¡El viacrucis para acabar el acuerdo de paz!

El mundo se quedaba frío y perplejo de ver que una sociedad perdiera la oportunidad de reconciliación y, por medio del sufragio, rechazara avanzar hacia una era de paz, prefiriendo hundirse en el naufragio de la guerra.

Opina - Conflicto

2019-04-23

¡El viacrucis para acabar el acuerdo de paz!

Es momento de rememorar, en estos tiempos de regocijo clerical, las estaciones que han pasado los adversarios de una paz estable y con justicia social, que desde hace tres años han comenzado a envenenar de odio a la sociedad colombiana, para que rechacen cualquier intento de reconciliación de la antigua guerrilla con la sociedad civil.

Es así como empezamos a recordar, por allá a principios de octubre de 2016, aquel plebiscito que el expresidente Santos decidió refrendar con los colombianos, a pesar de que no era necesario. Esto último, por la sencilla razón de que la paz es una valor supremo (y de obligatorio cumplimiento), que no tiene por qué preguntarse a nadie si quiere o no que se haga realidad. Pero, de tal manera, Santos quiso jugar con fuego y salió quemado.

Y todo por sus adversarios políticos, el uribismo, sus mismos excompañeros de partido que lo eligieron como presidente en el 2010 con mentiras, incitación al miedo y estrategias de “sacar a la gente berraca” a votar, como lo afirmó Juan Carlos Vélez, entonces gerente de los promotores del No. “El resultado en los comicios me tomó por sorpresa, y solo hasta las 5:30 p.m. del domingo supe que buscar que “gente saliera a votar berraca”, funcionó”, señaló el señor Vélez.

Y para sorpresa del mundo entero y, el fatídico dolor de la esperanza de millones de colombianos, el resultado del plebiscito por la paz resultó adverso a lo que muchos creían sensato. En un país con un conflicto interno armado de más de 50 años, el No se impuso sobre el Sí, con un pequeño margen de 50,2% contra un 49,7%.

El mundo se quedaba frío y perplejo de ver que una sociedad perdiera la oportunidad de reconciliación y, por medio del sufragio, rechazara avanzar hacia una era de paz, prefiriendo hundirse en el naufragio de la guerra.

Sorpresa en Colombia: el «No» ganó el plebiscito y se cae el acuerdo de paz con las FARC, así tituló el suceso un portal de noticias de Argentina.

El viacrucis de la paz sigue: en mayo de 2017, en una convención del partido Centro Democrático, el exministro Fernando Londoño Hoyos, director honorifico del grupo político, asevera varias cosas ante el público:

Primero, que el nombre del partido Centro Democrático es solo algo diplomático y de marketing, pero que de centro no tienen nada, que son de extrema derecha. Y además, afirma que «el primer desafío del Centro Democrático será el de volver trizas ese maldito papel que llaman acuerdo final con las FARC, que es una claudicación y que no puede subsistir», y se extiende aseverando que «ese papel en su conjunto es basura».

De esta manera, dándoles oxígeno y ánimo a los asistentes que frenéticamente aplauden sus palabras, se empezaba la siguiente estación denominada en esta columna como las elecciones al Congreso de 2018.

Estas elecciones al Congreso de Colombia fueron supremamente importantes por tener un actor del conflicto armado en las urnas y no en el monte: las FARC, por primera vez en su historia, aparecerían en los tarjetones electorales y además, se jugaban el poder legislativo para el nuevo periodo presidencial.

Es así como el Centro Democrático, también por primera vez, lanzó sus listas abiertas al Congreso y, para sorpresa de muchos, tuvo la mayor votación y tiene en la actualidad el mayor número de congresistas en el capitolio. ¡Se veía venir la horrible noche!

Y así fue, en las elecciones presidenciales, estas mayorías en el Congreso lograron aglutinar y aceitar su maquinaria política para lograr imponer al joven Duque como el primer mandatario de los colombianos.

Ocho meses después de que el nuevo presidente tomara las riendas del Estado, el viacrucis por la paz sigue vigente, el jefe de Estado tiene congelada la columna vertebral del acuerdo de paz: la JEP. Este mecanismo de justicia transicional está en vilo y su ejecución fue objetada precisamente para detener el avance del país hacia una era de paz con justicia, verdad, reparación y no repetición.

A esto, sumándole que la implementación del acuerdo ha tenido grandes falencias desde la firma de los mismos: el desfinanciamiento a los excombatientes, el asesinato sistemático de ellos (alrededor de 126 asesinados desde la firma del acuerdo), la seguridad jurídica, y el apoyo a los emprendimientos productivos, han sido solo algunos de los motivos de la amplia y delicada deserción de los exguerrilleros de los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación – ETCR.

De esta manera lo afirma con preocupación Jean Arnault, jefe de la Misión de Verificación en Colombia de la ONU:

“Un número considerable de excombatientes ha abandonado los espacios territoriales y están cada vez más dispersos (…) la Agencia para la Reincorporación y la Normalización ha registrado varios asentamientos colectivos nuevos, muchos de ellos en zonas rurales donde las FARC estuvieron presentes antes de la concentración de sus fuerzas”.

Ahora bien, el viacrucis parece tener muchas más estaciones. Por ello, tendremos que seguir confiando y haciendo todos los esfuerzos necesarios para que la paloma de la paz pueda sobrepasarlo, a pesar de todos los sometimientos que desde hace alrededor de 3 años ha tenido y que, probablemente, vaya a tener que aguantar con el sostén de todos los colombianos, por ahora hasta el 2022.

 

Foto cortesía de: El Pulzo

 

 

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José David Lozano
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