Cincuenta años de la Revolución Cultural en China

Opina - Conflicto

2016-05-27

Cincuenta años de la Revolución Cultural en China

En febrero de 1970, Zhang Hongbing un joven de dieciséis años denunció a su madre, una oficial del Ejército Popular chino, ante su superior en un pueblecito de la provincia de Anhui. Echó por debajo de la puerta del oficial una carta acusándola de criticar la Revolución Cultural y a su líder Mao Tsetung. La madre del muchacho fue detenida, golpeada y ejecutada en público.

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Dos ciudadanos chinos acusados de «capitalismo»  Cortesía de Verbien Magazine

Muchos años después, en la era de internet, el señor Zhang empezó a escribir en un blog en la red tratando de limpiar el nombre de su madre y de explicar el contexto en el que ocurrió aquella tragedia familiar.

Confiesa que sufre pesadillas recurrentes sobre su madre y, tal como le ocurre al señor Zhang, parece que China no se libera del fantasma de la locura colectiva de la Revolución Cultural. Prueba de ello es el extravagante espectáculo presentado el pasado 2 de mayo en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín.

Cuando se cumplen este 16 del mes de mayo, los cincuenta años del comienzo de La Gran Revolución Cultural Proletaria, y cuando todo mundo creía que este aniversario pasaría en sordina, un espectáculo evocando el régimen maoísta que llevó a China al paroxismo, ha encendido un inédito debate y avivado los continuos rumores de lucha de poderes en las altas esferas del Partido Comunista del gigante asiático.

El espectáculo de estética maoísta tipo años 60, celebrado en el mastodóntico edificio de granito de arquitectura soviética que está en el costado occidental de la plaza Tiananmen, tuvo gigantografías de Mao y del actual presidente chino Xi Jinping, proyectadas mientras un coro de cientos de personas entonaba canciones revolucionarias de los tiempos de Mao Tsetung, con unos esloganes de fondo tan chocantes en la China de hoy como: “¡Proletarios del mundo uníos para derrotar a los invasores de Estados Unidos y a sus perros falderos!”.

Qué está pasando en China, se preguntan hoy muchos analistas políticos y nadie sabe a ciencia cierta cuál fue el origen de este espectáculo y qué significado tiene.

Para poner las cosas en contexto es necesario recordar qué fue exactamente la Revolución Cultural.

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«Guardias rojos queman letreros tradicionale en favor de la enseñanza» Cortesía de Verbien Magazine

Todo comenzó, como tantas cosas en aquel país, de manera enigmática con la discusión sobre el papel del protagonista de una obra de teatro, en el mes de mayo de 1966.

En agosto de aquel mismo año, Mao publicó un dazibao o cartel de grandes dimensiones, con un documento titulado Bombardead el cuartel general, con el que promovió la purga del entonces presidente Liu Shaoqi, a quien se acusaba de ser un “infiltrado capitalista” dentro del Partido Comunista de China. En dicho documento, Mao llamaba a los jóvenes chinos a “derribar al emperador de su caballo” y a comenzar una revolución de base.

Enseguida se formaron en todo el país grupos estudiantiles paramilitares que se llamaron a sí mismos “guardias rojos”, y que pusieron manos a la obra en atender la orden del Gran Timonel, como llamaban al líder revolucionario. Y antes de cien días, Mao había logrado una amplia purga que incluyó a Liu Shaoqi y a Deng Xiaoping, con intento de suicidio por parte de algún dirigente de menor rango dentro del Partido.

Solo en el primer verano, de los diez años que duró la Revolución Cultural, los guardias rojos mataron a 1.700 personas por medio de palizas, linchamientos y suicidios forzados; y desterraron, tras quemar sus casas y pertenencias, a más de 100.000 pekineses.

Nadie sabe el número de víctimas de esa década de terror, se habla de cientos de miles. Se sabe que el número de cuadros del Partido Comunista represaliados se eleva a tres millones.

De ellos, muchos fueron directamente asesinados y otros, la mayoría, acabaron en campos de “reeducación” donde les aguardarían varios años de penuria y, con frecuencia, la muerte. Pero el mayor número de víctimas se concentró en los profesores, técnicos e intelectuales del país, acusados de revisionismo o, aún peor, de capitalismo.

Un hijo del líder que modernizó China y la convirtió en la potencia de nuestro tiempo, Deng Xiaoping, está postrado hoy en día en una silla de ruedas pues quedó paralítico cuando huía en su universidad de los guardias rojos. Y el propio padre del actual presidente Xi Jinping, que era alto funcionario del Partido, fue destituido, encarcelado y finalmente enviado a trabajar a una fábrica de maquinaria agrícola; a la familia, igual que a la familia de Deng, la dispersaron en zonas rurales.

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«Souvenirs con imágenes de Xi y de Mao» Cortesía de Verbien Magazine

La literatura sobre aquel período oscuro de China es abundante y los testimonios prolijos. Entre quienes han escrito sobre aquella época se encuentra el escritor Ma Jian, hoy exilado en Londres, quien acusa a Xi Jinping de haber adoptado la política maoísta. “La Revolución Cultural –dice Ma—enseña entre otras cosas que el poder absoluto sobre la población supone la crueldad como condición.

Pero a Xi esto no parece preocuparlo. Solo le interesa el poder absoluto. Y en su búsqueda, los sobrevivientes de la Revolución Cultural… se han vuelto el capital político más confiable con que cuenta Xi… Elaboró un discurso según el cual una grave amenaza se cierne sobre China desde dentro y declaró que la lealtad al Partido es esencial”.

¿Es en este contexto en el que se debe interpretar el sorprendente espectáculo del pasado 2 de mayo en el Gran Salón del Pueblo? Hay quienes lo niegan dentro y fuera de China. Según Ma Xiaoli, hija de un veterano del Partido Comunista perseguido y expulsado durante la Revolución Cultural, “es una trampa política para inculpar al líder”. Ma Xiaoli acusa a las fuerzas “anti Xi”, que buscan igualar el liderazgo del presidente Xi Jinping con el culto a la personalidad profesado hacia Mao.

Para Jude Blanchette, investigador de la universidad de Oxford que estudia en Pekín la influencia del maoísmo sobre la China actual, la identidad y los motivos de los promotores del espectáculo es un misterio: “Hay infinidad de rumores dando vueltas en este momento”.

Blanchette no considera “convincentes” las teorías que apuntan a un ataque contra Xi Jinpin, pero tampoco ve probable la versión de que el presidente respaldara el evento: “No puedo creer que le brindara su apoyo sabiendo que la reacción iba a ser tan adversa”. Según Blanchette, lo más probable es que los organizadores hayan malinterpretado el clima político y no hayan sabido ver la respuesta negativa que provocaría un concierto con la Revolución Cultural como tema central.

Resulta difícil creer que algún despistado haya puesto en escena un espectáculo como el del 2 de mayo sin que en las altas esferas del Partido nadie se hubiese enterado. Así pues, si de lo que se trata es de desprestigiar al líder dentro de una lucha por el poder, es inquietante por lo que supone de inestabilidad política en la China de hoy. Y si por el contrario Xi estaba al tanto y el espectáculo es indicio de que pretende abrazar la política maoísta a estas alturas, no pudo escoger una fecha más significativa ni un mensaje más inquietante que la primera hipótesis.

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Juan Restrepo
Soy periodista. Trabajé durante 35 años en Televisión Española (TVE) como corresponsal en Mexico, Roma, Bogotá y Manila.