La Cancillería se convirtió en una agencia de viajes

Columnista: Cristian Álvarez Balbín

La carrera diplomática es algo que lleva años en construirse. Mucha dedicación e incluso mucha suerte, ya que quienes logran ejercerla muchas veces están mediados por la mermelada, que no es otra cosa que recibir un cargo para el cuál no se tiene preparación diferente a la de ser el hijo de, la esposa de, el hermano de. 

El representante a la Cámara por Bogotá del partido Decentes, David Racero, ha sido uno de los recién estrenados congresistas que le ha llevado el hilo al asunto. A finales del año pasado indicó que con descaro el gobierno técnico del Presidente Duque reduce la corrupción.

El representante, que ya había hecho ese ejercicio, publicó un hilo en Twitter que controvertía la afirmación del mandatario colombiano, adjuntando el nombre de algunos de los “técnicos” elegidos por el Gobierno para hacer parte del equipo consular desplegado en las 63 embajadas, los 103 consulados y otras representaciones que el país posee en el exterior.

Sin méritos reales, ni experiencia

Son 30 los recientes embajadores y cónsules que poseen como mayores virtudes su nula experiencia en la carrera diplomática y su cercanía al poder.

18 están en el continente americano, principalmente en Estados Unidos, 8 están en Europa, 2 en Asia y otros 2 en África. El sueldo que devengarían mensualmente en promedio estaría rondando los 1.000 millones de pesos.

Algunos de los nombramientos más polémicos son:

Antonio José Ardila, nombrado Embajador de Colombia en Reino Unido. Mérito: ser hijo del magnate Carlos Ardila Lulle, amigo y donante de Álvaro Uribe Vélez y esposo de Luz Ángela Sarmiento, hija de Luis Carlos Sarmiento. Salario $33.616.400 más bonificación y prima de servicios.

Pedro Agustín Valencia Laserna, designado cónsul en Miami. Experiencia o formación diplomática: ninguna. Mérito: ser hermano de la senadora del Centro Democrático Paloma Valencia. Salario $33.616.400 más bonificación y prima de servicios.

Ana Milena Muñoz, embajadora en Egipto. Formación académica diplomática: ninguna. Mérito: ser la esposa del dirigente liberal César Gaviria, quien decidió apoyar a Iván Duque en las elecciones presidenciales.

Regina Victoria Arachuan, primer secretario con Funciones de Cónsul de primera en Miami. Experiencia o formación diplomática: ninguna. Mérito: ser la suegra de Abelardo de La Espriella abogado de las causas nobles del uribismo y de Álvaro Uribe Vélez.

Darío Montoya, nombrado embajador en Brasil, sin hablar portugués. Experiencia o formación diplomática: ninguna. Mérito: amigo de Álvaro Uribe Vélez y exrector de la universidad que este fundó (ELITE). Salario $33.616.400 más bonificación y prima de servicios.

¿Quién autorizó los nombramientos?

Llama la atención que los 30 nombres documentados ingresaron al servicio diplomático cuando la Cancillería era dirigida por el hoy ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo García, la cual ha estado en el ojo del huracán por sus nefastos resultados.

Prueba de su ineficacia han sido escándalos como el famoso “cerco diplomático contra Nicolás Maduro”, la visita de Trujillo García al New York Times, buscando que le “soplaran” las fuentes del Ejército sobre el retorno de los falsos positivos y, no menos grave, el escándalo del ingreso de Juan Guaidó a territorio colombiano con ayuda de “Los Rastrojos”.

Escándalos que, de haber contado con un verdadero equipo consular experimentado, Trujillo hubiera capoteado mejor y no de una manera tan chapucera como lo hizo.

Por ello, con semejantes nombramientos cobra sentido la frase del también impresentable embajador de Colombia en Washington, Francisco Santos, cuando se refirió a Trujillo indicando que «Carlos no hizo nada. No tenía una estrategia», y que la actual Canciller Claudia Blum replicó al afirmar que «No, él estaba haciendo política». Blum, que llegó al cargo luego de que ella y su familia donaran varios cientos de millones a la campaña de Duque.

La justicia les da la mano

Pese a las sustentadas denuncias hechas, lo más curioso de este asunto es la parsimonia de la justicia, pues que de los 30 nombramientos solo se ha pronunciado en contra de uno: el de Ximena Durán Sanín, hija de la exdirigente conservadora Noemí Sanín Posada.

En fallo de primera instancia —de la magistrada Claudia Elizabeth Lozzi— el Tribunal Administrativo de Cundinamarca le dio la razón a Racero, y señaló que al tiempo de ser impuesta Durán Sanín ya había un funcionario, apto y escalonado como ministro plenipotenciario, por lo que Durán, que no posee experiencia, no era apta para el cargo.

Y aunque estos cargos son de libre nombramiento, para Racero, hechos como este muestran la incoherencia del gobierno Duque, «que mientras habla de un supuesto compromiso con el fortalecimiento de la carrera diplomática, no ha tenido reparos para ubicar en el servicio exterior a personas cuyo único mérito son sus relaciones políticas y familiares».

Volare, cantare

Pero mientras Durán Sanín se queda con las ganas de pasear de cuenta de nuestros bolsillos, mientras se resuelve la apelación que interpusieron ella y la cancillería, los otros 29 “cónsules” disfrutan de unas maravillosas vacaciones en idílicos paisajes, pagadas por nosotros, auspiciadas por la cancillería y que por lo menos les durarán hasta 2022.

Por eso, para nadie es un misterio que es cierto que, en la presidencia de Duque, se acabó la mermelada, porque ahora la repartija se hace con manteca.