Duque otra vez se disfraza de policía

Al final de su mandato, Duque Márquez se ratifica como un provocador profesional y un presidente poco empático con la ciudadanía, en particular con aquella que sistemáticamente viene siendo víctima de los desafueros y de la violencia policial.

Opina - Política

2021-09-07

Duque otra vez se disfraza de policía

Columnista:

Germán Ayala Osorio

 

Nuevamente, Iván Duque Márquez se viste de policía para «pasar revista» a varios CAI en Bogotá, pero especialmente para reiterarle su apoyo a los policiales. El registro del hecho político lo hizo EL TIEMPO, medio gobiernista que tituló así la nota sobre el particular suceso: Iván Duque, vestido de Policía, hizo visita sorpresa a varios CAI de Bogotá.

Al final de su mandato, Duque Márquez se ratifica como un provocador profesional y un presidente poco empático con la ciudadanía, en particular con aquella que sistemáticamente viene siendo víctima de los desafueros y de la violencia policial. Este malogrado huésped de la Casa de Nari (anteriormente conocida como Casa de Nariño) será recordado, además, por ser un simulador, pero sobre todo, por haber actuado en contravía del artículo 188 de la Constitución Política de Colombia que señala: «el presidente de la República simboliza la unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos».

Al disfrazarse de policía, Iván Duque, desde la institución presidencial, legitima la violencia policial, la corrupción por el caso de la avioneta con coca que salió de Guaymaral recientemente, al tiempo que reta a los ciudadanos que han sido víctimas de los policiales (Esmad), bien por las afectaciones en sus ojos, violaciones sexuales de mujeres, tortura y desaparición forzada. Al demostrar nula empatía con los colombianos víctimas de los abusos de miembros de la Policía Nacional, Duque logra que el foco de su acción termine gravitando alrededor del sentido del artículo 188 de la Carta Política, el mismo que el presidente de la República viene desconociendo de tiempo atrás, no solo al insistir en el uso del disfraz, sino por haber gobernado de espaldas a particulares sectores sociales con los que jamás quiso reunirse para dialogar. Hablo en particular de los jóvenes manifestantes (de la primera línea) e indígenas, representados estos últimos en la minga indígena, a los que no solo desconoció, sino que irrespetó al sugerirles, casi una exhortación, para que se fueran a sus resguardos, en el marco de las movilizaciones y el paro nacional.

Duque cree que el fungir como comandante supremo de las Fuerzas Armadas lo obliga a simular ser un miembro de estas, dejando atrás su condición de civil. No es poniéndose los uniformes de los soldados y policías como se legitima su condición de comandante, por el contrario, el uso discrecional de sus insignias no suele ser bien visto por aquellos militares y policías que sienten un especial rechazo contra los civiles. Ser civil, en el mundo castrense, suele asociarse con debilidad, pernicia y pereza. Con estas conductas, infantiles por demás, Iván Duque demuestra que jamás se sintió cómodo como jefe de Estado y mucho menos entendió qué es eso de ser el símbolo de la unidad nacional. Por ello, a lo único que puede apelar es a simular, por unas horas, que es el comandante supremo de las FF. AA.

Suele entenderse la acción de disfrazarse como parte de una celebración o de una fiesta. Al parecer y por segunda vez, Iván Duque Márquez parece disfrutar y festejar los desmanes y desafueros de una institución a la que millones de ciudadanos le temen y aborrecen.

 

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Germán Ayala Osorio
Docente Universitario. Comunicador Social y Politólogo. Doctor en Regiones Sostenibles de la Universidad Autónoma de Occidente.