Las tesis de las Farc I: Del realismo al nuevo partido

Opina - Conflicto

2017-07-26

Las tesis de las Farc I: Del realismo al nuevo partido

“La Independencia es una forma superior de ser de una nación,

nada tiene que ver con nuestra tutelada soberanía.”

 

Las tesis por un partido para construir la paz han reabierto un debate de un hondo significado histórico que venía postergado por más de 50 años, a raíz de la confrontación armada y las consecuencias que ésta produjo en la sociedad.

Uno de los temas centrales de este debate es cómo va ser el tránsito del ejército rebelde al partido político legal, es decir, cómo va ser la continuidad de la lucha bajo un contexto y forma nuevos.

Dentro de los asuntos que plantean las tesis, está la necesidad de avanzar en un conjunto de reformas durante un período de tiempo dado (gobiernos de transición) que ayuden a reconstruir el Estado Social de Derecho; deslegitimado y en medio de una grave crisis a la que lo han conducido los malos gobiernos que ha tenido Colombia.

El núcleo esencial de ellas se encuentra en los tres últimos capítulos. Porque allí desarrollan un análisis y diagnóstico bastante acertado sobre la situación del país, y además, por el realismo como abordan la situación y el contexto nacional.

La tesis que con mayor nitidez expresa la visión estratégica habla de un partido para la superación del orden social capitalista y la construcción de una nueva sociedad en Colombia, sin duda ha alertado e indispuesto a los grandes capitalistas que han explotado a amplias capas de la población, no solo a la clase trabajadora, sino a millones que ejercen trabajos informales, usufructuado y acumulado la riqueza que producen y la del país.

Por supuesto que también sería un problema para el aliado principal de la clase dominante colombiana, el imperio estadounidense. ¿En qué quedaría la dependencia y negación de soberanía plena, las bases militares, la influencia en la selección de los más altos cargos del Estado, el intercambio comercial, la inversión de capitales, la extracción minero energética, el principal aliado contra Venezuela, la fallida lucha antidrogas, el sometimiento a la extradición? Los estrategas norteamericanos buscan fortalecer la presencia, influencia y dominio en el continente, no lo contrario.

La tesis 48 es la que con mayor nitidez expresa la visión estratégica del partido que las Farc pretenden construir. Y es la que más preocupa tanto a la clase dominante y su expresión más radical, la extrema derecha, defensora a ultranza del modelo capitalista, la tradición, la familia y la propiedad privada. Es esa proyección estratégica, superación del orden social capitalista, lo que la lleva a meter miedo con el argumento que si la izquierda gana el poder en el 2018, el país caerá en manos de las Farc y el “Castro-Chavismo.”

Afirmación que sobraría tener que refutar, por un lado, porque pretende volver a usar el viejo cuento de que ahí viene el coco del comunismo para mantener cautiva e hipnotizada un amplio sector de la población, mancillando los nombres y la obra de dos grandes revolucionarios continentales, como Fidel Castro y Hugo Rafael Chávez Frías, quienes tienen un significado profundo para el pueblo Latinoamericano; y por el otro lado, porque las Farc ya no existen como ejército rebelde, sino como partido legal que es algo muy diferente, aunque es en realidad a ese partido que surja y desafíe su poder como clase dominante a lo que teme.

En los fundamentos de su acción política (tesis 50), afirman que dicha acción política se llevará a cabo desencadenando el poder constituyente desde abajo. Sin embargo, ello pasa por reconocer lo que combatieron toda una vida con las armas: la existencia determinante del Estado liberal burgués.

Aquí es donde sale a flote el realismo de las Farc sobre el contexto actual del país, cuando plantean la necesidad de la profundización, radicalización y ampliación de la democracia, buscando que las decisiones que tomen en el escenario de la acción política tengan una incidencia real en la vida de la población históricamente excluida de las posibilidades de una vida digna, que en Colombia son casi 20 millones de ciudadanos.

Ese realismo, que no es otra cosa que una táctica asentada en la realidad concreta, es el que les permite plantearse acceder a cargos de poder del Estado a través de la participación política electoral abierta. Pero no se quedan simplemente allí, sino que proponen trascenderla en el entendido que el poder social no se limita al poder del Estado, apuntándole a un proceso destituyente abierto que avance hacia uno constituyente creativo. Dejando abierto y sin mucho desarrollo todo el debate sobre la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente. Al respecto, para los fines de esta discusión, sobre los procesos constituyentes abiertos del continente, valdría la pena estudiar el caso boliviano.

Siguiendo con este enfoque, afirman que se está abriendo paso una fase de transición política para la superación de un estado de cosas históricamente obsoleto, que dé esperanzas de vida y futuro. Lo cual solo será posible si se deja atrás la guerra, la violencia estructural, la estrategia contrainsurgente, el Estado de excepción permanente, así como el neoliberalismo que habilita la acumulación por despojo.

Ahora bien, la transición en la que está Colombia pasa no solo por proponer una estrategia de acción política adecuada y realista, sino por contar con la inteligencia, creatividad y audacia para convocar a amplios sectores de la sociedad que trascienda el estrecho y reducido campo de la izquierda. Y este es otro de los grandes retos del presente para las Farc; cómo organizarse políticamente para incidir y contribuir en la transformación estructural de la sociedad.

Esta pregunta la responden cuando afirman que buscan llegar a los más diversos y amplios sectores de la sociedad desde lo que denominan proyección expansiva del partido. Que consiste en impulsar la creación de la más amplia unidad partiendo del núcleo inicial que conformen, creando primero, y de manera escalonada un Bloque Popular Alternativo (BPA) con la izquierda, que incluye partidos y movimiento sociales; y a partir de allí, ir avanzando hacia una Gran convergencia nacional y, luego, hacia una Gran coalición democrática que incluya sectores democráticos y esa gran mayoría apática y desilusionada con la política, abstencionista o que ha votado a los partidos tradicionales. He allí plasmada la ruta para llegar al gobierno de transición.

El propósito con esta fase de construcción de una táctica política para el momento, radica en la necesidad que tienen de tejer un acuerdo político lo más amplio e incluyente posible, para abrirle camino a lo que llaman de manera clara el gobierno de transición, como garantía para la defensa de los acuerdos así como su implementación en los gobiernos posteriores.

Dicha táctica política se sustenta en el reconocimiento de que en Colombia las transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales que demanda la sociedad en un período de reformas, no es posible llevarlas a cabo solamente con las fuerzas revolucionarias, es decir, exclusivamente con la izquierda tradicional. Solo es posible lograrlo desde una gran convergencia nacional donde concurran y converjan esa izquierda histórica que se puede nuclear en el BPA, grupos poblacionales, las mujeres, jóvenes, el movimiento LGTBI, campesinos, pueblos étnicos, afros, indígenas, raizales, etc.

El siguiente paso, en el camino de la proyección expansiva, es apuntarle a una alianza política transitoria para enfrentar la principal amenaza a los acuerdos y la implementación: la extrema derecha, el Centro Democrático y su meta de “hacerlos trizas” si retoman el poder presidencial y del Estado en el 2018. A la luz del momento político que está viviendo el país, (56) no debe descartarse que el espectro de la gran convergencia propia del movimiento de movimientos pueda expandirse hacia una gran coalición democrática.

Dicha alianza significa construir por acuerdo un programa mínimo de gobierno, que tenga como una de sus ejes principales, la implementación de los acuerdos de La Habana, además de otros temas como Verdad y Reparación para las víctimas, buen vivir para la población, apertura democrática, Acuerdo Nacional para un ambiente sano, impulso a un proceso constituyente abierto (59).

Esa Gran coalición Democrática, se proponen construirla a partir de acuerdos políticos para enfrenta las elecciones del 2018, y es en ella donde se expresa la idea de gobierno de transición para la construcción de paz y reconciliación nacional. Lo conciben como el gobierno de transición fundamental para consolidar la paz, pero también para sentar las bases de la justicia social.

Ahora bien, las alianzas y acuerdos para un gobierno de esta naturaleza, no están establecidas aún, porque éste obedece a un proceso de reconocimiento, de crear confianzas, de establecer un diálogo fluido y abierto con todas las fuerzas, movimientos, partidos y personalidades que le vean el mismo sentido y significado; que coincidan en su necesidad y en los peligros que para esas mismas fuerzas que han luchado y apostado por los diálogos y la salida política al conflicto armado, estén convencidas de la necesidad de aliarse y unirse en esta coyuntura histórica para derrotar la tendencia política que amenaza el proceso al que se le ha dedicado grandes esfuerzos, sacrificios y vidas.

Sin duda reconocen que en una propuesta de alianzas y convergencia como esa, con base en el realismo y pragmatismo que exponen claramente en las tesis, deben estar también sectores de la burguesía, inclusive de derecha que estén por la defensa de lo acordado para no volver más a la guerra.

Por eso aspiran a que la propuesta de gobierno de transición logre sembrarse en los corazones de la mayoría de colombianos y colombianas (60), sin embargo, son conscientes del escepticismo y rechazo general de millones de ciudadanos a la participación electoral, precisamente por las prácticas corruptas, mafiosas, criminales y la ilegitimidad sistemática y constante de las instituciones del Estado cada vez más descompuestas.

A este reconocimiento del momento y contexto que vive el país es a lo que se le puede llamar el realismo de las Farc, es decir, a su capacidad para entender las fuerzas que actúan, los acumulados históricos y las potencialidades de cada uno, incluyendo las suyas.

 

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Oto Higuita
Licenciado en Historia Económica y de las Ideas. Universidad de Estocolmo. Idiomas inglés y sueco. Ensayista. Columnista.