La otra cizaña que debemos superar

Opina - Sociedad

2017-09-17

La otra cizaña que debemos superar

Colombia enfrentará un gran reto en los próximos meses: las elecciones parlamentarias y presidenciales. En estas últimas, puede decirse, nos jugamos la vida y nuestro futuro. No es exageración. El proceso de paz y el Acuerdo Final que se logró con las Farc aún no está consolidado y pese a que es muy difícil e improbable que se eche para atrás, sí es posible que muchos de los compromisos pactados, para superar problemas estructurales, no puedan materializarse si los enemigos o actores reticentes del acuerdo llegan al poder en 2018.

Por otro lado, está el proceso que hace un año se inició con el ELN, que aunque va a paso muy lento creo que tiene resultados positivos como el cese bilateral y temporal que comenzará a regir a partir del 1 de octubre, con posibilidad de renovarse. Este proceso es quizás el que más peligro corre. El ELN todavía no es consciente de que está ante una posibilidad histórica y la cuenta regresiva ya comenzó. El 7 de agosto de 2018 todo puede cambiar.

Todo lo anterior y mucho más está en riesgo si no avanzamos y no logramos superar la cizaña. Y no hablo de la de Uribe, Vargas Lleras, Ordóñez y demás sectores corruptos y fundamentalistas. No. De ellos no espero nada y no deberíamos desgastarnos en sus ideas, sino en nosotros. En los sectores que desde un principio le hemos apostado a la construcción de un país diferente, con posibilidades para todos y todas. En donde, gracias a nuestras diferencias y no a pesar de ellas, logremos consolidar una sociedad plural con oportunidades, paz y justicia social.

Debemos reconocer que al interior de las fuerzas políticas y ciudadanas que promovemos la paz y la reconciliación también hay mucha cizaña que debe ser erradicada. Cizaña que muchas veces está combinada con vanidad y una alta dosis de dogmatismo, así como una ausencia absoluta de pragmatismo. Esta cizañosa receta nos lleva a tener actitudes profundamente irresponsables frente al momento histórico que vive Colombia.

Hay quienes ven el “enemigo” en el lugar equivocado; desde ya veo un montón de tergiversaciones y señalamientos que no nos ayudan a construir una posibilidad real de gobierno para el 2018.

Una coalición de fuerzas alternativas y distintas que le compitan a las élites corruptas y recalcitrantes que, además de poner obstáculos a la consolidación de la paz, también son capaces de vender nuestros derechos fundamentales a cambio de gobernabilidad e intereses propios.

La cizaña está en todas partes, en la izquierda y en el centro, no sólo en la derecha. Nadie acá es un ejército de ángeles alejado de cualquier maldad. Somos igualmente humanos. En la izquierda hay quienes defienden a Petro diciendo que es la única opción posible para ganar (va punteando tímidamente en las encuestas); que es el único que “verdaderamente” representa intereses por fuera del establecimiento, etc., y por lo tanto, critican e incluso tildan de cómplices de esa derecha cizañosa a opciones como la de Humberto De la Calle y la coalición que están construyendo Claudia, Fajardo y Robledo.

Pues, ilusos muchos en algunos sectores de la izquierda si creen que se puede llegar al poder solos con su soledad. Petro tiene una buena cantidad de votos seguros y duros, pero igualmente tiene una gran resistencia en buena parte de los electores, muchos de ellos claves para hacer la diferencia y ganar.

Por otro lado, están algunos en el denominado centro, que creen que por estar en el centro son la panacea de la ecuanimidad. Se han comido el cuento del castrochavismo invadiendo Colombia y eso les impide contemplar una alianza con Petro. Se nota la reticencia dentro la coalición que promueven Claudia López, Sergio Fajardo y Jorge Robledo a esta posibilidad. No quieren verse “muy de izquierda”. ¿A caso Robledo y el Polo Democrático son de centro?

Colombia necesita en estos momentos más proyectos colectivos y menos vanidades y egos políticos. Líderes con la suficiente madurez e inteligencia para saber que los desafíos que tiene por delante este país hay que enfrentarlos unidos; líderes conscientes de que en la diversidad está el potencial para la transformación. Claro, eso no significa que no podamos estar en desacuerdo. Es más, creo que el desacuerdo es sano y alimenta la democracia y los proyectos políticos. Los desacuerdos y las disidencias son vitales para que las sociedades no se queden estáticas en verdades monolíticas.

Los últimos cincuenta años de guerra en Colombia nos han demostrado que esos desacuerdos y disidencias deben ser siempre tramitados por las vías del diálogo, no hay otra forma.

El desacuerdo y la disidencia de ideas no son cizaña. La cizaña es dañina y siempre tergiversa al otro y su único objetivo es invalidarlo como interlocutor. No caigamos nosotros también en ese juego. O nos unimos o nos hunden.

 

Brian Alvarado Pino
Politólogo y comunicador. Disidente de todo lo que es "correcto". Militante y crítico de lo que creo y autocrítico de lo que pienso.