En el Catatumbo solo hay espacio para dos

Pero si se está preguntando dónde quedó el poder del Ejército Nacional para mantener el control público en la región, lamento responder que en esta historia solo hay espacio para dos fuerzas armadas y, añadirle una tercera, está de más.

Opina - Sociedad

2018-04-20

En el Catatumbo solo hay espacio para dos

En los recientes días, el Ejército Popular de Liberación (EPL), declaró por medio de unos panfletos el comienzo del paro armado contra el Ejército Popular de Liberación (ELN) tras, según el mismo informe, no poder llegar a un acuerdo por la vía del diálogo. Esto obligó a la comunidad a buscar resguardo dentro de sus casas y al cierre de plazas, centros de salud e instituciones educativas.

Pero si se está preguntando dónde quedó el poder del Ejército Nacional para mantener el control público en la región, lamento responder que en esta historia solo hay espacio para dos fuerzas armadas y, añadirle una tercera, está de más.

Los enfrentamientos registrados desde hace más de un mes entre el EPL y el ELN en la zona del Catatumbo dejan a la ciudadanía entre un intercambio de bala por el control del sector. Tras un comunicado por parte del EPL, en el cual anunciaban el inicio del paro armado a los habitantes y, asimismo, las precauciones a seguir para no verse involucrados en alguno de los mandos en disputa, se reactivó el conflicto armado en el Norte de Santander.

La comunidad del Catatumbo identifica que el control público se ejerce mediante las guerrillas que operan en el sector. Lo anterior se comprobó el pasado 20 de marzo del presente año, cuando el Ejército Nacional intentó retomar las operaciones en la región, pero la comunidad se vio obligada a pedirle que suspendiera sus intenciones, para evitar enfrentamientos entre tres grupos armados en un mismo sector. Según los habitantes, un tercer actor armado solo incrementaría “el número de balas”.

Tras el retiro del Ejército Nacional, la comunidad organizó una marcha pacífica para decirle “sí a la paz, no a la guerra”, como un último aliento de llamado a la tranquilidad y armonía en el sector. Un llamado que no fue atendido por las guerrillas activas en el sector.

Adentrándonos más en las causas territoriales del enfrentamiento, es adecuado resaltar que la zona en conflicto tiene, después de Nariño, los cultivos de hoja de coca más productivos de Colombia, al contar con 24.587 hectáreas, según el informe anual (2016) de la ONU contra la Droga y el Delito (UNODC). Igualmente, el informe advierte un incremento del 63 % en siembra durante el periodo que va desde el 2015 hasta el 2016, generando una riqueza que se traduce para las guerrillas en conflicto como el principal músculo financiero de sus actividades ilícitas.

Pero no solo la riqueza territorial ha generado la imparable guerra en la zona del Catatumbo, la cual es reconocida como una tierra dominada por sus propias reglas, una república independiente con dos bandos ancestrales. Por un lado, el ELN con una trayectoria histórica de 35 años ejerciendo control armado en la zona y, en contra cara, el EPL que se ubica allí desde los años 80, tiempo en el cual también combatía contra el frente 33 de las Farc, según Wilfredo Cañizares, director de la Fundación Progresar y defensor de Derechos Humanos en Norte de Santander.

Para contar la historia desde el lado del Ejército Nacional, el tercero en esta historia de dos, se debe escribir sobre uno de los arranques de año más sangrientos y trágicos para sus soldados. Pues, en el poco tiempo transcurrido, han sido atacados y bombardeados tanto por el ELN y el EPL del Norte de Santander.

El caso más sonado en los medios fue el atentado contra el convoy en el que se movilizaban miembros del Ejército por el sector de la vereda Palmarito el 27 de febrero, el cual le ocasionó la muerte a cinco soldados y otros diez resultaron heridos. Este tipo de atentados son los que posicionan al Ejército Nacional como la tercera fuerza sin ningún papel más allá del de recibir y contener bala en la guerra del Catatumbo, debido a que la comunidad ya no le tiene fe y las guerrillas de la zona se ven mejor ubicadas en cada enfrentamiento.

La participación de este tercer agente armado es más como una obligación por parte del Estado colombiano, que una medida real por retomar el orden público de la zona. Sabemos que el Ejército está allí, pero la pregunta clave en este asunto sería: ¿Para qué sigue ubicado en un lugar con desventaja militar y desagrado de la comunidad?

 

 

Imagen cortesía de El Tiempo.

 

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Carolina Cabrera
Yo soy Carolina Cabrera comunicadora social-periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana-Bucaramanga.