Falsos, pero positivos

El desprecio del presidente y su caterva se evidencia con la alegría con la que anuncian nuevos combates, es decir, nuevos heridos y muertos. El pueblo, que es quien pone los soldados, siempre termina convertido en carne de cañón para el bienestar de los oligarcas.

Opina - Sociedad

2019-07-10

Falsos, pero positivos

LA HISTORIA ES UNA CARICATURA

En países burlescos, como Colombia, la historia se repite cíclica e inexorable. A veces, la única manera de sobrevivir es mediante la ironía y la sátira propias de la caricatura. En esta columna recordamos caricaturas antiguas que siguen vigentes y que, como nuestro país, a veces dan más amarguras que sonrisas.

 

Hace diez años, el país estaba escandalizado porque ya era noticia internacional que los militares colombianos estaban secuestrando muchachos con mentiras para asesinarlos y hacerlos pasar como bajas de combate.

Hace diez días, el país estaba escandalizado porque ya era noticia internacional que los militares colombianos estaban secuestrando muchachos con mentiras para asesinarlos y hacerlos pasar como bajas de combate.

No es un error, no leyó dos veces lo mismo. Es que el país, gracias al voto de millones de indolentes o tarados, volvió a esa tristemente famosa práctica de los falsos positivos. Volvió su autor intelectual, el señor Uribe, reencarnado en su títere viajero.

Volvió la presión a los militares para aumentar las bajas a como diera lugar, incluso trabajando con asociaciones ilegales. Volvieron las frases cínicas como “esos muchachos no estaban recogiendo café”, ahora en hocicos de mulares como María Fernanda Cabal; volvieron los ascensos a los generales comprometidos y ensangrentados, como el de Nicasio Martínez; volvieron los insultos a los medios de comunicación que divulgaran la noticia y la persecución a los militares que se sinceraran.

Solo que ahora hay un nuevo actor con el que los masacradores con criterio social no contaban y al que tratan de desaparecer a como dé lugar: la Justicia Especial para la Paz. Gracias a este organismo, muchos de los militares responsables de esos crímenes de hace más de una década han confesado responsabilidades y develado una maquinaria de muerte monstruosa que, con cada sesión y cada día, va apuntando a nuevos implicados en escaños cada vez más altos. Por eso el pánico de Uribe y sus cómplices con la JEP.

Si sumamos esto a escándalos de corrupción como el de la Comunidad del Anillo o los videos de brutalidades contra los soldados, que van desde torturas en los entrenamientos hasta obligarlos a tomar sangre de gallina, el panorama es deplorable. Los “héroes de la patria” son cada vez menos respetados por una sociedad que los ha visto convertirse en sicarios del uribismo.

Incluso el desprecio del presidente y su caterva se evidencia con la alegría con la que anuncian nuevos combates, es decir, nuevos heridos y muertos. El pueblo, que es quien pone los soldados, siempre termina convertido en carne de cañón para el bienestar de los oligarcas.

Ni qué decir del remedo de ministro de Defensa que tienen. Él, en sí mismo, es una caricatura.

De otro lado, muchos de los militares en servicio están en contra del regreso de esas prácticas; por conciencia, porque no son asesinos a sangre fría, o porque no quieren que en el futuro los encarcelen por crímenes que les exigen sus altos mandos.

Muchos de ellos han hablado con medios nacionales e internacionales, y eso les ha valido el acoso de sus superiores y una cacería de brujas miserable con premios de hasta cien millones de pesos. Tanto que hablan de honor, y persiguen a quienes en verdad quieren defender el poco buen nombre que le queda al Ejército.

Hace diez años, el país se escandalizó porque censuraron el trabajo de un caricaturista. No es cierto, a este país les matan a los líderes sociales por centenares y no se escandaliza; pero lo de la censura sí fue real. Se trata de esta caricatura de Chócolo a la que cubrieron en el XIII Salón Regional de Artistas del Eje Cafetero para que no la viera la entonces ministra de Comunicaciones María del Rosario Guerra, la misma que tiene media familia detenida por corrupción y que ahora es senadora del, obvio, Centro Democrático.

Hace diez años, Chócolo publicó esta caricatura en El Espectador. Hace diez días, podría haber publicado la misma caricatura y sería igual de válida. Uribe volvió a convertir a las Fuerzas Militares en una escuela de sicarios.

 

Caricatura cortesía de: Chócolo

 

 

Foto cortesía de: Telesur

 

 

( 3 ) Comentarios

  1. CERTERO, LETAL !!

  2. ReplyLuis Eduardo peralta

    Los soldados que finalmente son hijos del pueblo estan matando a su pueblo,por culpa de la mezquindad e intereses particulares del peor cartel delincuencial de nuestro país encabezados por el peor apátrida de mi AMADA COLOMBIA avaro uribe

  3. cambiar la cátedra militar y teNER trabajadores sociales , psicólogos y SOCIÓLOGOS EN CONSECUENCIA HUMANIZAR ALA LAS FUERZAS MILITARES

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Óscar Perdomo Gamboa
Profesor universitario y doctor en humanidades. Escritor de novelas como “Allá en la Guajira arriba”, “Hacia la Aurora” y “De cómo perdió sus vidas el gato”; así como los libros sobre caricatura “Afrografías, representaciones gráficas y caricaturescas de los afrocolombianos” y “Mil caricaturas afro en la historia de Colombia”.