El planeta por un plato

Deshumanizamos la naturaleza y desnaturalizamos nuestra humanidad. Este es el singular argumento de la modernidad. Lo hacemos al dar cabida a un extractivismo sin límites que nos ofrece minerales y combustibles a cambio de páramos y bosques.

 

 

 

Análisis - Ambiente

2022-12-21

El planeta por un plato

Columnista:

Iván Darío Molina 

 

Nuestra respuesta a la actual crisis climática no puede darse en una sola dirección. La reconciliación con los animales no humanos es una condición necesaria para el logro de la justicia climática. Históricamente los animales han padecido la crueldad y la explotación humana dada nuestra incapacidad para ver que al igual que nosotros, se trata de seres sintientes, complejos, y moralmente valiosos.

Este problema comparte una misma raíz con otras formas de injusticia: un modelo económico que se basa en una idea de crecimiento infinito en una biósfera finita, y un sistema de valores que se basa en la explotación y la depredación de todas las formas de vida. Matriz cultural en la que el río deja de ser la cuna donde ocurre la alquimia de la vida para convertirse en la fuente de riqueza de las multinacionales, en la que la selva no es un complejo sistema del que depende la salud de la biósfera, sino apenas un objeto a la medida de la codicia de quienes promueven la ganadería extensiva, la minería y el acaparamiento de tierras. Visión del mundo, según la cual, el valor  moral, la complejidad biológica y, en algunos casos la relevancia ecosistémica de las vidas animales, se reducen a la forma de un capital explotable destinado a satisfacer las demandas del consumo.

Deshumanizamos la naturaleza y desnaturalizamos nuestra humanidad. Este es el singular argumento de la modernidad. Lo hacemos al dar cabida a un extractivismo sin límites que nos ofrece minerales y combustibles a cambio de páramos y bosques.

Lo hacemos cuando reducimos la complejidad y belleza de los animales a objetos de uso, de adorno. Se debe a una forma de alimentación que no solo causa sufrimiento a millones de animales de granja, sino que también pone en juego el equilibrio del planeta al sobreexplotar océanos y selvas. Nuestra visión antropocéntrica del mundo ha normalizado la explotación de los llamados «animales de producción», mientras reconocemos las profundas capacidades emocionales y el valor moral de los animales de compañía.

Una noción amplia de justicia climática debe ser antiespecista. El camino hacia una transición energética justa y respetuosa de la naturaleza debe incluir a los animales sin distinción alguna, pues se trata de seres inherentes a la misma. El reto de la sostenibilidad ambiental no solo supone una respuesta técnica acerca de cómo resolver nuestra demanda de energía. Se requiere también de un cambio estructural en nuestra concepción política y cultural sobre las vidas de los animales. Se necesita una noción amplia de justicia capaz de reconciliar la existencia humana con la naturaleza y las otras especies, capaz de transformar el actual paradigma de desarrollo que no reconoce los límites de la naturaleza, y que se opone a que adoptemos una manera de existir, de trabajar y, alimentarnos, respetuosa con todas las formas de vida. 

Nuestras equívoca forma de relacionarnos con los animales de producción y con los animales silvestres implica un impacto negativo en el equilibrio de la biósfera. El daño que causamos a la compleja e intrincada red de interacciones que se teje en los ecosistemas puede revelarse de la siguiente manera:

Se estima que al menos el 83 % de la superficie seca del planeta está intervenida por seres humanos y, que de todos los mamíferos sobre la Tierra, el 97 % corresponde a la suma de nuestra especie más el ganado destinado a nuestro consumo, mientras que solamente el 3 % del total corresponde a mamíferos silvestres.

Nuestro consumo de carne constituye una de las principales fuentes de emisión de carbono; asimismo, uno de los principales estímulos para la deforestación. Para el quinquenio 2015 – 2020 la pérdida de bosques se estima en 10 millones de hectáreas anuales, según un informe de la FAO, menguando la capacidad de la biósfera para regular el clima, situación que explica la disminución de masa glaciar, que los nevados estén desapareciendo, que se incremente la acidificación de los océanos, y que soportemos inviernos cada vez más crudos y tenaces olas de calor. Se dice que la biodiversidad es un indicativo de la salud de los ecosistemas, que la pérdida de especies amenaza el equilibrio de la biósfera. No obstante, el narcisismo propio de nuestra especie nos impide ver que el planeta del que dependemos, depende a su vez de nuestros hábitos alimenticios, y del cuidado de los animales, quienes son los ingenieros de los ecosistemas.

Desde Vegetarianos Hoy, quisiéramos recordar, que las grandes transformaciones colectivas surgen de las transformaciones individuales. Solo el cambio de nuestra visión ética individual, reflejada en el cambio de nuestros hábitos alimenticios, puede garantizar que logremos construir sociedades más sustentables. Nuestros platos no solo reflejan la primera forma del especismo, sino también una de las principales fuentes del deterioro medioambiental. Pese a que, la sintiencia es una capacidad reconocida en los animales, nuestro sesgo especista ha normalizado la explotación que se ejerce contra los animales de granja. El principio de uso humano de claro arraigo antropocéntrico se ha sobrepuesto a toda consideración sobre la protección, el bienestar y los intereses y capacidades de estos seres. Cada año en Colombia, la industria sacrifica alrededor de 5 millones de cerdos, aproximadamente 3 millones de bovinos, exporta alrededor de 100 mil animales vivos en barcos y, de un total de 149 millones de gallinas explotadas por la industria del huevo, el 96 % pasan sus vidas confinadas en sistemas de jaulas.

Lo que ponemos en nuestros platos, más allá del indudable costo moral, tiene una implicación directa con la crisis climática. Nuestro consumo de carne contribuye de manera directa a una de las principales fuentes de emisión global de CO2, fenómeno que está ligado a la creciente deforestación de nuestros bosques, a la degradación de nuestros suelos y a la contaminación de las fuentes de agua. En nuestros platos día a día auspiciamos una industria que causa gran sufrimiento a los animales mientras aceleramos el deterioro climático. Debemos tener presente que toda forma de injusticia tiene como raíz una intuición ética compartida, que en nuestra alimentación se juega mucho de la explotación y de la violencia a la que quisiéramos poner fin.

Si quieres cambiar el mundo, comienza por tu plato.

 

Referencias: 

Yinon M. Bar, Philips Rob, Milo Ron. The biomass distribution on Earth. The State University of New Jersey (2018). Recuperado en: https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.1711842115

Zulmira H. Coimbra, Gómez Luis, Fernández Fernando. Human carnivory as a major driver of vertebrate extinction. Science Direct (2020). Recuperado en: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2530064420300614

Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE, Colombia. Encuesta sacrificio de ganado – ESAG (2022). Recuperado en: https://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/agropecuario/encuesta-de-sacrificio-de-ganado

Instituto Colombiano Agropecuario – ICA y Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (2021). Censo Nacional de aves. Recuperado en: https://www.ica.gov.co/areas/pecuaria/servicios/epidemiologia-veterinaria/censos-2016/censo-2018/censo-aves-2021.aspx

Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO. Evaluación de los recursos forestales mundiales 2020. Recuperado en: https://www.fao.org/forest-resources-assessment/2020/es

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Iván Darío Molina