Columnista:
Wilmar Vera Zapata
Carta de padres preocupados por activismo político
El 10 de mayo pasado, cinco padres de familia le escribieron una carta a la rectora de la Universidad Eafit, Claudia Restrepo, preocupados por el giro que, según ellos, estaba presentándose en la universidad en el marco del Paro Nacional y las diversas marchas y manifestaciones que tocaban las puertas en la reconocida institución.
¿Qué denunciaban? Primero, reconocían que la universidad es un espacio de confrontación de ideas, pero sobre todo para generar emprenderismo. Dos, pagan grandes sumas de matrícula para que sus hijos estudien: «La universidad EAFIT ha sido creada para ser una universidad sin paros. Los estudiantes, la universidad y nosotros los padres nos comprometimos en un contrato de pagar y cumplir con un horario y un pensum a presentarse en cada semestre. Lo repetimos ya existirá el lugar y el tiempo apropiado para debatir ideologías entre el estudiantado sin perturbar el orden académico»; tres, Eafit es capitalista desde su creación, en 1960: «se creo (SIC) por necesidad de los empresarios de Antioquia, la ANDI y en acuerdos con la universidad de Syracuse en USA en donde se hicieron convenios para obtener una ideología capitalista RESPONSABLE, y no para promover teorías económicas y políticas socialistas que han demostrado ser empobrecedoras durante todo el siglo XX y peor aún en pleno siglo XXI en nuestro vecindario latinoamericano. Esta es una universidad para emprendimientos nuevos, para crear empresas, para tener mas (SIC) empleo con justicia social. Las aulas no son espacio para que alguien haga proselitismo político»; cuatro, pidieron que no se aplacen actividades académicas que afecten el cronograma semestral y, por último, exigieron que en las aulas no se hablara sino de los temas contenidos en los planes de curso y evitaran los docentes dar sus opiniones.
«Señores directivas de la universidad somos consientes (SIC) de las dificultades que afronta el país pero el tiempo de la universidad no es de la universidad es de los estudiantes y de los padres que pagamos las matriculas (SIC). Por favor solicitamos se haga respetar», finalizó la carta, que esa semana se volvió tendencia en Twitter.
Recordatorio
¿Se creó Eafit como universidad sin paros? Lo curioso es que en sus más de 60 años de existencia, sí ha tenido paros estudiantiles y de docentes, los más fuertes y duraderos ocurrieron en las décadas de los 60 y 70, cuando en las universidades del país bullía una inquietud por los problemas sociales y se materializó con protestas y cese de actividades. En 1970, por ejemplo, una serie de ataques de las autoridades contra estudiantes en universidades en Valle y Cauca, llevaron a que más de 30 instituciones privadas y públicas se declarasen en paro, exigiendo cambios en las políticas educativas durante el gobierno de Misael Pastrana, lucha que se alargó hasta la segunda mitad de 1971.
«Lo que vivimos esa época es diferente. En 1973 hubo huelga por las residencias estudiantiles, ya que se daban comportamientos non sanctos. Se encontraban cosas de vicios dentro la universidad y se fueron a paro de seis meses. Yo entré después. Luego de ese periodo se dio otro por el aumento de las matrículas y fue el primer paro que yo conocí. La lucha en esa época difícilmente era política, pues no había grupos de estudiantes organizados», explicó Alberto Antonio Restrepo Velásquez, ingeniero químico, docente de sistemas, hoy jubilado y catedrático.
«Es que el hecho de que sea privada, el estudiante tiene su derecho a exigir a que algún docente cumpla para lo cual ha sido contratado, que dé sus clases, que trabaje ordenadamente. Una vez hicimos un paro porque iban a echar a un profesor que llevaba una semana completa sin ir a la universidad. Se juntaron una serie de cosas y ese fue el florero de Llorente», comentó Restrepo.
En esa época, entre los profesionales en Medellín y Antioquia el ser egresado de la Universidad de Antioquia o Nacional implicaba cargar con una fama de revoltoso, situación que no ha cambiado pues hoy día el estigma de la universidad pública (tira piedras, inconforme y revolucionario) se mantiene en el imaginario colectivo.
Paro por matrículas
En 1978 hubo otra huelga de tres semanas en Eafit e, incluso, salió en la prensa un titular de que «La Universidad Eafit se elitiza» por el ajuste en las matrículas tras unificar los valores, porque algunos hacían trampa presentando declaraciones de renta falsificadas, con la cual pagaban poco y, en esa época, dicho ingreso era muy importante en las finanzas de la institución.
Frente a la carta de los padres preocupados por las discusiones políticas en el plantel, Restrepo cree que «esos padres fueron estudiantes de esa época, que tuvieron ese tipo de formación. Que amaron, quisieron y luchan por la universidad y consideran que los estudiantes deben ser disciplinados y no alcahueteados para dar concesiones extras, que no son necesarias, para que se vuelvan responsables y que sean los futuros motores de desarrollo del país. Fue una posición sensata, porque el estudiante al ingresar se genera como «déjeme actuar que ya estoy grandecito». Me dejó cierta simpatía, esa gente está cuidando la universidad y a sus hijos. Eso salió por la reforma presupuestal (tributaria) que fue un adefesio, cuando la lucha está por otro lado. Si la gente es capaz de leer las cosas que han sucedido, lo que ha hecho uno y otro y se devuelve tres o cuatro presidentes atrás, puede darse cuenta de que sí hay razones pero hay que saber pedir las cosas».
Le preocupa que, hoy como ayer, los jóvenes sean estigmatizados o manipulados por personajes con intereses no tan evidentes y terminen siendo víctimas, como los señalamientos de delincuentes a personas que solo participan en las marchas o que en el futuro, por considerarlos vándalos, las empresas no los contraten.
Al final, no se puede negar que hay un repunte de preocupación social entre los estudiantes y eso es positivo para el futuro del país. Tal vez lo más importante es que no se olvide que, sea una institución privada o pública, las universidades son espacios de discusión y controversia, con base en el respeto y la tolerancia, donde la excesiva libertad o el monopolio ideológico son perjudiciales. Como dijo Fernando Pessoa, personas, instituciones y sociedades deben «ser plural como el universo».