¡Dejen de romantizar la precariedad!

La labor periodística tiene que dejar de estar al servicio de quienes desean que esta realidad se mantenga intacta bajo el sopor social y empezar a generar contenidos que estén al servicio del cambio y del desarrollo social.

Opina - Medios

2021-11-08

¡Dejen de romantizar la precariedad!

Columnista:

Jessica Pérez

 

Cada cierto tiempo surgen estas historias (¿periodísticas?) en los medios de comunicación colombianos, historias que parecen enaltecer las cualidades del sacrificio en un país de desigualdades y miseria, como si la pobreza fuese algo que tuviera que ser destacado, como si el pobre tuviera que vivir con la condena de ser el entretenimiento de quienes consumen estos medios.

La romantización de la precariedad se ha convertido en uno de los tópicos, y es que pareciera ser más sencillo el adornar de eufemismos la vulnerable situación en la que viven millones de colombianos que cuestionar por qué este continúa siendo uno de los países más desiguales en América Latina. Lo cierto es que el objetivo pareciera ser el normalizar unas condiciones de vida paupérrimas como los contenidos de estos medios, pues lo que se busca no es generar una reacción que pueda lograr un interés por la realidad social del país, sino la normalización de situaciones como la explotación infantil, el trabajo de adultos mayores, la falta de educación e incluso la inaccesibilidad a los servicios básicos de salud.

Un ejemplo claro de esto fue una nota publicada el 22 de octubre en Noticias Caracol, quienes sin ningún descaro titularon la lamentable situación en la que se encontraban dos adultos mayores como «Abuelito enamorado recicla todos los días para costear los medicamentos de su esposa» y prosiguieron con una aún más lamentable entradilla «Por un costal de unos 20 kilos, que tarda cerca de 2 meses en llenar, solo recibe 20 mil pesos. En su labor se lastima porque la gente no separa la basura que bota». Esto generó multitud de críticas en redes, pues, además de utilizar expresiones tan condescendientes como «abuelito amoroso», lograron banalizar y romantizar una situación tan grave como la negación del acceso a un medicamento vital a una adulta mayor y las graves condiciones de trabajo informal de su esposo, también perteneciente a la tercera edad.

Estos contenidos, que carecen de ética periodística cuya presentación se hace con base en una frivolidad digna de aquellos que parecen vivir en una completa desconexión social, generan que situaciones tan complejas como la mencionada se conviertan en paisaje y logren generar el impacto contrario al que se debería, pues lo que realmente deberían suscitar es que se exijan garantías sociales al Gobierno y que a cada ciudadano se le cumplan los derechos básicos como lo son las oportunidades laborales decentes, el acceso a los servicios de salud y educación y las condiciones de vida digna.

Lo cierto es que, mientras existan consumidores que no asuman una visión crítica sobre los contenidos que consumen, los medios seguirán instrumentalizando historias de pobreza, falta de oportunidades y desigualdad para que se nos olvide que aquella realidad, tan innegable como cercana, sucede a diario, en cada rincón del país, sin adornos y sin eufemismos. La labor periodística tiene que dejar de estar al servicio de quienes desean que esta realidad se mantenga intacta bajo el sopor social y empezar a generar contenidos que estén al servicio del cambio y del desarrollo social, sobre todo en un país como Colombia, en el que los índices de pobreza y desigualdad son infinitos.

Ojalá esa misma indignación que no mueve en redes frente a situaciones de injusticia también nos permita comprender que la pobreza, la desigualdad y el desgobierno no son un instrumento narrativo, sino un mal que nos aqueja como sociedad. La transformación debe empezar por cuestionar a quienes les interesa hacernos creer en el discurso de la superación personal, el rebusque y el sacrificio como cualidades que merecen ser exaltadas y no como vacíos sociales que deben ser transformados.

 

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Jessica Pérez
Medellín. Estudiante de Comunicación Social.