El cine defiende lo que el Estado no ha podido

Opina - Cultura

2017-08-12

El cine defiende lo que el Estado no ha podido

Desde el 11 de agosto hasta el 18 del mismo mes, se estará llevando a cabo la cuarta edición del Festival de Cine Internacional por los Derechos Humanos en Bogotá, Medellín, Cartagena, Barranquilla, Soacha y Puerto Colombia.

A estas alturas del 2017 ya van 43 asesinatos a líderes sociales y defensores de los DD.HH en Colombia. Pareciera que una gran mano está calcando la situación vivida durante décadas en Colombia. Seguimos en ese papel que mancha con sangre y borra las vidas de aquellos que le apuestan a una sociedad incluyente y en paz.

En la mayoría de los casos se ha denunciado ante las autoridades y el Estado ha ignorado (o eso pareciera) las peticiones de aquellos que piden que se proteja la vida de todos los que velan a diario por los derechos de su comunidad. El último caso –infortunado como todos- es el de Idalia Castillo, líder social de 37 años que fue torturada y asesinada en días pasados en la Vereda Bella Vista perteneciente al municipio de Rosas en el departamento del Cauca. Con ella se suman 7 mujeres más de las 43 personas que han asesinado este año por cuidar y defender su tierra, su pueblo y su vida.

La persecución, satanización y estigmatización a los líderes sociales y personas afines a ideales de izquierda ha estado presente desde hace varias décadas. El exilio, las amenazas, las desapariciones y los asesinatos sistemáticos han sido pan de cada día para todos los que no le temen a las armas y buscan dar su vida por defender su comunidad y sus ideales.

Pero eso no es todo: las crisis en salud, educación y vivienda también son temas asociados a los derechos humanos y a las problemáticas que agudizan la desigualdad en Colombia y en varias partes del mundo. Debido a ello es que encontraremos varios de estos temas implícitos en el festival y en varios contenidos que renuevan la capacidad del arte en Colombia para denunciar y enviar un mensaje de humanización a la sociedad.

No obstante, es claro que la intención de este evento es dejar una pauta para seguir haciendo cine y, en general, para seguir haciendo arte con la necesidad de rememorar el conflicto y dignificar a todas la víctimas. Ejemplos que vienen desde Argentina, Chile y México con las revoluciones, dictaduras y movimientos sociales son demostraciones de la relevancia del cine como medio para crear imágenes que puedan describir y dar cuenta de épocas álgidas y momentos críticos para una sociedad fragmentada por la violencia y la injusticia.

Inclusive, el ejemplo más claro de todos es el de la Segunda Guerra Mundial. Han pasado casi 70 años y aún seguimos viendo cómo desde el cine comercial y el cine arte se siguen rememorando desde diversas perspectivas y enunciaciones todo lo ocurrido en Europa por los Nazis. El último ejemplo de ello lo encontramos en Dunkerque, película dirigida por Christopher Nolan que data el encierro de los Nazis a los ejércitos ingleses y franceses en la isla que lleva el mismo nombre de la película.

Pero volviendo al caso nuestro y como lo titulé en este texto, el Estado se ha encargado de generar impunidad y de consolidar garantías para todos aquellos que quieren reinsertarse a la vida civil y quieren hacer política desde un bando diferente al tradicional, motivo por el cual la violencia ha seguido imperando y las violaciones a los derechos humanos han sido pan de cada día para todos los habitantes del territorio.

Desde el arte, en este caso el cine, para también podría ser la literatura o la pintura, se crea esta necesidad de hacer frente a aquello que el Estado no ha querido defender. Es a través de la estética de lo infrahumano que se busca generar una conciencia y sembrar un mensaje de paz en todos los colombianos.

Los diversos colectivos de actores y escritores están en la obligación de aportar a este momento de coyuntura social y política para que puedan emerger nuevas ideas y nuevas sensaciones que nos despierten de tantos años de desidia.

Los discursos de memoria no solo se pueden quedar en manos de la academia, es indispensable que el arte con su carácter poético y embellecedor aporte desde todos sus campos para la consolidación de una identidad que está perdida y de un espacio para el recuerdo y el tejido social.

Es por esto que se debe aplaudir la labor de los directores y encargados de llevar a cabo este festival de cine, pues ellos están marcando los pasos para entender que el cine es uno de los mejores medios para rastrear aquello que hemos dejado pasar por alto y que ahora podremos ver con admiración y sentimiento, pues no más el caso de la película de La Ciénaga: entre el mar y la tierra, es un ejemplo leal de la lucha y el coraje de personas que pertenecen a una minoría olvidada por el Estado y que vive en condiciones precarias que contraponen sus sueños y su humanidad.

Cortometrajes y largometrajes son aceptados en un Festival que ya lleva cuatro años y que más que cultura, pretende enseñar la historia de un conflicto que ha permeado la conciencia de muchos colombianos. No solamente existen historias y directores a nivel nacional, a nivel internacional también hacen acto de presencia y de recuerdo para exaltar los valores de la reconciliación y del tejido de memorias.

Son en total 75 películas de 25 países. Entre la lista de filmes imperdibles están: La Ciénaga: entre el mar y la tierra de Manolo Cruz; Cada treinta horas de Manuela Perdomo; Pizarro de Simón Hernández; Esclavas de Alejandro Chaparro y Ceder es más terrible que la muerte del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

En esta edición también se contará con la presencia de Roberto Caldas, presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y con algunas personas que se destacan por su labor con movimientos sociales y con reconstrucción de memoria.

Entre ellos están Toxicómano, graffitero reconocido a nivel nacional por sus murales y sus contenidos con crítica social y política y también la presencia de María José Pizarro quien estará hablando por la defensa y la resistencia de los líderes sociales en Colombia. También se contará con la presencia de representantes indígenas como es el caso de Luis Alfonso Tuntaquimba, gobernador del cabildo Kichwa, Oscar Seoneray, gobernador del cabildo Huitoto y la reconocido documentalista Martha Rodríguez, famosa por plasmar en la pantalla grande miles de narraciones e historias sobre los indígenas víctimas del conflicto armado en el Cauca. Relatos llenos de lucha y de coraje ante la indolencia de un país acostumbrado a la violencia e indiferente ante sus raíces.

Migración en Latinoamérica, arte, cultura y memoria son otros de los temas transversales que se estarán llevando a cabo en el festival, allí habrá espacio para que todas las comunidades, sin excepción alguna, se puedan expresar y se puedan ver reflejadas en obras que buscan, precisamente, reconocer la existencia de todo tipo de culturas e identidades que forjan un territorio diverso pero incapaz de reconocerse en medio de la diferencia. Es por ello que este Festival de Cine sigue perdurando y sigue creciendo como un espacio para darle cabida a aquellos que han visto la espalda de un gobierno apático y voraz.

La invitación es para que se acerquen aquellos que tienen la oportunidad de ver y conocer estos espacios culturales que nos dan a conocer nuestra cultura, nuestros rincones y nuestras historias que, buenas o malas, hacen parte de lo que somos. De ahí la importancia de disfrutar y observar con detalle y admiración a la pantalla gigante que plasma muchas realidades que no conocemos pero que están inmersas en la atmósfera del país.

De ahí que valoremos la importancia del arte y, en esta ocasión, del cine como medio para narrar esa literatura de la guerra, del reconocimiento y de la historia, pues si el Estado no ha podido entonces bienvenidas sean todas las apuestas que nos ayudan a crear conciencia sobre el cuidado, el respeto y el deber de nosotros como ciudadanos ante aquellos que defienden nuestros derechos y ante aquellos que los perdieron con la vida y con el sudor de haber entregado todo por el bien de una comunidad que pudo o puede seguir viviendo inmersa en amenazas y violencia.

 

Andrés Osorio Guillot
Estudiante de filosofía y letras. Interesado en reconstruir historias y narrar al país desde el periodismo. Trabajo temas en cultura, sociedad, memoria, conflicto y literatura.