Con su renuncia, Quintero presenta su peor versión

El verdadero Quintero es un personaje autoritario; intolerante a la crítica; incapaz de rodearse de voces independientes; enemigo de la oposición y con capacidad de inventarse una realidad alterna en la que solo él puede encarnar lo justo y lo bueno mientras lucha como un David bíblico contra los «poderes del mal».

Opina - Política

2023-09-27

Con su renuncia, Quintero presenta su peor versión

Columnista:

Fredy Chaverra

 

A Daniel Quintero lo conocí en su faceta de activista, cuando asumió la coordinación del sí en el plebiscito —sobre los acuerdos de paz, en 2016— y de forma oportunista volvió al «Trince» (así le dice al Tricentenario) como un hijo pródigo, recuerdo que por ese tiempo retomó su clásico repertorio de oposición y en una acción performativa instaló en la plazoleta central de La Alpujarra «las gafas más grandes del mundo». 

Esa oposición del Quintero activista al entonces alcalde Federico Gutiérrez fue disruptiva, creativa y muy estratégica, tanto, que en pocos meses lo posicionó y le permitió —contra cualquier pronóstico— ganar la alcaldía con una votación histórica. 

Pero entre ese activista performativo y el alcalde que dejó tirado el cargo operó una «transformación» que evidenció su verdadero talante; así, tras llegar al piso 12 de La Alpujarra salió a flote el verdadero Quintero; el personaje autoritario, intolerante a la crítica, incapaz de rodearse de voces independientes, enemigo de la oposición y con la peculiar capacidad de inventarse una realidad alterna donde solo él puede encarnar lo justo y bueno mientras lucha como un David bíblico contra los «poderes del mal». 

Una realidad que solo gira en torno a él y que se ajusta al tamaño de su paranoia, de su autoritarismo y de sus prácticas antidemocráticas. 

Y esa realidad alterna en la que vivió por tres años y nueve meses es la que se le está desmoronando por estos días.

Porque a cuatro semanas de las elecciones, a Quintero se le reventó la burbuja de su realidad alterna y cada vez es más consciente de que perderá el poder; ya que no podrá dejar un sucesor que defienda la inconsistencia de su «legado»; que le baje el volumen a los ruidos de corrupción que lo vienen asediando desde hace años; que le despeje el camino de cualquier suspicacia en su aspiración presidencial. 

Y ante el desmoronamiento de esa realidad alterna -donde solo él tiene la razón y es inmune a cualquier error- Quintero viene sacando su peor versión; es decir, la del grosero, patán, intolerante y autoritario. La versión del “tirano alternativo” que no ve problema en amenazar e insultar concejales, maltratar a periodistas críticos, desestimar de la forma más ruin a quienes lo cuestionan, o dejar tirado el cargo para dedicarse a promocionar a sus candidatos. 

Una actitud que seguro galvaniza el fanatismo de sus incondicionales (en sus formas tan parecidos a los uribistas), pero que, ante una decadencia tan prematura y acelerada, solo puede generar lástima. 

Ahora, con un inminente escenario de investigaciones, denuncias y muchas revelaciones, el principal motivo de su «intempestiva» renuncia, seguro esa será la única versión de Quintero que conoceremos de ahora en adelante, ya que, tras abandonar el cargo con una altísima impopularidad y echando mano del clásico libreto petrista, buscará posicionarse a nivel nacional como la víctima de una poderosa élite política y económica que nunca lo dejó gobernar y que lo buscó destruir a toda costa. 

Ese será su leitmotiv para desestimar la corrupción en la que sumió a Medellín, justificar su autoritarismo y para posicionarse ante un país de incautos como un «digno» heredero de Petro. 

 

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Fredy Chaverra
Politólogo, UdeA. Mag. Ciencia Política. Asesor e investigador. Es colaborador de Las2orillas y columnista de los portales LaOtraVoz y Al Poniente.