Encuestocracia: la opinión publica al servicio de los intereses políticos y mediáticos

Opina - Política

2017-05-28

Encuestocracia: la opinión publica al servicio de los intereses políticos y mediáticos

A menos de un año de las elecciones presidenciales del 2018 empiezan a aparecer en distintos medios de comunicación las famosas grandes encuestas, sondeos de opinión, opinometros, etc.

Como viene ocurriendo en los últimos procesos electorales, las firmas encuestadoras, cada vez más desprestigiadas, publican resultados tan divergentes en periodos de tiempo casi paralelos, lo que vuelve a despertar la suspicacia de analistas y ciudadanos, y sobre todo vuelve a levantar el manto de duda sobre la transparencia que tienen estos procesos.

Como ciudadanos que nos vemos alcanzados por esta información es necesario tener conocimiento de cuáles son los procesos y los actores involucrados en la elaboración de dichas encuestas para poder tener una interpretación más acertada y un acercamiento más crítico a dicho ejercicio y el uso que los políticos y los medios hacen de los resultados.

Desde el punto de vista metodológico la primera precisión que se debe tener es en relación con la forma en que se aplica la encuesta y la elaboración de la muestra para que los resultados sean representativos del universo. Un sondeo generalmente plantea una pregunta a un grupo que no se puede “controlar” fácilmente de manera rigurosa.
Acá encontramos los “opinometros” de muchos periódicos y sobre todo las famosas urnas virtuales o encuestas en páginas web, que por más que implementen controles son incapaces de manejar el volumen de “trolls” y equipos de campaña o ciudadanos desocupados que entran a votar desde distintos lugares y bajo distintas direcciones IP.

De estos sondeos se desprenden grandes titulares de prensa y noticieros que esconden la real pobreza del rigor metodológico del instrumento.

Las encuestas de opinión deberían, en teoría, ser mucho más rigurosas en el cálculo de las muestras y en las metodologías de recolección de información en el campo.

Nunca hay que perder de vista que la encuesta es un método cuantitativo que se basa en la estadística y la probabilidad para inferir y generalizar posibles tendencias, es decir, que ante la imposibilidad de encuestar a todo el universo acá de lo que se trata es de tomar una muestra representativa de esa población y generalizar los resultados. Por esta razón, a veces, ponemos énfasis en el número de encuestas y allí no siempre reside el verdadero problema.

El margen de error, que es el que termina determinando el número de encuestas, la representatividad y confiabilidad de la muestra, es donde debemos poner atención.

La última encuesta publicada por la Revista Semana afirmaba tener un margen de error global del 3%, pero al desagregar dicho margen en las distintas ciudades y para las preguntas de intención de voto, en Bogotá por ejemplo el margen de error superaba el 9% lo que hace imposible y poco riguroso hacer cualquier tipo de análisis, inferencia o generalización.

La metodología de una encuesta también determina su “representatividad cultural”. Acá no se habla en términos estrictos de variables estadísticas aun cuando el género, la edad, el nivel educativo, el lugar de residencia, entre otros, sí terminan siendo variables que afectan los resultados de no ser representativas del universo.

Por lo anterior el hecho de que las encuestas se hagan telefónica o presencialmente, que tomen en cuenta la distribución sociodemográfica, la dicotomía urbano-rural, la distribución por rangos de edad y género es fundamental para evaluar la calidad de una encuesta

El hecho de que las encuestas en Colombia no gocen de credibilidad ciudadana, que sus resultados sean tan disímiles con las votaciones, y que incluso muchos políticos no confíen en ellas, se puede deber a que muchos de los factores anteriores son obviados por acción u omisión.

Los ciudadanos debemos estar alerta y los medios independientes servir como observadores y fiscalizadores de los resultados, y sobre todo de la interpretación de los mismos.

Imagen cortesía de: El Espectador

Todos tenemos derecho a conocer el origen y la calidad de la información con la cual los actores políticos, sociales y mediáticos quieren que construyamos nuestras opiniones políticas.

Acá es donde más cuidado se debe tener. No hay que perder de vista que los medios de comunicación que encargan y financian estos estudios tienen intereses y posiciones políticas y electorales marcadas de cara a los próximos comicios.

No comamos entero el discurso de la “encuestocracia”. Seamos críticos con el consumo de esta información, eduquemos a nuestros amigos, familiares y vecinos para que no crean todo lo que las encuestas dicen, pero sobre todo sepamos por qué debemos ser críticos con ellas. No nos montemos en la ola crítica por montarnos y nada más. A veces las mayorías si piensan así, así no nos guste, y a veces las encuestas sí materializan ese pensamiento. Preguntémonos más bien ¿por qué piensan así?

 

Juan David Cárdenas Ruiz
Politólogo, Especialista en Opinión Pública y Marketing Político. Magister en Estudios Políticos. Docente universitario e investigador. Interesado en temas de comunicación política, opinión pública y cultura política