Cuando la imposición conviene

Opina - Sociedad

2016-10-13

Cuando la imposición conviene

Aún recuerdo con horror las concentraciones y marchas que pretendían “defender a la familia”. Básicamente el discurso es que el diseño de dios es papá, mamá e hijos y que lo demás es antinatural, aberrante, vergonzoso y lo peor de todo, pecaminoso.

Protestaban por la supuesta imposición de la exministra de educación de una ideología de género que sólo existía en sus cabezas («el que las hace, las ve hacer», decía mamá) que no sólo ponía en riesgo esa concepción de familia, sino que pondría en peligro la masculinidad y femineidad de sus hijos. Parece ser que luego de unas cartillas (inexistentes también) que se entregaron en los colegios, vendría la construcción de un gran rayo homosexualizador que arrasaría con la posibilidad de seguirnos reproduciendo como conejos, porque así lo manda alguien, sin importar que sobrepoblemos el planeta o le neguemos la posibilidad a un niño o niña que espera ser adoptado.

Un titular llamó mi atención: El Gobierno Nacional creará una comisión que redactará cambios al acuerdo con enfoque de familia. ¿Enfoque de familia? me pregunté exaltado al ver ese titular, pero más me exaltó leer la noticia. Al salir de la Casa de Nariño, Ricardo Arias, representante de las iglesias cristianas y presidente de un movimiento político, indicó que se le presentaron cuatro propuestas al presidente Santos, las cuales “fueron recibidas de manera positiva por el primer mandatario”.  Esas propuestas son las siguientes:

  1. Que se reconozca a la familia como primera víctima.
  2. Que se cree el Ministerio de la Familia en Colombia, para que exprese políticas de recuperación de sociedad.
  3. Que se garanticen todos los derechos fundamentales consagrados en la constitución, libertad de culto y objeción de conciencia .
  4. Que todo se haga sobre el marco de la norma constitucional vigente.

Su modelo de familia es irreal, la “sagrada familia” no es una regla, en este país existen múltiples modelos de familias: un padre y una madre, un padre, una madre, una abuela, una tía, dos papás, dos mamás, un hermano, una hermana, un padrino, una madrina… que se hace(n) cargo de un niño o niña, le garantizan educación, salud, protección y cariño.

Lo que se viene es una imposición del modelo que ellos creen que es correcto: «Ordenó el señor presidente al señor ministro que se elaborara de inmediato, a partir de mañana, una comisión redactora en la cual vamos a participar y por supuesto nos comprometimos, a que en días, me gustaría más que en horas, tuviéramos listo el acuerdo de parte nuestra y por supuesto consensuado con el Gobierno Nacional».

La libertad de culto se traduce en posibilidades de abrir iglesias en cuanto garaje y bodega desocupados hay para dar su mensaje, ellos sí pueden pero los desmovilizados de las FARC no podían tener emisoras porque eso es pecado, no es libertad. Objeción de conciencia para que médicos se nieguen a practicar abortos por malformación o violación, para que notarios se nieguen a unir parejas del mismo sexo porque el cuerpo no es de esas mujeres, ni la decisión de unirse con quien queramos en nuestra, sino de alguien más (el libre albedrío es discrecional).

Se contradicen, pues hacer “todo sobre el marco de la norma constitucional vigente” es reconocer que la Constitución de 1991 consagró en Colombia la libertad de culto, que es el derecho de cada ciudadano a elegir su religión, a no elegir ninguna, a negar la existencia de dios, y a ejercer dicha creencia públicamente, sin ser víctima de opresión, señalamiento o discriminación.

Tiene votos que es en últimas lo que importa (diez millones, dicen algunos con el pecho inflado). Entendieron que no es solamente orando que pueden alcanzar sus propósitos, que los votos logran constreñir a los políticos de turno, en últimas, la imposición, mezclarse con el mundo, hacer lo que hacen los pecadores es una posibilidad de conquista, “en la guerra, todo se vale”, dirán.

Publicado el: 13 Oct de 2016

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Óscar Emilio Marín Garcés
Licenciado en Lengua Castellana. Hablo, enseño, hago política. Detesto la corrupción, el clientelismo, desconocer al otro y a los mesías políticos. Todos los días me repito como mantra "Que no te den la razón los espejos".