Júpiter

Las fibras del león, tan aferradas al hueso como la vida que no desea extinguirse, dan cuenta de la fragilidad de su existencia en un planeta riquísimo en vida, pero que el ser humano paradójicamente parece repudiar. 

Opina - Política

2020-04-05

Júpiter

Columnista: 

Marco Fidel Gómez Londoño 

 

La imagen de un león escuálido, casi en el espinazo y, con las fuerzas precisas para respirar, fue noticia el mes pasado en los diferentes medios nacionales. Como es de esperar, en estos casos, la indignación fue mayoría. Casi todos apretábamos las manos y los dientes ante tanta crueldad y desidia, luego entre noticia y noticia, con el pasar de los días, el crujir de dientes se hizo mayor, pues el halo de muerte iluminaba nuestra especie; de la indignación, entonces, pasamos al miedo.

El nombre impuesto al león es Júpiter, un sustantivo que también provoca: no soy como ustedes: los seres humanos —los “dueños” de la Tierra— son depredadores y con sus fuerzas arrecian el borramiento de otras formas de vida y de las propias. Las fibras del león, tan aferradas al hueso como la vida que no desea extinguirse, dan cuenta de la fragilidad de su existencia en un planeta riquísimo en vida, pero que el ser humano paradójicamente parece repudiar. 

Aquel felino destaca con dolor aquello que pareciera nos hemos acostumbrado a fuerza de repetición: el desprecio por la vida. A cualquier forma de vida. No digo que todos la desprecien, pero sí intuyo una pérdida en la sensibilidad que de a poco naturaliza ciertas prácticas a las que se somete esta. Así, como aterra la muerte de decenas de miles de seres humanos a causa de un virus, tendría que espantar también la muerte de otras formas de vida que en nuestro delirio por dominar la naturaleza han desaparecido bajo el aullido del progreso. Las carnes enjutas de Júpiter son también el símbolo de un planeta que de a poco se consume.  

Júpiter, que con la muerte al acecho expone el hueso, es el despojado del alma que fue encontrado y reconocido por su calavera en alguna fosa, o aquel apaleado por la Fuerza Pública, que con los huesos rotos —como su dignidad— se recoge de dolor en alguna calle, o el que cruza el viento, y lanzado al vacío, espera su sino; también es el hielo que se quiebra y derrite en los polos, o el árbol resquebrajado por las máquinas del desarrollo, o el guacamayo azul que nunca más batirá sus alas. Hueso y chasquido: vida y fragilidad.

La desaparición de las vidas se ha justificado en nombre de la justicia, de la nutrición (parte de la industria alimentaria ha visto crecer su negocio soportado en el sufrimiento animal), del merecimiento terrenal o del castigo divino. Sin ir muy lejos, por ejemplo, la vida por la que se reza hoy (para no ser tocada por el virus) es la misma que apagada en la calle por mano justiciera es motivo de júbilo, o la de aquel médico que luego de su jornada laboral, al llegar a casa, hoy es despreciada por sus mismos vecinos. El ser humano, en su prepotencia, como centro del mundo. Ídolo de sí mismo y, a su vez, enemigo de sí mismo y de los otros.

Júpiter es Dabeiba, el Polo Sur, África, también es el que tiene nombre y al que le fue borrado (ene ene). Júpiter es un animal, una planta, un ser humano. Júpiter es la Tierra misma. En palabras del poeta Ernesto Cardenal: “¿Qué hay en una estrella? Nosotros mismos. Todos los elementos de nuestro cuerpo y del planeta estuvieron en las entrañas de una estrella. Somos polvo de estrellas”.

Si el ser humano no recompone su caminar y no aprende nada de este virus, que le recuerda que también es naturaleza, que es polvo de estrellas, entonces, creo, hay poco por hacer. Nuestra extinción, tal vez, tendría sentido.

 

( 5 ) Comentarios

  1. ReplyAlejandro Vélez y

    Pero por favor señor columnista, déjeme decirle , me le quito el sombrero…..

  2. Marco, gran amigo y compañero, cuanta verdad en tu columna, aunque no comparto quizás, una o dos cosasde la misma. Un abrazo

  3. ReplyPatricia alvarez

    Que sensibilidad y verdad hay en tu texto parece la mas nitida radiografia de la especie humana …pero para quienes hemos apostado por la esperanza de un cambio que devuelva la dignidad humana debemos levantar nuestra pluma y nuestra vos para que juntos empecemos a crear otras formas de vivir y estar juntos que ya escasean los tiempos de una nueva oportunidad.Sin embargo el avistamiento de aves.
    ,la danza de miles de especies en el mar ,el respiro que hoy se hace visible ennuestro entorno entres otras tantas expresiones de esta gran maestra que es la tierra tiene que dejar un halo de luz para que cuando retornemos no seamos los mismos.
    Agradecida con su texto mi admirado maestro …Cuidar de si …del Otro de los otros y de lo otro no da espera!

  4. Eriza la piel la sensibilidad de este escrito, refleja lo que día a día hacemos con nuestro planeta, Jupiter es el fehaciente símbolo de estamos acabando con él. Admiro la capacidad suya profe, para removernos esas fibras que con el tiempo se van marchitando por la misma frialdad del humano.

  5. Es muy agradable leerla y es una invitación de postura ética muy valiosa , muchas gracias por compartirla conmigo mi amigo

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Marco Fidel Gómez Londoño
Profesor e investigador. Integrante Grupo de investigación Prácticas Corporales, Educación, Sociedad- Currículo (PES). Universidad de Antioquia.