El reto de la educación inclusiva

Infórmate - Educación

2017-06-12

El reto de la educación inclusiva
  • Actualmente hay 1.548 niños con necesidades educativas especiales diagnosticados en el municipio de Bello y 33 profesionales que conforman las aulas de apoyo como alternativa para aplicar la inclusión escolar conforme a la Ley 1618 de 2013.

Según la Secretaría de Educación, el equipo de 33 profesionales para atender las necesidades educativas de la población diagnosticada y presuntiva en instituciones oficiales está conformado por psicólogos, licenciados, fonoaudiólogos, tiflólogos y neuropsicólogos. Las aulas de apoyo deben hacer seguimiento a estos casos, dar asesorías personalizadas, crear estrategias para cada estudiante y, si es necesario, hacer adaptaciones curriculares y flexibilizaciones en la jornada. De esta manera, se debe satisfacer el derecho a la educación de niños con necesidades especiales de una manera eficaz, pero ¿se está cumpliendo el objetivo?

Kevin Jaramillo, estudiante con espina bífida que cursa cuarto grado de primaria en la Institución Educativa Villa del Sol, por lo general va al aula de apoyo 2 veces al año aproximadamente, según su madre Amanda Ocampo. Al hablar con ella de la educación de su hijo no identifica a las aulas de apoyo con un papel determinante, además, a esta altura del año escolar no ha llegado a la institución la docente para dicho cargo.

En su caso, algunas de las adaptaciones curriculares las han hecho docentes regulares por deficiencias en la infraestructura de la institución o falta de capacitación para evaluarlo de acuerdo a la necesidad específica. Por ejemplo, Kevin no recibía la clase de informática en el grado segundo porque era imposible subir su silla de ruedas al aula de sistemas. Los docentes regulares, con grupos entre 30 y 40 niños, quedan con una limitación técnica y metodológica para satisfacer los derechos de la población con necesidades educativas especiales por falta de una estrategia eficaz gubernamental.

Anteriormente las personas con alguna discapacidad debían ir a centros especializados del Estado para recibir educación. Eventualmente se consideró esto como un acto discriminatorio y nacieron las aulas de apoyo en las instituciones oficiales, hoy en día reguladas por el decreto 366 del 2009 y la Ley estatutaria 1618 del 2013, que pretenden integrar el derecho a la educación y a la participación social de las personas con discapacidad.

En Bello, uno de estos centros era el Instituto psicopedagógico Tomás Cadavid. Con la regulación de las aulas de apoyo se convirtió en una institución educativa, que se identifica por brindar una buena atención para las necesidades educativas especiales y que actualmente cuenta con 88 niños diagnosticados con alguna necesidad especial y aproximadamente 30 presuntivos.

 

Las aulas en teoría

Katherine Restrepo, encargada de las aulas de apoyo en Secretaría de Educación, dice que en las instituciones hay permanentemente un psicólogo con alguna especialización pedagógica y/o un licenciado en educación especial o un posgrado en el campo. El fonoaudiólogo, tiflólogo y neuropsicólogo están ubicados en instituciones de la zona centro para el acceso a toda la comunidad cuando sea necesario.

 

La teoría aplicada

Tatiana Quintero es una psicóloga, que junto a una docente especializada, está en el aula de apoyo de la institución educativa Tomás Cadavid. Hay 2 tipos de poblaciones que deben atender: los diagnosticados y los presuntivos.

Cuando un niño tiene diagnóstico y llega nuevo a la institución lo remiten al aula para que se establezcan las estrategias pertinentes del caso. Si no hay un diagnóstico y el docente del aula regular identifica una barrera de aprendizaje, piden un formato de remisión donde se evalúa la parte académica y el desempeño comportamental y emocional para determinar si tiene un problema de aprendizaje o de adaptación. Si es problema de aprendizaje, se remite a evaluación neuropsicológica.

Después de ser diagnosticado se crean adaptaciones y una serie de estrategias para los docentes y los padres de familia. Dependiendo de la situación, en el aula de apoyo se determina si se puede trabajar con varios niños, en lugar de tener las sesiones personalizadas para identificar y evaluar el progreso; en algunas instituciones como la de Tatiana son muchos casos para dos profesionales fijos y es insuficiente “para que se vean avances significativos y sea un seguimiento constante”.

 

El papel de los especialistas

El papel de los especialistas es fundamental, pero con ellos es aún más complejo realizar un seguimiento efectivo. Loren Alexandra Grisales es la madre sustituta de Leidy Jhoana, de 13 años quien tiene baja visión, y de Pedro Pablo Arias, de 16 años,con parálisis cerebral bilateral bifrontal. Han estado con Loren 11 y 7 años respectivamente y a ella le ha parecido fundamental “hacer valer sus derechos”. No cuentan con un apoyo particular para asistir a lugares especializados en sus necesidades y han estado siempre en instituciones oficiales.

Ambos estudian también en la Institución Educativa Villa del Sol, sin embargo, Leidy, antes de estar con Loren, estudió en la Institución Educativa Divina Eucaristía, ubicada en el parque de Bello (la zona central del municipio). Allí aprendió a leer en braille y fue una estrategia efectiva en su momento.

Cuando Loren acogió a Leidy, la menor tuvo que trasladarse a Villa del Sol; la comunidad educativa la recibió bien y ella perfeccionó su manejo del bastón. Sin embargo, los docentes a lo largo del proceso educativo, no han tenido las estrategias adecuadas para evaluarla, pues en esta institución ninguno está capacitado en la técnica del braille. En el 2015 un profesor le manifestó a su madre sustituta que no le interesaba evaluarla, pues simplemente no sabía cómo.

 

El papel de los docentes regulares

Imagen cortesía de: Walac Noticias

La mayoría de los profesores no se muestran entusiastas cuando se les asigna un caso con alguna necesidad educativa especial. Amanda Ocampo, la madre de Kevin Jaramillo (el menor con espina bífida), dice que siente un desinterés por parte de los maestros.

En su caso, hay una fundación llamada Mónica Uribe por Amor a la que asiste desde que tenía 3 meses de embarazo. Allí hacen capacitaciones anuales para los docentes que tendrán en su aula estudiantes con espina bífida. En la vida académica de Kevin solo han asistido 3 profesores.

Al docente que le preocupa el desarrollo del niño, aprovecha estos espacios como un recurso para hacer lo más efectivo posible su trabajo. Sin embargo, la profesora de preescolar en Villa del Sol, Nancy Ramírez cuestiona que estas capacitaciones las deba asumir y buscar el docente o el padre de familia por su interés; para ella la Secretaría de Educación debería brindar el personal, la infraestructura, los medios y las capacitaciones suficientes y eficientes.

Ella en este momento tiene un estudiante con síndrome de Down, llamado Juan José, y aún sin los docentes de apoyo crea estrategias y adaptaciones curriculares para que logre avances en su formación. También tiene una niña llamada Valeri, con retraso del desarrollo cognitivo. Dice que con ella sí fue un poco más difícil trabajar, pues afirma que a pesar de tener 5 años cronológicos, podría tener 1 año y medio en su desarrollo.

Nancy afirma que “en el momento de evaluar o pasar un informe nos sentimos perdidos, pues sabemos que no lo podemos evaluar como a los otros”. Y al no haber docentes de apoyo en esta institución, no cuenta con las estrategias técnicas para hacerlo.

 

El papel de los padres de familia

Diana Molina, docente de preescolar de la misma institución, afirma que los profesores cargan con toda la responsabilidad, y que los padres de familia y el Ministerio de Educación deben compartirla. Es muy diferente el proceso de un niño que tiene acompañamiento en su casa a uno que no. Tatiana Quintero, la psicóloga del Tomás Cadavid, afirma que siente “padres que son ausentes y que eso está relacionado con el proceso del estudiante.

 

Alternativas educativas

María José Merchán tiene encefalopatía epiléptica de inicio temprano tipo XVII, una enfermedad que tienen 13 personas en el mundo. Su madre, Diana Ahumada, ante las necesidades principalmente motrices de la niña, optó por la Institución Educativa Paulina, un colegio privado y de educación personalizada.

En el municipio también hay una una institución llamada ASOPAHINES (Asociación de Padres de Hijos con Necesidades Educativas Especiales). Este lugar nace después de que se cierra el Instituto Psicopedagógico y, según la coordinadora pedagógica Leidy Carmona, “es un programa de educación no formal para el trabajo y desarrollo humano de personas con discapacidades intelectuales”. No funciona según grados escolares, sino por talleres para el desarrollo de habilidades y eventualmente talleres ocupacionales (agropecuario, de alimentos, artesanía y pintura). Su personal está conformado por licenciados en educación especial, psicólogos, un educador físico y los docentes que dictan los cursos ocupacionales.

Aunque este tipo de espacios especializados existen, no todos los padres de familia pueden costearlos, y si bien, la inclusión y la prevención contra la discriminación son importantes, las instituciones educativas oficiales no disponen de los medios suficientes para que el niño con una necesidad educativa especial reciba una atención integral.

Como consecuencia de la ineficiencia del sistema, padres preocupados como Amanda Ocampo, quisieran instituciones especializadas aunque no puedan costearlas. Para niños como Kevin, si hay disposición de los padres, maestros y buenos medios del Gobierno, su educación podría ser un derecho efectivo.

 

Lo que se necesita es inversión

Diana Molina afirma que cuando los docentes protestan no es solo una cuestión del aumento de sus salarios, bonificaciones por el trabajo, de la mejoría en su sistema de salud o de una reivindicación al papel del docente. Se marcha para que los derechos de todos los niños (los que tienen necesidades educativas especiales y los que no) se cumplan de una manera eficaz y esto solo se puede lograr con la inversión que merece un tema tan importante como la educación.

 

 

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Ana Isabel Gómez Molina
Estudiante de Comunicación Social y Periodismo en la Universidad Pontificia Bolivariana.