El peligro de la tradición

No somos taurinos por tradición, simplemente acogimos esta práctica porque era lo que estaba de moda en la época colonial.

Opina - Cultura

2018-03-02

El peligro de la tradición

Valentía, coraje, paciencia, virilidad, tenacidad. Estas son algunas cualidades que describen y enaltecen la fiesta brava, un espectáculo en el cual cientos de personas son testigo de cómo un hombre danza con la muerte y desafía a la vida en un hermoso traje de luces, o eso dicen los taurófilos.

La tauromaquia en Colombia ha sido objeto de infinidad de debates. Uno de los argumentos usados en su defensa es la idea de que esta constituye una tradición arraigada en Colombia, luego hace parte del patrimonio intangible de esta. Según lo expresa la Corte Constitucional en sentencia C- 1192 del 2005: “las corridas de toros y en general los espectáculos taurinos, corresponden a una manifestación viva de la tradición espiritual e histórica de los pueblos iberoamericanos, como lo es Colombia, y por lo mismo, forma parte del patrimonio intangible de nuestra cultura.” Ante esta afirmación hay lugar a dos apreciaciones.

En primer lugar, decir que las corridas de toros son una tradición en Colombia, por el mero de hecho de ser una práctica reiterada en el tiempo, es desconocer que el concepto de tradición no sólo entraña la continuidad de una costumbre y su trascendencia en el tiempo, sino también la representación y la memoria de un colectivo, lo cual no ocurre, puesto que es una escasa minoría la que profesa este “arte” .

En segundo lugar, defender una costumbre, sea cual sea, por el simple de hecho de ser una tradición, no solamente raya en lo ridículo, sino en lo obtuso. Bajo esa lógica seguiríamos quemando brujas.

Las tradiciones no pueden ser las cadenas de la sociedad, la tradición no puede ser una defensa ante lo absurdo, una cláusula pétrea que se antepone a la razón.

Ahora bien, en la mencionada sentencia, la Corte sostiene que si bien reconoce la tauromaquia como una expresión artística del ser humano y una tradición, deja la puerta abierta a que esta regulación se modifique e incluso pierda su protección constitucional en caso de que en un futuro la costumbre cambie y la tradición muera. La Corte falla al inaplicar este pronunciamiento y postergarlo, ya que así desconoce la evidente costumbre de rechazo a la fiesta brava que se ha ido gestando y cristalizando en la sociedad colombiana, falla al negar la realidad en aras de proteger la tradición.

El advenimiento de las corridas de toros en Colombia se remonta a la época colonial, en pleno siglo XIX decidimos copiar esta costumbre española y adoptarla como nuestra sin conocerla en absoluto, prueba de ello es la falta de memoria colectiva y la mutación que las corridas han tenido a lo largo de los años, en un principio se prohibía la muerte del toro, (decretos 17 de 1893, 351 de 1893 y ordenanza 51 de 1895) y el público participaba en las mismas.

¿Qué nos demuestra esto? que no hubo claridad sobre el verdadero significado de las corridas de toros, que simplemente acogimos esta práctica porque era lo que estaba de moda en aquella época.

Somos una Nación sin identidad, que copiamos costumbres, usos y tradiciones extranjeras porque nos avergonzamos de las propias; que calcamos tradiciones sin conocer el porqué de estas y su significado; que preferimos recordar y celebrar una tradición ajena que conocer nuestra herencia indígena y de esta manera rescatarla. Celebrar la tauromaquia en Colombia es celebrar la involución del pueblo colombiano y la falta de identidad del mismo.  

( 2 ) Comentarios

  1. ReplyLuz Delia Caballero Vega

    Nunca he entendido la connotación de «arte» de la tauromaquia, cuando le he preguntado a alguien que la considera así, nunca he tenido una respuesta, lo confites te artículo, profesamos, le rendimos tributo y admiración a prácticas que no conocemos, que no son nuestras. No conocía muchos datos que menciona artículo, amplia mi conocimiento sobre este tema y reafirma mi posición, so re quiénes la consideran «arte» gracias

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Ana Montoya
Escritora.