres de Soacha, una oda a la memoria

Autor: Fabián Andrés Fonseca Castillo

 

A propósito del aniversario número 11 del vil asesinato, a manos del Estado, de los mal llamados falsos positivos.

 

El historiador Francés, Paul Ricoeur, en La memoria, la historia y el olvido (2000) mencionaba que uno de los mástiles más peligrosos que pudiese tener una sociedad era el olvido. Esto, de seguro, en complemento a lo que hasta el mismo escritor portugués José Saramago se había referido muy contundente y elocuentemente con aquella frase que decía: “hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”

Es precisamente con los anteriores argumentos de autoridad que quisiera iniciar esta columna de opinión que, desde el punto de vista técnico, lo es. Sin embargo, hoy más que eso, la veo como una oportunidad humana para expresar y rendir un homenaje a aquellas mujeres que fueron bautizadas como las Madres de Soacha, mujeres que a la vez reivindican y ponen en su justo lugar la importancia de la remembranza, la historia, la memoria y la lucidez, aquellas cualidades que cualquier digno pueblo y sociedad democrática debería tener, y así por fin evitar la amnesia generalizada.

Misma amnesia que siempre ha sufrido este mundo, y aún más Colombia, esas que han hecho gala de injusticias, masoquismos y sobre todo de indiferencias, esas que de seguro usted y yo les hemos dado gasolina y permiso de seguir posando a sus anchas este valle de lágrimas.

Sin embargo, el propósito de esta columna no es seguir mostrando nuestras vergüenzas. Seguramente ya muchos están cansados de escuchar nuestra dura realidad, sobre todo los que no hacen nada para cambiarla, los que prefieren tapar el sol con un dedo o los que prefieren no tomar posiciones. Por lo cual trataré de que hoy descansen aún más de su pasividad e indiferencia, esa misma que hace que muchos hoy piensen que es mejor “producir”, desde sus mediocres y desafortunadas vidas, que salir y apoyar el justo y loable paro nacional.

El propósito de este artículo, como anteriormente lo había mencionado, es hacer un pequeño y sentido homenaje a esas madres: las Madres de Soacha, mujeres reivindicadoras de la memoria, voces de la justicia y luchadoras de la verdad, esa que históricamente en este país se ha querido mantener en secreto, extraditar o asesinar; pero que, afortunadamente, la historia se ha encargado de destapar y mostrar a la luz de la dignidad, esa que, precisamente, las Madres de Soacha han buscado para con sus hijos.

Hace ya once años (y hasta más) se arrebataron las vidas de unos jóvenes como ustedes y como yo. Seres con ilusiones, sueños, ideales. Unos hermanos, amigos, novios, primos, sobrinos, nietos y sobre todo hijos, hijos de unas mujeres y madres como la suya y la mía, madres a las que hoy se les negó la posibilidad no solo de ver, tocar, sentir y escuchar a sus hijos, sino también de conocer, al menos en abre bocas, la llamada justicia, verdad y reparación, esa que pregona el poder y las frías y burocráticas instituciones.

Mismas instituciones que acabaron con vidas de inocentes, esas que solo buscaban satisfacer la política de guerra, esa política que nos vendieron como una necesidad impostergable, “necesidad” que hoy continua siendo vista como tal, produciendo un escenario donde se justifica a como dé lugar los mal llamados daños colaterales de la guerra, así estos afecten hasta el derecho más inalienable de cualquier ser humano: el derecho a la vida y, aún más, el derecho a la vida de inocentes. El único pecado que tuvieron muchas personas en Colombia fue ser víctimas de un Estado que los abandonó en su pobreza económica y los dejó a merced de sus degradantes políticas.

Madres de Soacha, no paren: ¡sigan! Sus luchas no serán en vano, la vida de su hijos no quedará impune. Su oda a la memoria es a la vez un homenaje para con sus hijos, un homenaje a la historia, a la verdad.

Lo que ustedes hacen es sobre todo un llamado para que esta sociedad se permita abrir los ojos, contribuir a la paz y juntos dignificar el nombre de victimas que, como ustedes, sufren ante la indolencia, no solo del Estado y el Gobierno, sino de aquellos que siguen defendiendo lo indefendible.

La historia se encargará, gracias a sus luchas, a que la memoria no quede coartada por esa amnesia que hoy en día trata, a como dé lugar, de cegar los corazones, esos que ustedes, a pesar de la barbarie, siguen latiendo por encontrar la verdad. Madres de Soacha, la historia, la memoria y yo les decimos: gracias.

 

 

 

Foto cortesía de: RCN Radio

 

 

 

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Fabián Andrés Fonseca Castillo
Soy orgullosamente docente, amante de la justicia e instigador al cambio. Deseo un país educado, lector y pensante. Si amar y escribir son diferentes, para mí son exactamente lo mismo.