¿Emergencia sanitaria o pánico del Gobierno?

En Colombia el coronavirus se convirtió en una cortina de humo para sepultar y encubrir un escándalo gigantesco. 

Opina - Política

2020-03-13

¿Emergencia sanitaria o pánico del Gobierno?

Columnista: 

Gustavo Adolfo Carreño 

 

La geopolítica internacional está que arde, se manifiesta en las guerras económicas y políticas no convencionales por el control del mundo, dos grandes titanes se baten en todos los escenarios por dirimir e imponer sus intereses, Estados Unidos y, su más enconado rival, China. No es fortuito, la pandemia del coronavirus se propagó y esparció a la velocidad de la luz procedente de Wuhan en el gigante asiático, el impacto sobre el mercado accionario y de capitales, si bien estremeció la economía mundial, para la economía China solamente fue un estornudo.

El país de los dragones tomó las medidas, controles y planes efectivos para detener el esparcimiento de la cepa del virus, su sólido sistema de salud se desplegó en la provincia afectada, y el resto del país y, en menos de lo que canta un gallo, detuvo los estragos del COVID-19, no fue necesario decretar ninguna calamidad o provocar el pánico colectivo, distraer o disfrazar los gravísimos problemas del país con cortinas de humo, bastó con la capacidad de respuesta y robustez del Estado chino y sus instituciones sanitarias.

Colombia incuba sus propios virus, son virus terrígenos, fuertes, resistentes, mutantes, aplastantes, escandalosos, con capacidad para tumbar presidentes en otras latitudes. En este país, el coronavirus es una cortina de humo, careta, antifaz, tapabocas, novenario para sepultar y encubrir un escándalo gigantesco, la supuesta compra de votos en la segunda vuelta a favor del actual presidente de la República Iván Duque y, con ello, una legitimidad con duda razonable y un mandato espurio.

El Gobierno encontró en el COVID-19 el mejor anestesiante para las hirvientes protestas ciudadanas, en remojo por la temporada de final del año 2019, mientras el país se fue de vacaciones, la aplanadora congresional gobiernista aceleró la agenda del Gobierno Duque, con la consiguiente agudización de los problemas sociales, de esta manera, los 13 puntos de reclamo de las organizaciones sociales, se mantienen.

El Gobierno de Iván Duque ni siquiera cumple con su lema “Pacto por Colombia, pacto por la equidad”, según el Diccionario de la lengua española (RAE, 2019), un pacto es “un tratado entre dos o más partes que se comprometen a cumplir lo estipulado”, un pacto de nación se construye entre partes, a partir de la confianza, el diálogo, la negociación y las garantías para cumplir lo acordado, pero resulta que este Gobierno no brinda confianza, no dialoga, ni muchos menos, negocia con el Comité Nacional de Paro.

Con el COVID-19 el Gobierno, orquestado con los medios de comunicación, gremios y clase política dominante, incuba pánico colectivo, asustado por la reacción contundente e indignante que la sociedad colombiana pueda tener por tanta pestilencia ante tantos ñenes, ñonos y ñañas, con uñas, pezuñas y señuelos.

La declaratoria de emergencia sanitaria del Gobierno Nacional por el COVID-19 resulta ser un sofisma de distracción, manifiesta que el Gobierno está muy preocupado por la vida y la seguridad nacional, se pregunta uno entonces, ¿Por qué no se detiene el asesinato sistemático de líderes sociales? ¿Por qué la inacción gubernamental ante los niños muertos por inanición en la Guajira? ¿Por qué no se frena la inoperancia del necrofílico sistema de salud por tanto paseo de la muerte? ¿Por qué frenaron la consulta anticorrupción que tantos billones sustrae para el derecho a la vida y el bienestar de los colombianos?

En cuanto se acerque la hora cero del inicio de la oleada de paro en 2020 (25 de marzo), las medidas que adoptarán serán cada vez más restrictivas, ya decretaron la emergencia sanitaria, vendrán medidas más drásticas, punitivas como el anuncio de prohibir concentraciones de más de 500 personas, siendo así, estamos a un paso de que el Ministerio de Educación Nacional proceda a adelantar las vacaciones y desactivar el volcamiento a las calles del magisterio colombiano.

Que se aplacen las dos primeras fechas a la Eliminatoria al Mundial de Qatar 2022 es lo de menos, que se posterguen fechas del campeonato rentado de fútbol vaya y venga, que se decida posponer el Festival Vallenato resbala, pues la parranda va en las vacaciones de mitad de año, que se impida el ingreso de cruceros al país es un cambio de luces, ya que las reservaciones siguen, que se impida la visita a las cárceles es un alivio, están que revientan, lo que verdaderamente importa es detener la indignación, la protesta y movilización social en Colombia el 25 de marzo.

Si este país tiene principios, los primeros en salir a manifestarse deben ser los votantes del presidente Iván Duque, la vida y la salud de nuestro sistema democrático están en estado de coma y, no precisamente, por el COVID-19. Debe investigarse hasta las últimas consecuencias si persiste la añeja práctica de volver añicos los votos contrarios, es necesario esclarecer si, en pleno siglo XXI, hay dirigentes sin escrúpulos que trepan al poder como arañas, dejando ponzoñas en el presente, el futuro y el bienestar ciudadano.

¿Será que el silencio y la pasividad reinarán en las mayorías populares que en 2018 salieron a votar emberracadas, engañadas, manipuladas y, según la ‘Ñeñemanía’, transadas?, volviendo a los virus, ¿será que la cura resultó peor que la enfermedad?

 

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Gustavo Adolfo Carreño
Economista, Magister en Desarrollo y Cultura, Amante de la filosofía, librepensador caribeño, educador.