Columnista:
Fredy Chaverra
Al filo de la medianoche del 14 de diciembre la sala de instrucción de la Corte Suprema de Justicia hizo efectiva una orden de captura en contra del senador del Centro Democrático, Ciro Ramírez, hombre de confianza del expresidente Iván Duque —fue su ficha clave en las comisiones económicas del Congreso— y desde 2013 parte del famoso grupo de los “buenos muchachos” que han rodeado la actividad política de Álvaro Uribe.
La decisión de la Corte Suprema de Justicia se funda en una investigación relacionada con el sonado caso de “Las Marionetas”; es decir, aquel aparato criminal de corrupción que a lo largo de un lustro enquistó Mario Castaño en varias entidades del Estado. Se investiga a Ramírez, en particular, por un supuesto direccionamiento de 13 contratos, entre noviembre de 2020 y finales de 2022, en tres departamentos y por un monto superior a los 9000 millones de pesos.
Por eso, el senador uribista deberá responder por presuntamente haber incurrido en los delitos de concierto para delinquir, cohecho propio e interés indebido en la celebración de contratos. Son los mismos cargos por los que fue procesado el también senador Mario Castaño y que lo llevaron a pasar los últimos días de su vida en el pabellón de funcionarios de la cárcel La Picota.
Pero a diferencia de Castaño, Ciro Ramírez no tuvo que hacer una extensa carrera política para llegar al Congreso, ya que, al ser hijo de Ciro Ramírez Pinzón, uno de los principales caciques conservadores en el departamento de Boyacá —condenado por la Corte Suprema en 2011 por nexos con el Bloque Central Bolívar de las Autodefensas—, su llegada a la Cámara de Representantes en 2014 y su salto al Senado en 2018, se daban por un hecho.
Y llegó al Congreso para convertirse en uno de los principales escuderos de Uribe; inclusive, cuando la Corte Suprema dictó medida de aseguramiento contra el expresidenteen medio de su proceso por soborno y manipulación de testigos, Ramírez trinó: “Nuestra indignación es muy grande, la tristeza nos supera, pero nuestra mano está más firme que nunca y nuestro corazón más grande. Vamos ya en redes a gritar que queremos a #UribeEnLibertad”.
Ahora, él mismo deberá recorrer el camino que ya recorrió su padre hace una década y que sigue recorriendo Uribe.
Por el momento, pasará los primeros días de su detención en los calabozos del búnker de la Fiscalía, y a la espera, conforme avance su proceso en la Corte Suprema, de aterrizar en el pabellón de funcionarios de La Picota, el mismo pabellón en el que recientemente murió su aliado Marío Castaño. El mismo pabellón VIP en el cual han caído varios de los “buenos muchachos” de Uribe.
