El negativo legado de Iván Duque

En virtud de su desastrosa gestión, Duque debería de seguir los pasos de Belisario Betancur Cuartas, quien decidió abandonar la vida pública, agobiado por haberse dejado quitar el poder de los militares en la retoma del Palacio de Justicia.

Opina - Política

2021-08-21

El negativo legado de Iván Duque

Columnista:

Germán Ayala Osorio 

 

En escenarios pandémicos, el paso del tiempo parece ralentizarse. Quizás por ello, el año que le queda a Iván Duque como huésped de la Casa de Nari se nos hará eterno. En particular, el 7 de agosto de 2022 lo veo lejano, como lo es el día en el que podamos vivir en paz en Colombia.

Después de 3 años, el balance de la gestión del ungido de Uribe no podría ser más desastroso: contracción económica, aumento en la concentración de la riqueza en pocas manos, del desempleo y el subempleo, y una pasmosa lentitud en las acciones conducentes a implementar lo acordado en La Habana. Y claro, el mal ambiente que desde el Gobierno se generó en contra de la JEP. A ese listado se suman dos asuntos que deberían ser recogidos como el verdadero «legado» que deja Duque: el primero, la elevación a la condición de enemigo interno de los jóvenes urbanos que manifestaron su descontento en el marco del paro nacional. Y el segundo, un tácito enfrentamiento jurídico y político entre la Fiscalía General de la Nación y la Corte Suprema de Justicia, a raíz de la investigación penal que el alto tribunal adelantó en contra de Uribe Vélez por los delitos de fraude procesal y manipulación de testigos.

Sobre el primer asunto, hay que señalar una característica que, a manera de impronta, identifica a Uribe y al uribismo: la concepción militarista del Estado. Por esa vía y desde el 2002, lo que viene ocurriendo en Colombia es la naturalización de las prácticas deliberativas de los generales de la Policía y del Ejército, que los convirtió no solo en agentes políticos con poder electoral, sino que los obligó a tomar partido entre la continuidad de la guerra o el apoyo al proceso de implementación del Acuerdo de Paz. Fue con Santos que esa peligrosa división quedó asegurada, gracias al discurso de odio que irrigó Uribe por todos los cuarteles. Durante las manifestaciones, en el marco del paro nacional, vimos a los generales hablando duro y actuando con fiereza para repeler el legítimo estallido social. El más claro ejemplo de lo anterior fue lo que ocurrió en Cali, cuando el alcalde y el resto de las autoridades civiles fueron desplazadas y reemplazadas por los generales Zapateiro y Vargas. Dicho experimento se extendió a ciudades como Bogotá y Medellín.

En cuanto al sobreentendido choque entre la Fiscalía de Barbosa y la Corte Suprema de Justicia hay que señalar que estamos ante una segunda etapa de un ya viejo y agrio enfrentamiento que Uribe sostuvo con ese tribunal, porque en los tiempos en los que fungió como presidente, los magistrados investigaron y sancionaron a sus amigos congresistas por vínculos con el paramilitarismo. Una vez abierto el boquete en la Corte Suprema de Justicia por no haber mantenido la competencia para continuar procesando al expresidente antioqueño, ya varios congresistas uribizados corrieron a buscar protección debajo de las enaguas de Francisco Barbosa, quien dispuso que una parte de la institucionalidad trabaje para defender los intereses del cerrado círculo de amigos del expresidiario 1087985.

No concuerdo con aquellos que, a manera de balance, aseguran que Duque jamás se conectó con el país, o que vivía en una realidad paralela. No. Iván Duque Márquez fue puesto en la Casa de Nari para entronizar el carácter militarista del Estado, torpedear el proceso de implementación del Acuerdo de Paz, aumentar la riqueza, en particular la del banquero que aportó el 60 % de los costos de su campaña, la misma a la que entraron dineros del narcotraficante y lavador de dinero, conocido como el ‘Ñeñe’ Hernández. Por ser obsecuente y sumiso con su patrón, en la conmemoración del 7 de agosto, en su discurso, echo pullas no solo al nobel de paz colombiano, sino a quien tanto temen que los saque del Estado en el 2022: Gustavo Petro Urrego. Duque, hasta el último día como presidente (nominalmente) seguirá plegado al guion que le entregaron. Al igual que su mentor, jamás entendió qué es eso de ser jefe de Estado. De allí que jamás haya actuado como símbolo de la unidad de la nación.

En virtud de su desastrosa gestión, Duque debería de seguir los pasos de Belisario Betancur Cuartas, quien decidió abandonar la vida pública, agobiado por haberse dejado quitar el poder de los militares en la retoma del Palacio de Justicia. Si decide hacerlo, el país se lo agradecerá. Hágalo, Iván, porque el viejo Geppetto ya no lo necesita más, pues en su taller ya está fabricando la nueva marioneta para el periodo 2022-2026. Y quizás el hada que le dé vida al nuevo títere, saldrá volando del Nuevo Liberalismo o de la Alianza Verde.

 

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Germán Ayala Osorio
Docente Universitario. Comunicador Social y Politólogo. Doctor en Regiones Sostenibles de la Universidad Autónoma de Occidente.