Las jugadoras de la Sub-17 no son niñas, son deportistas de alto rendimiento

Es hora, quizás, que aparezca un decálogo que oriente a los reporteros que cubren los partidos de las jugadoras.

Opina - Deporte

2022-10-31

Las jugadoras de la Sub-17 no son niñas, son deportistas de alto rendimiento

Columnista:

Germán Ayala Osorio 

 

Por ser el fútbol un deporte espectáculo que, despierta todo tipo de pasiones, el cubrimiento mediático de los triunfos y las derrotas de las jugadoras de las selecciones femeninas requiere de una revisión profunda del lenguaje periodístico.

Son varias las frases y términos que los periodistas hombres deben empezar a proscribir. Por ejemplo, «mis niñas», «mis guerreras». La relación de pertenencia y dominio que acompaña al término «mis» resulta inconveniente para una sociedad que está intentando comprender los daños que ha dejado el machismo, gracias, en buena medida, a la toma de conciencia de las mujeres y por los movimientos feministas que han puesto en evidencia sutiles expresiones de un pasado de dominación e infantilización de la mujer y de sus logros, en especial, en el ámbito deportivo.

Es curioso, pero el vocablo «mis» no lo usan para referirse a jugadores hombres: nunca dicen «mis niños», o «mis guerreros» y, menos aún, se les escucha referirse así hacia jugadores como Falcao, James, Ospina o Quintero. Los periodistas hombres insisten en llamarlas «niñas» advirtiendo que lo hacen por cariño, sin darse cuenta de que lo están haciendo desde la supremacía y el privilegio que la cultura dominante (machista) les reconoce y otorga de tiempo atrás.

Es hora, quizás, que aparezca un decálogo que oriente a los reporteros que cubren los partidos de las jugadoras, para no caer en el uso de expresiones que a primera vista devienen inocentes, pero que arrastran una historia de dominación.

La consecución del subcampeonato mundial de la categoría Sub-17 constituye, sin duda alguna, una hazaña deportiva. Ello obligaría a los machos y misóginos dirigentes del fútbol colombiano a organizar una liga competitiva, y a mejorar las condiciones contractuales y laborales de las atletas. Y no debería de pasar mucho tiempo para que a los altos cuadros directivos de la Federación y, de los equipos de fútbol profesional, lleguen mujeres no solo para defender los derechos de las jugadoras, sino para ir proscribiendo el lenguaje patriarcal con el que se suelen minimizar los triunfos deportivos.

El técnico Carlos Paniagua reconoció la jerarquía de las jugadoras de la Selección Femenina Sub-17. Este reconocimiento debe ser suficiente para que los periodistas, por posar de «caballerosos, condescendientes y cariñosos», dejen de infantilizar a las subcampeonas del mundo. Y si es por ser menores de edad que insisten en llamarlas niñas, déjenle a sus madres y padres el placer de llamarlas así. La madurez demostrada en la cancha y en cada comentario expresado a través de los medios es suficiente para referirse a ellas como lo que son: atletas, mujeres deportistas. Punto.

También sería bueno frenar o matizar los procesos de heroización con los que ya están valorando y calificando el segundo lugar conseguido. Ni son heroínas, ni guerreras. Este último vocablo, para un país que arrastra una historia de varios años de violencia política, debería de quedar proscrito. El fútbol es un juego señores periodistas y los partidos, por estar precedidos de himnos, banderas y de uniformes, no son escenarios de guerra.

Las emotivas narraciones y los apreciaciones de periodistas, narradores y comentaristas siempre estarán atados a la cultura dominante. De ahí la exigencia de escoger muy bien los términos, para no caer en expresiones patrioteras y en otras con las que afloran el machismo, el racismo y el clasismo desde el que suelen cubrir los partidos de fútbol.

 

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Germán Ayala Osorio
Docente Universitario. Comunicador Social y Politólogo. Doctor en Regiones Sostenibles de la Universidad Autónoma de Occidente.