Enfermedad y sanación a través de la música, el arte y la cultura

El arte y la cultura tienen un poder balsámico, apaciguador del dolor humano, consolador en tiempos de confinamiento y emancipador del alma.

Opina - Arte

2020-05-14

Enfermedad y sanación a través de la música, el arte y la cultura

Columnista:

Gustavo Adolfo Carreño

 

“Como Dios en la tierra no tiene amigos
Como uno tiene amigos anda en el aire (bis)
Tanto le pido y le pido ¡ay hombe!
Y siempre me manda mis males […]”
(Alicia adorada, Juancho Polo Valencia, 1968)

Las enfermedades, endemias, epidemias y pandemias reflejan la finitud de la vida, las fragilidades humanas; sus vivencias son recreadas por el imaginario cultural de los pueblos a través del relato, la poesía y la puesta en escena, gracias a la mediación del arte, la literatura, el teatro o la música en sus distintas tonalidades, ritmos y compases. En especial destacaré la música, lenguaje universal, manifestación profunda del alma humana, expresada y amplificada por el instrumento primigenio por excelencia: La voz.

Sobre esta gran herramienta cantó la guarachera Celia Cruz —en la canción titulada Tu voz— es un “[…] gemir de violines en la madrugada, susurro de palmas, ternura de brisas, trinar de sinsontes en la enramada […]”. Así, la voz decodifica espontaneidad, vivencias, sentimientos y emociones. El Caribe siempre alegre y tropical es por naturaleza multisonoro, su ambiente está cargado de sonoridad, de manera que el cancionero popular es muy rico en letras, melodías y temáticas, del cual, por supuesto, no podía escaparse la relativa a tánatos, de moda por la pandemia de la COVID-19.

En los albores del vallenato, cuando este hacía sus pininos, suena la canción La peste, de la autoría del maestro Rafael Escalona (1948). Eran los tiempos en que el vallenato irrumpía con guitarra en el escenario musical, entonces la voz del jilguero de Sierra Nevada de Santa Marta, el inigualable Guillermo Buitrago, transmitía los versos aciago del juglar patillalero, referenciando la peste en toda la provincia de Padilla:

“De Villanueva, Urumita y el Valle
desde La Paz, Molina y San Diego
en el Tupe se consigue buen enfermo
y la muerte ha llegado hasta Manaure…
Aquí pasaron tres villanueveros
y me dijeron que el cura estaba mal
le pregunte que sí en el tuque
habían enfermos y me dijo
que todas estaban mal…
Lloran los pobres
Lloran los ricos
Lloran las madres
por sus niñitos (bis)”

En la década de los años 60’s se impuso en el Caribe la canción La asiática, inspirada en el “coronavirus asiático”, grabada en ritmo charanga por la orquesta cubana Sublime, se retrataba en el pentagrama la ‘gripe asiática’, variedad de influenza entre 1957-58, causante de por lo menos un millón de víctimas humanas, según la Organización Mundial de la Salud.

“Las cosas que están pasando
no son de casualidad (bis)
La gripe qué está acabando
con toda la humanidad (bis)
La asiática le dicen a la gripe
la asiática le dicen (bis)…
Y yo que soy precavido pues dejo de trabajar (bis)
Porque sí me coge el gripe
como me voy a arreglar”

La gripe asiática fue una pandemia de gripe generada por el virus de la influenza A (H2N2), que se inició en Pekín en 1957; pasó a Hong Kong y Singapur, a la India y Australia, se extendió por todo el Oriente; más tarde pasó a África, posteriormente a Europa y, finalmente, Estados Unidos y América, alcanzando con esto cobertura mundial.

En la siguiente década, para el año 1968 se impone en pleno boom corralero la canción La tos, en el timbre inconfundible del rey del trabalenguas Eliseo Herrera:

“Tóquenme sabroso muchachos que tengo una tos
ay mamita mía ay caramba yo tengo un dolor
Me cayó la tos, me cayó la tos, me cayó la tos (bis)
qué sabroso baile está negra
Porque me miró
ay mamita mía ay caramba vuelvo y tengo tos (bis)
Me cayó la tos, me cayó la tos, me cayó la tos […]”

La conexidad entre el dolor, la enfermedad y el amor es una triada indisoluble, la encontramos en varias canciones, por ejemplo, una de ellas es El Mejoral, del maestro Escalona (1950), interpretada en la voz del primer rey vallenato, Alejandro Durán,

“Yo creía que un Mejoral podría curarme este gran dolor (bis)
Pero qué me va a curar si es una pena de amor […]”

En esa misma línea encontramos la canción El chanchullito del gran Diomedes Díaz (1976), tema de apertura del álbum Herencia musical a dúo con Nafér Durán, como también la canción El dengue de tu amor, de Alberto Murgas en la versión del Binomio de Oro de América Rafael Orozco e Israel Romero (1978).

En El chanchullito El Cacique de la Junta declara:

“[…] en tu casa están pendientes
y le temen hasta a tu espejo (bis)
Como los dos nos queremos
nos unimos prontamente
si no nos mata una peste
nos vamo’a morí de viejos
Nos vamo’a morí de viejos
si no nos mata una peste
si no nos mata una peste
nos vamo’a morí de viejos”

En El dengue de tu amor la voz más reconocida de Becerril (César), interpreta el sentimiento de Beto Murgas:

“Ahora dice que no me quiere
también dice que me olvidó
la culpa es del maldito dengue
que llegó y me la transtornó.

Ahora para es como malgeniosa
ya de mi ni se deja agarrar
dolor de cabeza y otras cosas
y me pide que la deje en paz.

Pero como soy obstinado
yo no tuve que ver con eso
dijo bueno échate pa’ un lado
es que me duelen todos los huesos […]”

Como los azotes del dengue se siguen sintiendo ayer como hoy, su tematicidad es recurrente en la discografía popular, por los mismo, autores de honda arraigo popular como Enrique Díaz, “Príncipe de María La Baja” (Bolívar), le cantan una vez más, su versión de 1979 El dengue, es un tanto menos lírica, pero más realista:

“[…] y este es el dengue
empieza con fiebre
dolor de cabeza,
cuidao con el dengue,
sí usted no se atesa
se lo lleva el dengue
tiene gente manca
hombres y mujeres
cuidao con el dengue […]”

Antes de la pandemia del coronavirus, la melodía epidémica más reciente era tal vez El chikunguña que, al igual que la COVID-19, afectó a muchas personas, específicamente de la tercera edad; regiones como el Caribe sufrieron con su presencia por la existencia de focos vectores y transmisores como los zancudos, en ella se inspiró “El rey sabanero” Lisandro Meza:

“Sí te pica no te rasques, no te rasqué con las uñas (bis)
Sí tienes un brote y fiebre puede ser el chikunguña (bis)
debes visitar al doctor pa´que te examine bien (bis)
y te quite ese dolor con acetaminofén (bis)
Eso me dijo María lo mismo el señor José (bis)
Que las manos le dolían, los tobillos y los pies (bis)
Este es el virus de la actualidad
como te agarre te puede matar (bis)
métase donde te metas tú te puedes contagiar […]”

Hay muchas canciones vallenatas, en salsa, cumbia y otros ritmos que tejen la relación hombre – la vida – la salud – la enfermedad – muerte. He querido mencionar algunas de ellas, no son las únicas, simplemente son de las más conocidas. En El amor en los tiempos del cólera, la genialidad Gabo apuntaba, en el ciclo de la vida la muerte es una probabilidad permanente y una realidad inmediata, razón por la cual el Dr. Juvenal Urbino decía “cada quien es dueño de su propia muerte, lo único que podemos hacer llegada la hora final es ayudarlo a morir sin drama, miedo, ni dolor”.

En el lamento más profundo de la música vallenata, Alicia adorada, Juancho Polo dejó plasmado el verso más bello de la canción epígrafe de este artículo, por fuera del acetato en la versión comercial de Alejo: 

“Y cuando ya el alma se acaba
Se despide de este mundo
Y en aquel sueño profundo
La vida se vuelve nada”

Para finalizar, el arte y la cultura tienen un poder balsámico, apaciguador del dolor humano, consolador en tiempos de confinamiento y emancipador del alma. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda incluir el arte y la cultura dentro de los esquemas sanitarios del mundo. El poder terapéutico del arte es cada vez probado, recomendable en las artes escénicas (música, danza, canto, teatro, cine); artes visuales (artesanía, diseño, pintura, fotografía); literatura (escritura, lectura, asistencia a festivales literarios); cultura (visitas a museos, galerías, conciertos, teatro) y artes en línea (animaciones, artes digitales, etc.). 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Gustavo Adolfo Carreño
Economista, Magister en Desarrollo y Cultura, Amante de la filosofía, librepensador caribeño, educador.