Moralina colombiana

Sin duda, es desacertado que el presidente falte a tantos compromisos gubernamentales, pero de ahí a sugerir que sea por una adicción, es otra cosa.

Opina - Sociedad

2023-11-07

Moralina colombiana

Columnista:

Jaír Villano

 

El periodismo deviene corrupto desde la premisa con que establece su privilegio informativo: no importa si un hombre es mordido por un perro, es noticia si el hombre muerde al animal. Es por esto que en estos días dos hechos han llamado la atención en Colombia: que un policía se declare satánico, y que el presidente Gustavo Petro parece tener problemas con la adicción.

Nada más efectista y sinuoso que sugerir un acto inmoral ante una cultura predominantemente moralista. La carta de la periodista María Jime Duzán no llamó la atención, en cambio sí un pequeño párrafo que sugiere un vicio: “Usted mismo ha dicho que las drogas son, sobre todo, un problema de salud púbica y que la guerra contra las drogas fracasó. Confesar que usted sufre de adicción no puede ser un pecado ni una vergüenza, sino un acto de profunda honestidad”.

Las voces de los ismos sonaron con su habitual pureza rabiosa: petristas y antipetristas inundaron las redes a favor o en contra del presidente, petristas y antipetristas denostaron o elogiaron a la periodista. 

Sin duda, es desacertado que el presidente falte a tantos compromisos gubernamentales, pero de ahí a sugerir que sea por una adicción, es otra cosa. Es apelar a la moralina que tanto daño le ha hecho a este país. 

Es la misma moralina que impide que niños sean adoptados por parejas del mismo sexo, es la misma moralina que impide que los criminales más nefastos —los politiqueros— sean defenestrados socialmente, pero es lo que constituye buena parte de la cultura colombiana. 

La fuerza política más grande de los últimos veinte años —el uribismo— existe en tanto hace uso del control a través del miedo y la moralina. La promesa de la seguridad viene de la mano de la promesa de una sociedad homogénea, esto es, una sociedad disciplinada, tradicionalista, rezandera. 

No rezar en un país en el que la laicidad sólo existe en el papel es sospechoso. Es por esto que el policía que se declara satánico llama tanto la atención. No importa si es una persona dispuesta a entregar lo mejor de sí al servicio del país, no importa si es un individuo honesto, importa si cree o no en Dios (si no cree en Dios entonces no cree en la patria, como si las dos abstracciones estuvieran juntas).

Lo mismo ocurre con Petro. No es tanto en qué ha fallado o acertado su gobierno en las políticas públicas, es su (presunta) adicción lo que hoy hace que estemos hablando de él.

Pero no creo que Duzán, una periodista valiente y de largo oficio, lo haya hecho adrede, pues ella misma es totalmente consciente de esto que digo. Creo que se le fueron las luces. O tiene una disputa personal. O algo demasiado humano la poseyó. 

Supongo que por decir esto último pasaré por ingenuo. Pero por una falta como esta no se puede desconocer el trabajo meritorio y plausible de una reportera como María Jimena.

A los ismos, desde luego, nos les interesa contemplar matices. Para ellos se está a favor o en contra. El hecho de que Bogotá no haya elegido un alcalde de izquierda le da el calificativo de tibia, cuando en realidad hablamos del electorado más contestatario del país. De los pocos en Colombia que vota con conocimiento de causa.

Los radicales, aunque no lo sepan, se parecen. Sus tácticas suelen ser similares. Por eso adherir a uno es ser parte del otro. La verdad fallece en sentido literal cuando se hace parte de un radicalismo. Cioran dice que “es estúpido imaginar que la verdad depende de la elección, cuando, en realidad, toda toma de posición equivale a un deprecio de la verdad”.

Con todo y lo anterior, me parece interesante que estemos hablando de consumo de drogas, policías disidentes, dios, la patria, y guerrillos en el poder. Son temas que desde hace muchos años se han tenido que debatir en Colombia: no importa la desinformación y la mala fe con que se presenten, importa generar la discusión, y más aún: la pregunta. La deconstrucción de la agenda pública.

Es una de las razones por las que voté por Gustavo Petro.

 

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Jaír Villano
Escritor. Magíster en Literatura (Universidad Javeriana, Bogotá). Su más reciente libro es “Un ejercicio del fracaso (ensayos)”.