“Pirry” escribió en su cuenta de Twitter: “Que Vargas Lleras propone un giro de 360 grados en la política colombiana”, muchos nos reímos del sutil sarcasmo utilizado por Guillermo Prieto, nombre de pila de “Pirry”, para decir a sus 2,26 millones de seguidores, que el candidato de Cambio Radical nos propone continuar con el país que tenemos.
Las respuestas no se hicieron esperar, algunos agregaron algún comentario en idéntico sentido, pero no faltó quien corrigió el trino tratando de hacerle notar a “Pirry” su error, pues si de cambios drásticos se trata el giro debería ser de 180⁰. Esa justamente era la intención de Guillermo, hacernos notar que los cambios propuestos por los candidatos de la derecha, nos dejan en el lugar de partida, continuar con la misma receta que hace de Colombia el país más desigual e inequitativo del mundo.
También leí la entrevista a Claudia López en la Revista Semana, sus palabras desataron una tormenta viral que la hizo tendencia en Twitter con el hashtag #UnaValerianaParaClaudia, lo que muestra lo incapaces que resultamos a la hora de confrontar los argumentos de las personas que no piensan igual que nosotros. Ella dice muchas cosas con las que podemos o no estar de acuerdo.
Aunque lluevan rayos y centellas, debo decir que pienso igual; quienes han sostenido alguna tertulia conmigo sobre este tema, en los últimos meses, pueden dar fe de ello, así como pueden decir, que un día amanezco pensando que votaré por Petro y al siguiente, que mejor por Fajardo, sin que tenga decidido todavía, qué haré el 27 de mayo. Volviendo con la entrevista, a la pregunta ¿Por qué Colombia necesita una propuesta de Centro?, ella respondió:
“Lo que me indican la experiencia y la academia, y lo que sucede cuando uno estudia la historia, es que Colombia no va a pasar en un año de la derecha y la extrema derecha, a la extrema izquierda simplemente por emoción o por miedo. No va a pasar. Se necesita un proceso que no asuste a la gente, que inspire confianza, esperanza, que muestre que el país no va a perder el rumbo, que el empresariado va a seguir, que la desigualdad puede bajar pero no a costillas de destruir la democracia, ni pelear con los jueces ni acabar con los medios ni ver cómo vuelven a poner la reelección. A mí me aterra oír a Uribe y a Petro hablando de constituyente, porque eso es poner en juego todas las instituciones de Colombia, su patrimonio democrático que es la Constitución del 91”.
Para hablar de cambios y entrar en materia con el titular de esta columna, citaré a Ryszard Kapuscinski, el periodista polaco nacido el 4 de marzo de 1932 en Pinsk, Bielorrusia, y fallecido el 23 de enero de 2007. Kapuscinski fue considerado uno de los mejores reporteros internacionales, debutó por 17 años, en la revista polaca “Hoy y mañana”, sobrevivió a 27 revoluciones, fue condenado a muerte en 4 oportunidades y fue profesor de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), entre otros muchos logros, reconocimientos y premios.
Cada 9 de febrero o 4 de agosto, los 2 días del periodista que conmemoramos en Colombia, todos citan a Kapuscinski con la frase “Para ser buen periodista hay que ser buena persona”, pero pocos se refieren a él como el maestro que dijo, “El buen periodismo tiene intención de cambio, el verdadero periodismo es intencional… Se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. El deber de un periodista es informar, informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento del otro, el respeto del otro. Las guerras siempre empiezan mucho antes de que se oiga el primer disparo, comienza con un cambio del vocabulario en los medios”; y agrega: “En el buen periodismo, además de la descripción de un acontecimiento, tenéis también la explicación de por qué ha sucedido; en el mal periodismo, en cambio, encontramos sólo la descripción, sin ninguna conexión o referencia al contexto histórico”.
Hacer buen periodismo es muy complejo, los directores y jefes de redacción te imponen 1’15” para una nota, qué podemos contar bien contado en ese tiempo, sin embargo hay ejercicios interesantes a pesar de estos contextos de los “medios” interesados en mantener el statu quo y en cambio escribir sin decir nada, como lo señala Kanny García en una de sus canciones: Me quedo “…me esfuerzo por no ser una de esas de las que siempre suenan súper fresas con rimas que te vuelan la cabeza pero no dicen na’”.
Entonces la pregunta básica en este contexto electoral, es cuánto estamos dispuestos a virar en Colombia: 45⁰, 90⁰, 180⁰ o 360⁰.
Las personas felices, satisfechas con el actual estado de cosas, las que viven en mansiones y desligaron su suerte de la del resto de la Nación, quienes no tiene problemas con la atención en salud, ni dificultades para acceder a educación de calidad que garantice un empleo digno o un emprendimiento exitoso, las mismas que no andan pidiendo prestado, para poder pagar la seguridad social y pasar su cuenta de cobro y así recibir el pago de los honorarios por los servicios prestados, seguramente quieren el cambio que propone la derecha, llámense Germán Vargas Lleras, Iván Duque, o Vivian Morales, lo que debiera traducir Santismo o Uribismo, es decir, un giro de 360⁰, para seguir en el mismo punto de partida desde el inicio de la era republicana. Con un agravante, candidatas como Vivian Morales con la biblia bajo el brazo, podrían llevarnos de regreso a la más tenebrosa era de oscurantismo religioso.
Por otro lado empresarios no tan millonarios como Sarmiento Angulo, los Santodomingo o Ardila Lule, trabajadores, prestadores de servicios, desempleados, destechados, comunidades indígenas, afro, mujeres, población en situación de discapacidad, es decir, el resto de la Nación, debe querer un cambio de 180⁰, lo ofrecen Gustavo Petro y Piedad Córdoba; 90⁰ lo ofrece Sergio Fajardo o 45⁰ que es la propuesta de Humberto de la Calle.
Tener un país como el que tienen los Uruguayos, con tres gobiernos sucesivos de izquierda, pasa por un cambio en la mentalidad ciudadana… allá no han tenido que cambiar la Constitución ni empotrarse en el poder para darle continuidad a políticas que empiezan por privilegiar lo público como una necesidad para hacer viable lo privado. Nadie menciona al Uruguay cuando se rechaza el castrochavismo ni el socialismo del siglo XXI, y quizá sea un ejemplo a seguir… no sé.
Entonces mi recomendación con toda esta perorata que espero hayan podido leer de principio a fin, es revisar talantes, perfiles, antecedentes y salir el próximo 27 de mayo a votar por la candidatura que más se ajuste a sus necesidades, a conciencia, por quien usted prefiera y no contra quien usted teme. Debemos cambiar a Colombia, pero del voto abstencionista, depende qué tan drástico o suave puede ser el viraje. Ojalá si desean debatir este contenido, lo hagamos con respeto y argumentos, sin ofensas y agravios.
Gracias por su valioso artículo Alicia Sarmiento.
La historia demuestra que los verdaderos cambios se logran con determinación y valentía como fue el caso de la Revolución Francesa. El renacimiento de la verdadera democracia en Colombia requiere un giro de 180°, es decir, un giro contundente. Después de 130 años solo hemos tenido un remedo de democracia donde han primado los intereses mezquinos de las élites gobernantes sobre los de la población, manipulando los procesos electorales y asaltando como filibusteros las arcas de la Nación. Políticos de «aguas tibias» como Claudia López, Fajardo, Robledo y De la Calle no son los llamados para liderar el verdadero cambio que necesita Colombia.
Gracias por tu comentario Carlos. Mi invitación es a votar por el cambio que cada uno, individualmente hablando, considere su mejor opción, elegir bien pasa por un crecimiento individual que la verdad es muy escaso… en otra columna explicaré por qué pienso como pienso. Saludos.