Columnista: Nicolás Maldonado
Hace unos años vimos en la famosa serie norteamericana Breaking Bad cómo en medio de una guerra entre cárteles del narcotráfico se dejaban «mensajes» decapitando a sus rivales.
La mañana del jueves 26 de diciembre, los pobladores del Bajo Cauca presenciaron con terror la aparición de una cabeza empalada junto a un mensaje amenazante firmado por el FVPA (Frente Virgilio Peralta Arenas)
A esa los organización criminal también se le conoce como los Caparrapos, y opera en la zona dedicada a la minería ilegal y el narcotráfico.
La decapitación es un acto barbárico que tiene más de dos décadas de observarse en México, pero es recientemente cuando se ha vuelto una práctica común entre los cárteles de la droga.
El fenómeno empezó a extenderse en los noventa con el cártel del Golfo, que comenzó a practicar la decapitación al reclutar a grupos de kaibiles guatemaltecos, un grupo de militares de élite, quienes la introdujeron a México.
“La decapitación siempre ha tenido un simbolismo que va de lo mitológico, como el mito de la cabeza de Medusa, a lo ritual, como las cabezas que cortaban los aztecas y colocaban en sus altares llamados tzompantlis”.
Así lo señala el estudio Decapitaciones y mutilaciones en el México contemporáneo, realizado por Nelson Arteaga Botello, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), quien afirma, además, que las decapitaciones en México parecen “indicar la presencia de cuerpos de élite especializados en el ejercicio de la violencia y la crueldad”.
Para los estudiosos del tema, las decapitaciones y la mutilación de cuerpos se ha convertido en una cruel forma de mandar mensajes entre los distintos grupos de la delincuencia organizada. Ya no basta con matar al enemigo, se debe mancillar su cuerpo después de muerto.
Grupos como Los Zetas, el Cártel del Golfo y la Familia Michoacana empezaron a descabezar masivamente a integrantes de grupos rivales. Ya no bastaba con someter a tortura a enemigos y traidores, y abandonar luego sus cuerpos. La violencia en la guerra de las drogas había escalado, haciéndose cada vez más cruel.
Las decapitaciones hablan de la puesta en marcha de una serie de capacidades que se han aprendido, que forman parte de un entrenamiento específico, donde el objetivo es, precisamente, no sólo proporcionar violencia a los cuerpos, sino asegurar que esta tenga una visibilidad mediática en muchas de las ocasiones, hecho aprovechado muy bien los grupos criminales para su propósito: inocular el miedo en la población.
Recientemente en Colombia hemos visto cómo, nuevamente, aparecen cuerpos con evidentes signos de tortura y manipulación post-mortem. Ejemplos recientes son los 2 ambientalistas asesinados en Palomino, quienes fueron encontrados colgados de árboles y con capuchas.
El jueves 26 de diciembre nos despertamos con esta horrible noticia: una cabeza empalada en la ribera de un río.
Parecería que el Estado colombiano es incapaz de frenar a estos delincuentes, pero la verdad parece ser mucho más sombría: el Estado convive con ellos.
Solo queda preguntarse ¿es un mensaje entre grupos delincuenciales, o a toda la sociedad? ¿Seguiremos impávidos mientras nos cortan las cabezas y nos mutilan vivos para enterrarnos en fosas comunes?
Las cabezas cortadas, los cuerpos esparcidos, no solo son la advertencia a rivales delincuentes sinó a la sociedad en general. O aceptan o aceptan es la premisa que implica esos hechos oprobiosos, violentos. La imposición del mal por el mal donde no puede ser posible una sola voz en su contra y quienes tienen el poder para hacerlo callan no por miedo sino por complicidad y ejercen también la política del terror con más vileza y crueldad que la que caracteriza a los delincuentes.
Es hora que Colombia piense hacia donde camina.
Es el estado orgullosamente elegido por muchos ingenuos, acostumbrados a ser víctimas, porque se acostumbraron a creer en cuentos de hadas, especialmente en los que cuentan los más corruptos asesinos de la patria.
Cómo olvidar el asesinato del sr Dimas Torres excombatiente de las FARC, en manos de soldados por orden de superiores. Lo torturaron , lo violaron, lo castraron y luego lo asesinaron. Qué clase de persona hace ésto ? Luego, cierto personaje se entrega y ya. Se cierra el telón. El silencio nos hace cómplices.