Latinoamérica, el dulce del mundo I

Opina - Cultura

2016-11-10

Latinoamérica, el dulce del mundo I

A menudo, el talento de los jóvenes es despreciado y goza de poca credibilidad en su momento inicial. Estos, casi siempre, deben demostrarle al mundo que sí son capaces, que sí pueden hacerlo y que su talento puede brillar con luz propia. Y, ¿por qué tantas reservas? Sencillamente porque siempre se traen innovaciones que al principio molestan y el miedo al cambio nos hace reaccionar de manera adversa; es una condición tan humana como la misma supervivencia. Algo que a veces no podemos ni queremos evitar.

Pero es que esas ideas locas de los jóvenes van metiéndose por cada poro de la sociedad y van invadiendo sus pieles de una manera tan interesante, que lo que al principio nos parecía raro y absurdo, en un segundo momento y pensando las cosas con más detenimiento, le vamos “cogiendo el sabor”. Vamos sintiendo que la cosa no es tan mala y lo mejor, es que hasta gusto le sacamos a aquello que no podíamos ver, escuchar o ni siquiera nombrar. ¿Y al final? Un fenómeno, lo llamarían los más ortodoxos. Un boom, los más tradicionales. Estilo propio, dirían los más sensatos.

Pues bien, la literatura latinoamericana, es como un joven que poco a poco, fue ganándose el cariño, la admiración y el respeto de sus mayores. Y es en el siglo XX, cuando nuestra literatura alcanza la mayoría de edad no solo porque hay más producción y difusión de nuestros talentos, sino porque nuestros escritores aprendieron a contar nuestras cosas, desgracias, aventuras y felicidades.

No era que antes no lo hicieran ni que los poetas y novelistas de antaño no supieran hacerlo o carecieran de talento. No. Lo que sucedió en el siglo XX fue que aprendimos a desarrollar una autenticidad que hasta entonces no se había descubierto, pues aplicados, narrábamos y hacíamos la tarea poética muy al estilo de nuestros padres europeos; no estaba mal, pues se recuerda y admira el trabajo de Tomás Carrasquilla, Rubén Darío, quien vivió el cambio de siglo, pero que en sus escritos aún tenía presente el estilo europeo, Soledad Acosta de Samper y otros exponentes de la literatura doméstica del siglo XIX. Pero a nuestros escritores les faltaba algo; algo que en verdad dejara huella. Algo por lo que fuéramos recordados en el resto del mundo.

Así lo entiende el académico Alberto Tirado Castro en su resumen sobre la literatura hispanoamericana del siglo XX:

“Por ello, surge una nueva corriente lírica que responda a esas nuevas necesidades, en la que predomina un ansia de autenticidad y sencillez: el posmodernismo, cuya principal figura es la chilena Gabriela Mistral, primer Nobel suramericano de Literatura. El amor y los sentimientos humanos son su principal fuente temática, tal como se puede apreciar en los siguientes versos:

«Hay besos que pronuncian por sí solos la sentencia de amor condenatoria, hay besos que se dan con la mirada, hay besos que se dan con la memoria.”

Y es que fue esa necesidad de contar nuestras cosas, de sentir con nuestra propia piel, lo que nos motivó a salir y a despertar para el mundo nuestra literatura.

Pero el camino no ha sido fácil para nuestros literatos, pues con mucha frecuencia, se dejan seducir por los modelos importados de Europa que pretenden adoctrinarlos y graduarlos como escritores, por el mero hecho de ir a sus países y convertirlos en uno más de sus habitantes.

Publicado el: 10 Nov de 2016

Mauricio Ceballos
Mauro Ceballos Montoya (Junnio), es abogado, comunicador social-periodista, amante de la literatura, la música, la radio y los animales. persona sensible, buen amigo, alegre y optimista. le gusta hacer las cosas bien y por eso es algo perfeccionista. no le gustan las injusticias y trata de no quedarse callado, aunque a veces es difícil. tiene la costumbre de malpensar, porque dice que así está más consciente de su realidad. por último, quiere compartir con usted, este pequeño escrito que en mucho o en parte, lo condensa todo: Puro humano. Soy juez y parte, fiscal y defensor, luz y oscuridad, ángel y demonio, egoísta y altruísta, tímido y despierto, soy la duda y la razón, lo ideal y lo absurdo, creyente y necio, trasparente y mentiroso. Soy la contradicción perfecta, humanidad pura.