La «humanización» de las mascotas vs. la “animalización” de los humanos

Antes de posar como muy “pet friendly” hay que sanar muchas heridas que tiene nuestra sociedad, aprender a ser tolerantes, a ser buenos humanos, a perdonar, a reconciliarnos, a ser “human friendly” y, no menos importante, a ser correctos, a no despreciarnos como especie.

Opina - Cultura

2018-09-06

La «humanización» de las mascotas vs. la “animalización” de los humanos

El alcalde de la ciudad de Bogotá, Enrique Peñalosa, compartió en días pasados a través de su cuenta de Twitter, una propuesta que busca modificar la Ley 9 de 1979, la cual prohíbe el ingreso de mascotas a restaurantes. No se desconoce la importancia de estas en el entorno familiar, como tampoco las estadísticas que él expuso, en donde señaló que 7 de cada 10 familias de la capital, es decir el 70%, tienen perros. 

“Queremos impulsar un proyecto de ley para que restaurantes que quieran permitir perros o gatos lo hagan. En Europa, por ejemplo, hay restaurantes sofisticados que permiten mascotas, pero no niños”, manifestó Enrique Peñalosa en una entrevista radial.

El problema del alcalde Peñalosa y de otros mandatarios es que siguen comparando nuestras ciudades, nuestra sociedad, nuestra cultura, nuestra idiosincrasia con Europa, y qué lejos estamos de por lo menos parecernos en muchos aspectos, empezando con el ingreso per cápita, las costumbres y la cultura.

La propuesta del alcalde en otras latitudes no se tornaría descabellada, no sería otra densa cortina de humo, pero aterrizando de barrigazo a nuestra realidad, a nuestra sociedad segregada hasta en estratos, categorización a la que no escapan ni las mascotas, difícilmente encontraríamos una familia de algún barrio marginal, ingresando a un reconocido y costoso restaurante de la zona rosa, acompañada de su amado Firulais, querido Nerón o su fiel Tony… 

Y es que sencillamente son familias que no tienen la posibilidad o privilegio de comer con mucha frecuencia fuera de casa, si lo hacen, será en el restaurante que vende el económico “corrientazo” en su barrio, en modestos y estrechos locales adaptados para el expendio de alimentos, o quizá, esporádicamente se pueda dar el lujo de comprar medio pollo asado para llevar a casa, preparando el arroz y las papas saladas en su respectivo hogar, porque el presupuesto de los ingresos no da para más, ni para el litrón de la bebida gaseosa.

La propuesta de Peñalosa, tiene más de discriminatoria que de “pet friendly”, (¡Qué oso mariquis! decir en español: ambientes o espacios amigables con las mascotas). Discrimina porque propone modificar la Ley 9 de 1979 (por cierto, muy completa, donde se reglamenta desde el manejo de nuestras excretas, hasta la forma y los protocolos para manipular nuestros cadáveres)… Es entonces cuando Peñalosa arma tremendo alboroto para favorecer a las mascotas de estrato alto, algunas con pedigree, otras que llevan una vida de divas, con entrenadores profesionales, visitas constantes al “spa” para reducir el estrés, hoteles cinco estrellas y otros lujos que incluso un colombiano promedio no puede disfrutar.

Discrimina porque el alcalde da por hecho que las familias tienen por mascotas solo perros y gatos, dejando por fuera a aquellas que tienen: aves, peces, tortugas y hasta roedores… Los restaurantes que realmente se consideren “pet friendly” deberían adaptar sus espacios para diferentes mascotas y convertirse en pequeñas arcas de Noé, en aras del derecho e igualdad de las especies.

Si bien las mascotas “hacen parte de la familia”, por cuestión de naturaleza, conveniencia, sanidad, seguridad, practicidad, aún existen lugares donde restringen o reglamentan su presencia: hospitales, teatros, supermercados, medios de transporte (salvo algunas excepciones para perros guías o mascotas regulares que viajan en guacales), iglesias y otros lugares; por lo tanto, las familias deben acogerse a las normas que dictan la tenencia responsable de mascotas.

Pero no solo Peñalosa está discriminando las mascotas, la misma sociedad lo está haciendo y contra sí misma, tal como lo mencionó el alcalde, hay restaurantes “sofisticados” que permiten mascotas, pero NO niños, léase bien, no niños, una frase y una realidad de absurda autodiscriminación y en extremo especifista, llegar al punto de «ANIMALIZAR» a un niño y «HUMANIZAR» una mascota…

Hace unos meses la discriminación contra “don José” en un restaurante de Medellín, conmovió y enardeció al país, la noticia fue viral, las dueñas del establecimiento fueron linchadas en redes… pero como todo en este país, pronto pasó al olvido. La discriminación en Colombia sigue estando a la orden del día. No solo se discrimina a los humanos en restaurantes, también en bares, discotecas, centros comerciales, medios de transporte etc.

Se discrimina por todo, por el color de la piel, por la apariencia, por el género, por la orientación sexual, por portar una gorra con una estrella bordada al abordar un avión (otro patético caso…), por el apellido, por el cargo, por la edad, por la universidad donde estudió, por ser o por no ser, o porque “Usted no sabe quién mierda soy yo”….

Antes de posar como muy “pet friendly” hay que sanar muchas heridas que tiene nuestra sociedad, aprender a ser tolerantes, a ser buenos humanos, a perdonar, a reconciliarnos, a ser “human friendly” y, no menos importante, a ser correctos, a no despreciarnos como especie.

Muchos son los comentarios en redes que demuestran el síndrome Herodes, aseverando que prefieren ver en un restaurante a una mascota que a un niño malcriado. Es más sano y pertinente proponer mejorar la educación y formación de la sociedad e inculcar más y mejores valores a esos niños, para que el día de mañana no denigren de su misma especie, para que sean buenos humanos y puedan llegar a tener en buena forma a sus mascotas, amarlas como se debe, sin llegar a humanizarlas, respetando su naturaleza, respetándose a sí mismos y a los demás.

Y hay que empezar por recoger las excretas de las mascotas que actualmente proliferan en zonas peatonales y parques, pese a disposiciones legales y así lograr parecernos a Europa, no solo en los restaurantes “sofisticados” de los que habla el soñador y romántico alcalde, quien debería no solo ocuparse y preocuparse por la estadística de mascotas, sino también del porcentaje de niños y adultos mayores que padecen hambre o carecen de atención médica oportuna, acceso a la educación, entre otros factores.

¿Qué soluciones propone a estas problemáticas sociales? Es una realidad que no solo corresponde a la Guajira. Las grandes ciudades no son ajenas a las miserias y necesidades básicas insatisfechas del ser humano. Qué bueno entonces parecernos a Europa, urge hacerlo, pero no solo en los restaurantes sofisticados.

Señor alcalde, qué bueno que los bogotanos parecieran ratas, viajando en un eficiente metro subterráneo como el de New York y no sometidos a los vejámenes del colapsado sistema de transporte capitalino.

Que los restaurantes que quieran ser “pet friendly” lo sean, pero no por el capricho, la popularidad o vanidad de un gobernante…

Mascotas sí, pero no así: («humanizadas»), mientras se «animaliza» al ser humano.

( 1 ) Comentario

  1. Excelente Jhon. Se ocupan de lo absurdo y se olvidan de nuestra realidad: niños muriendo de hambre.

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John García Fitzgerald
Ciudadano caleño, contador público, periodista por vocación y con pasión. Participaciones en Soyperiodista con artículos replicados en Caracol Noticias y El Espectador. Colaborador de Pulzo. Con plena disposición para escribir, compartir y aprender.