«Despide Un Mamerto», el Furibismo pateando la lonchera

Iniciativas como «Despide Un Mamerto» se convierten en una vía que acelera el sectarismo y la división entre dos puntos de vista opuestos o la imposición de un modelo totalitario en un país.

Opina - Economía

2020-08-09

«Despide Un Mamerto», el Furibismo pateando la lonchera

Columnista: Álvarez Cristian

 

El fallo contra el expresidente Álvaro Uribe ha dado para todo. Desde irresponsables llamados a fin de que la reserva de la fuerza militar se “rebele”, hasta marchas (paupérrimas) y caravanas de uribistas en lujosas “narcotoyotas” y humildes vehículos de “chevyplan” atrasados en cuotas.

Pero, así como hemos visto propuestas que se asemejan peligrosamente con la instauración de una dictadura (como la irresponsable propuesta de una constituyente para favorecer expresamente a los miembros del partido de gobierno) hay otras que por su alcance rayan con la ridiculez.

Imitando al niño malcriado que, luego de ser vencido justamente en un juego, opta por llevarse el balón para que los demás no jueguen, muchos uribistas después de ver a su jefe derrotado en franca lid legal han hecho la invitación por redes sociales a aplicar el slogan #DespideUnMamerto.

El muy cuestionado abogado Jaime Restrepo, más conocido con el remoquete de “El Patriota” publicó en su Twitter lo siguiente:

Lo de Uribe fue un grito de guerra contra quienes defendemos la democracia. Eso no se puede quedar así. Invito a los empresarios, comerciantes y empleadores para que hagan una purga de sus empleados de izquierda. Petro y las Farc los emplearán #DespideUnMamerto.

Personalmente el trino me resulta bastante cómico y patético porque, fieles a la mitificación, los miembros de esa “secta”, —con panfletos como estos— le hacen creer al resto del país que ellos son los únicos que impulsan el empleo de Colombia. Pero ¿será cierto?

Yo me inclino a dudar esta afirmación.

 

Ni tan bobos

Como ya lo dije más arriba, en las manifestaciones de apoyo al hoy encarcelado ex presidente se vio más gente del común y a pie que a una clase empresarial volcada masivamente a las calles aclamando en favor de su “benefactor”.

Pero no seamos ingenuos. Me atrevería a decir que la mayoría de grandes industriales de este país comulgan con el uribismo y así lo han hecho ver en los sendos comunicados públicos y privados que varios gremios le hicieron llegar al dueño del Ubérrimo.

Es innegable que sí hay uribistas ricos, muy ricos, que justifican su adoración para con el primer salgareño de la nación; ya que este con sus nefastas reformas laborales les ha doblado o triplicado el patrimonio a estos empresarios que siempre han tenido el bolsillo lleno.

No obstante, estos grandes empresarios no son tan tontos (por algo son ricos) para seguirle el juego a una pseudocampaña que más que ganancias podrá traer graves dolores de cabeza. Ellos saben que, por más cariño que le tengan al “jefe de jefes”, quienes se acojan a esta nefasta invitación de #DespideUnMamerto, les puede salir el tiro por la culata.

 

Acción y reacción

Como ya lo decían en otros tuits, el uribista raso no es que se caracterice por un alto nivel de estudios o por una visión crítica de las cosas en su puesto de trabajo que le permita apreciar distintos escenarios con nuevas oportunidades; algo vital para el crecimiento de una compañía.

Quedarse con empleados que no sean capaces de controvertir  a sus jefes y de hacer notar los errores en el liderazgo de una empresa es condenarla poco a poco a la muerte.

De otro lado, y como lo ejemplifica magistralmente el columnista Daniel Samper Pizano, de aplicarse el llamado de «El Patriota» pasaría el siguiente escenario:

Eché 100 empleados mamertos de mi empresa. Les pagaba 2 millones/mes más prestaciones. Ahora contraté 100 uribistas por 1 millón/mes sin prestaciones. Los 100 millones que ya no les pago son para mí. Les dije que tocaba así para no ser Venezuela. ¡Viva Uribe!

Mención aparte merecen el aluvión de demandas laborales que llegarían a nuestro ya saturado sistema judicial reclamando indemnizaciones por despidos injustos que tuvieron como base, más allá del rendimiento laboral, la filiación política del empleado.

Además, —cuando todo esto pase— de adoptar estas medidas, sería un pesado y vergonzoso estigma que dichas empresas cargarían.

Por siempre se les recordará como aquellas compañías que en tiempos de COVID19 y de recesión económica, en vez de estirar una mano amiga lanzaron un escupitajo a la clase trabajadora simplemente por no comulgar con su “fe ciega” en el uribato.

Y como a toda acción le corresponde una reacción, así como se está impulsando esta irresponsable iniciativa, la respuesta no se hizo esperar. Ahora, con la etiqueta #NoCompresAEmpresariosUribistas, de la cual uno de sus impulsadores es el senador Gustavo Bolívar se invita al boicot de las marcas afines al senador con más investigaciones en contra.

 

Daño irreversible

Desde un análisis más mesurado, siendo honestos con ustedes, me parece que ambas etiquetas afectan a la ya maltrecha economía del país por culpa del COVID-19 y las malas decisiones del gobierno.

Dinámicas como estas, aunque pueden parecer “inofensivas” llevan de fondo no solo una afectación al sistema económico, sino que también impactan nuestro sistema político y legal ya que dichas iniciativas se convierten en una especie de vía que acelera el sectarismo y la división irreconciliable entre dos puntos de vista opuestos de país o la imposición de un modelo totalitario.

Y aunque sé que en el mundo reciente hay más ejemplos de lo que quiero expresar, aunque no encontré imágenes que lo respalden; me remito a un caso ya muy trillado, pero igualmente efectivo para ilustrar la circunstancia actual.

Vale recordar que, en la Alemania nazi, en abril de 1933, comenzó un boicot económico en el que a los locales cuyos propietarios eran judíos se les colgaba el letrero que decía “¡alemán, defiéndete! ¡No le compres a judíos!”

 

Bueno, veámosle el lado «positivo», poco a poco nos vamos pareciendo a la Alemania… de hace 80 años.

 

( 2 ) Comentarios

  1. Me uno al clamor de esta joven, pero no a la forma, porque la justicia tiene que llegarle a todos. Por mi edad he podido hacer seguimiento a este personaje y no es sòlo resentimiento.

  2. No comparto la idea de que los uribistas sean personas poco estudiadas, al contrario es gente educada en ,a mejores universidades del país, que pelea por no perder sus privilegios.

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Álvarez Cristian
Periodista de la Universidad de Antioquia. ¿Quis custodiet ipsos custodes?