La Tacita de mugre

Opina - Ambiente

2017-03-02

La Tacita de mugre

Como “la tacita de plata” era etiquetada Medellín, debido a sus esfuerzos por mantenerse limpia e impecable, como una “buena señorita”. Medellín es como una mujer bonita, pero bruta, a la que nadie le dice nada por linda, por amable.

El ejemplo es machista, sí, y es desagradable, pero permítanme usarlo, entendiendo que históricamente a nosotras nos han exigido ser así: lindas, sin importar que tengamos para decir o que haya detrás de la “belleza”. Lo mismo pasa con Medellín.

Vivimos en una ciudad en la que esconden el mugre, los barrios marginales; en la que para foros mundiales tapamos la pobreza, y guardamos nuestros habitantes de calle. Una ciudad de apariencias que se jacta de su sistema de transporte, y hoy amanece en alerta naranja por la contaminación en su aire.

Una ciudad con muchos problemas, pero de la que no se puede hablar mal, porque hablarle mal de Medellín a un paisa, es como mentarle la madre. Se ofenden con facilidad cuando se les dice que es una ciudad insostenible, sucia, hipócrita y desigual como el resto de las ciudades en el país, sólo que nosotros nos sabemos hacer publicidad.

No le gusta que les digan la verdad, y es que ya no somos la tacita de plata, ya somos una tacita de mugre, una ciudad donde el incremento de enfermedades pulmonares desde el año pasado es superior al 20 %; donde una de las principales causas de mortalidad son las enfermedades respiratorias no sólo gracias a la contaminación vehicular, sino a la de la industria en el Valle de Aburrá, con el agravante de que en la ciudad las condiciones montañosas se convierten en una trampa que encierra la contaminación.

Maduren, sean realistas, la ciudad no es lo que era antes, ignorar las críticas no se las va a componer. Y la culpa es de todos.

Entonces sale la administración a recomendarnos andar en bicicleta, pero ninguna administración anterior, ni la grosería de alcalde que tenemos ahora, se han preocupado por ampliar y mantener en buenas condiciones las ciclorutas; y la falta de civismo de esta “ciudad” no nos deja andar en bicicleta.

Además, de las pocas rutas que hay, muchas se encuentran en mal estado. La gente de Medellín que se cree muy culta e inteligente camina sobre ellas y las motos las usan para adelantar el tráfico. Y sí, se ha avanzado con programas como Encicla, pero cuando el usuario se ve obligado a salir de la cicloruta porque se acaba, o no hay, su vida corre peligro: no hay carro que lo respete. Y como todo hay que decirlo, pobre del ciclista, especialmente si es mujer porque a lo anterior nos toca sumarle el acoso callejero si sale con la ropa ideal para montar en la bicicleta.

La culpa también es de los que creen que tener carro es sinónimo de progreso, esa clase media-baja, que se cree media porque la capacidad de endeudamiento le da para meterse 10 años a pagar un chevyplan que podrán tanquear a gatas.

La culpa es de la falta de control real y efectivo a todos los buses que aún quedan en la ciudad que no pasan una Revisión Técnico Mecánica y de Gases y de los centros automotores que las venden alteradas.

Imagen cortesía de: Club AdvenTTour Medellín

La culpa, es del sistema de transporte, y sí, ya sé que me van a decir, que es el mejor del país, pero quiero que me digan que hace una persona que aún no tiene rutas de buses eficientes, porque eso todavía pasa en la ciudad; ¿qué pasa cuando el metro deja de funcionar? Cierran una de las líneas y la ciudad colapsa; llueve, y la ciudad colapsa.

La culpa es del exceso de taxis en la ciudad, de las más de 30 compañías de taxis que hay registradas en la página de la Secretaría de Movilidad en Medellín*

La culpa también es de la administración, de un alcalde que no ha hecho mayor cosa por solucionar la contaminación en la ciudad; una problemática que tiene agenda desde enero del 2016, y en la que no pude rastrear ningún tipo de avance o de correctivos más que recomendaciones generales, difíciles de cumplir en la ciudad, o que la gente simplemente ignora.

Hoy la alerta indica que la calidad del aire es dañina para los grupos sensibles, pero falta poco para que lo sea para todos, puesto que las recomendaciones, como lo he dicho son sólo eso, recomendaciones fofas y que los cultos ciudadanos de Medellín ignoran:

  • No corran en las motos y carros, moderen la velocidad: los ciudadanos hacen carreras en la ciudad. Vaya y mire cómo pasan las motos en los barrios.
  • Comparte el vehículo: ¿compartir? Pero si es mi carro. Realizar la revisión técnico mecánica: si no la paso, la altero, o la compro.
  • Utiliza los paraderos establecidos: la gente acá se queja si el bus lo deja a un par de cuadras de su casa.
  • Usa la bicicleta: perfecto, yo la uso, cuando por favor hagan respetar a los ciclistas de los conductores de la ciudad y hayan condiciones seguras para hacerlo.

Esta ciudad es igual al resto de Colombia, un desastre mal planeado y mal administrado. La ciudad más innovadora, en ignorar sus problemas.

Hay medidas como el pico y placa, sin embargo, estas medidas son insuficientes. En realidad, se requieren políticas públicas que incentiven el uso del transporte público y las bicicletas, y que sancionen con altos costos e impuestos el uso de vehículos particulares, junto con campañas que informen y concienticen a la ciudadanía de esta grave problemática.

“La verdad es una antorcha. Pero enorme; de ahí que todos pasemos a su lado parpadeando, por temor de quemarnos con ella” W.V.G

https://www.medellin.gov.co/movilidad/transito-transporte/taxis#4-empresas-de-taxis

Andrea Olaya
Escribo por convicción y por placer. Feminista. Politóloga en formación.