Un debate a la vez

Si definitivamente no son los políticos quienes pueden llegar en un espacio donde la tecnocracia se ha adueñado del voto programático y no popular, le queda entonces a los medios la tarea de acercar la democracia al ciudadano de a pie.

Infórmate - Política

2022-02-15

Un debate a la vez

Columnista:

Esteban Gil Franco

 

En un año electoral como el 2022, los debates de candidatos al Congreso de la República y Presidencia se convierten en el constante eje de controversia entre la ciudadanía. Cada semana es un nuevo debate el que se repite en las conversaciones desde los entornos académicos hasta en redes sociales como Twitter o Instagram, por lo que este tipo de espacios permiten una visibilización de candidatos y, eventualmente, de algunas propuestas.

No resulta sorprendente, que tal y como muchas dinámicas en la política, en su mayoría, los debates de época electoral con el paso los años hayan cambiado, lo que en ocasiones inconforma a la ciudadanía informada, y no es para menos, porque cuando se habla de un debate, se espera que sean las ideas y argumentos los que predominen sobre dinámicas que atentan contra las personas que los emiten.

Si hablamos un poco de la historia del debate, se entiende que los primeros acercamientos se dieron en la época de Sócrates, especialmente con la «mayéutica», que en esencia buscaba que, a través de la interlocución por medio de preguntas específicas, la persona llegase a las conclusiones por sí mismo. En adelante, Cicerón con su obra De Oratoria, Karl Popper con sus propuestas de debate a partir de la investigación, entre otros, lograron consolidar los conceptos de debate con pilares en los argumentos debidamente sustentados, en donde fuese la rigurosidad de estos, la que predominase sobre cualquier otro asunto.

En Colombia, los debates de amplio conocimiento, especialmente presidenciales, se motivan con la llegada de la radio en 1929 y posteriormente de la televisión en 1954, los cuales son aprovechados por medios privados de comunicación, como lo eran en el caso de la radio, HJN (para 1940 Radio Nacional) y en el de la televisión, Producciones Punch, Caracol, RCN y RTI, que se interesan en el proceso de comunicar a la ciudadanía sobre las ideas políticas que guiaban a sus opciones a la hora de elegir. Los candidatos se veían en la obligación de tratar los temas más álgidos de la sociedad colombiana, que desde 1940 se relacionaban con la situación de conflicto, la inestabilidad económica que este traía consigo, el manejo de las tierras, relaciones internacionales e identidad política, entre otros; temas que, para una ciudadanía informada, era de gran importancia que fuesen tratados por parte de las personas que aspiraban a la llegada al máximo cargo de gobierno de Colombia.

Por otro lado, es de reconocer que la academia también se ha dedicado a través del tiempo a generar espacios de debate que propician el acercamiento del candidato a compartir sus propuestas e ideas políticas, más estos espacios tendían a quedarse sin llegar a un grueso del electorado debido a que antes de la entrada de las redes sociales u otros medios de difusión de información a través de las tecnologías, los únicos que tenían acceso a estos eran la comunidad académica que formaba parte de los planteles organizadores.

En tiempos recientes, la dinámica de la mayoría de los debates de amplio conocimiento y organizados, en especial, por ciertos medios de comunicación ha cambiado, a tal punto que, de conformidad con las afiliaciones o cercanías de cada una de las entidades organizadoras de estos eventos, es que los mismos se rigen. Y es que esto no es novedoso, pero lo que sí se hace interesante es que últimamente los candidatos se disponen a participar de dinámicas de debate que apelan a la emocionalidad, más no al argumento ni a las ideas que el elector espera escuchar. No resulta falto de coherencia el mencionar que debates de este corte, con la realidad política del país para el 2022, tienen un asunto rescatable de, por lo menos, visibilizar candidatos políticos con el fin de que sean conocidos por la población en general, sea por sus escándalos de corrupción, incapacidad para negociar con demás candidatos, tendencias populistas, o en su defecto, plenas afiliaciones con cualquier expresidente del país; lo que importa es que en un primer momento, la ciudadanía está teniendo acceso a conocer el candidato.

Es, entonces, donde la exigencia por mejores espacios de encuentro y debate de ideas es plenamente coherente, pero lo último que en apariencia se podrá materializar. Precisamente, ahí, es donde los medios de comunicación responsables tienen un papel importante, con el fin de lograr informar de manera sintética, imparcial y balanceada a aquel parte del electorado que no se dispone a leer un documento programático de 200 páginas, que posteriormente se puede materializar en un Plan Nacional de Desarrollo y en variedad de documentos emitidos por parte de los Departamentos Administrativos. Es más, podría decirse que de ello depende la reducción progresiva del abstencionismo electoral, la cual, hasta 2018, en elecciones presidenciales superaba el 50 % del censo electoral nacional.

Si, definitivamente, no son los políticos quienes pueden llegar en un espacio donde la tecnocracia se ha adueñado del voto programático y no popular, le queda entonces a los medios la tarea de acercar la democracia al ciudadano de a pie que no tiene la oportunidad de comprender discursos que incluyen al Contrato Social de Rousseau, que extendía un candidato presidencial, así como a aquel que no ha tenido la oportunidad de entender que somos seres políticos, por lo que la política se encuentra todos los días con su realidad. Todo indica pues, que no tendremos la oportunidad pronta de encontrar debates electorales como los de Álvaro Gómez y Luis Carlos Galán en 1986, pero con una suficiente exigencia por parte de la ciudadanía informada, podremos racionalizar un poco más los espacios de debate políticos.

 

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Esteban Gil Franco
Un pereirano, estudiante de derecho, amante de la paz, la política, el debate de ideas y la buena crítica.