Una sociedad machista

Opina - Sociedad

2016-12-24

Una sociedad machista

He intentado comprender por mucho tiempo qué lleva a tanta gente a creer que el feminismo debe desaparecer porque ya cumplió con su cometido. Intento ponerme en el lugar de quienes eso afirman, y en algo tienen razón: las condiciones de vida de las mujeres han mejorado radicalmente desde hace algunas décadas. Esa verdad no da lugar a discusiones.

Ya hay una lucha generalizada a lo largo de casi todos los países y se ha dado un reconocimiento político y social al género femenino que durante siglos se le negó, pero, ¿es suficiente eso para afirmar que ya las mujeres están en condiciones de igualdad? Eso sí que no hay manera de sostenerlo, y veremos algunos datos propios de la sociedad colombiana para contrastarlo.

La más reciente Encuesta Nacional de Demografía y Salud confirma una afirmación que muchos antifeministas lanzan con frecuencia: ambos, hombres y mujeres, son víctimas recurrentes de violencia física. La mala noticia es que eso no es nada nuevo, los colectivos feministas aclaran una y otra vez que no buscan afirmar que son las únicas víctimas de una sociedad violenta, pero la sistematización de la violencia contra la mujer, es una realidad incontestable.

Es cierto que las mujeres son víctimas mayoritarias; casi el 32% de las encuestadas declaró haber sufrido violencia física por parte de su pareja, a diferencia de un 21,4% de hombres que así declararon. Pero como los golpes no son el único tipo de violencia, veamos otros datos: mientras el 10,5% de mujeres encuestadas reportaron que su pareja les había prohibido trabajar o estudiar, únicamente un 1,5% de hombres pudieron haber dicho eso; además, un 10,5% de mujeres denunciaron que su pareja las ha amenazado con quitarle el apoyo económico, mientras un 2% de los hombres así lo afirmaron.

Esto exuda una arista que se suele soslayar al hablar de violencia de género: la violencia económica. Miles de mujeres sufren con el martirio de depender económicamente de su pareja gracias a que las condiciones estructurales de educación y acceso laboral privilegian al género masculino. Prohibir que la mujer estudie o trabaje es una reacción típica de una sociedad que tiende a ver mal que un hombre gane menos que su mujer, o que un hombre cuide los niños mientras la mujer cursa una carrera. Esto hace parte de problemas de base que se cimentan en el pensamiento y terminan por normalizarse en toda la población. Quizá por eso muchos afirman que no hay razón para luchar por igualdad, porque creen que la distribución tradicional de roles es natural y está bien.

Hablando de estructuras mentales, estos datos sí que deberían ser aterradores: el 41,3% de los hombres encuestados afirman que “los hombres de verdad son capaces de controlar a su pareja”, el 50,1% que “una buena esposa obedece a su esposo siempre”, y el 61,8% dice que aquellas mujeres que siguen con sus parejas luego de ser golpeadas es “porque les gusta”.

Si bien el porcentaje de mujeres que afirmó esto siempre fue mayor al porcentaje de hombres, la brecha entre ambos no es muy grande, y nos demuestra que hay mucho por hacer para lograr una igualdad real y no superficial.

La sociedad colombiana sigue justificando la violencia, distribuyendo roles y asignando funciones en valor del género. Hay un despertar, hay muchas más mujeres que rechazan estos estereotipos, que se emancipan y exigen el respeto de sus derechos, pero todavía queda mucho por hacer.

Hombres y mujeres, debemos cambiar nuestra estructura mental; el feminismo no es inservible, no hay condiciones igualitarias, y no son pretenciosos quienes levantan su voz contra los abusos de una sociedad que aunque usted no lo crea y se niegue a aceptarlo, sigue siendo machista.

Reynell Badillo Sarmiento
Internacionalista de la Universidad del Norte.